Una seña de identidad española que el nacionalismo no consigue erradicar.
En cualquier rincón de Cataluña puede uno disfrutarlas. Frías o calientes, mar o montaña, en plato o en cazuela, solo, en familia o con amigos. Son las imprescindibles tapas. Barcelona es la capital de la tapa. Sus lugares emblemáticos están rodeados de restaurantes, tascas o bares muy diversos pero con una cosa en común: todos ofrecen una larga lista de tapas. Para los turistas, forma parte del atractivo de la Ciudad Condal disfrutar de unos chipirones rebozados o una tortilla española tras visitar Santa María del Mar. Para los autóctonos es habitual salir a comer de tapeo o de picoteo el fin de semana. También en las «llesqueries» de Tarragona todo gira alrededor de estos pequeños surtidos de alimentos preparados.
La película «Tapas» (José Corbacho y Juan Cruz, 2005) transcurre en el típico bar de tapas de Hospitalet de Llobregat. Y ha sido el catalán Ferran Adrià quien ha llevado el concepto de tapa de un aperitivo básico a la alta cocina, ofreciéndolo como entradas muy originales y dedicándole uno de sus locales en exclusiva (Tickets, en el Paralelo).
A los nacionalistas -que no aceptan a Cataluña como es sino como su distorsionado ideal les dicta – les escuece que sea tan normal tomar tapas en Cataluña como en Cantabria o en Sanlúcar de Barrameda. No les gusta lo que nos une a todos.
¿Perseguirán a las tapas Mas y Junqueras en una Cataluña independiente? ¿Enviarán a la Forcadell o a la Muriel a denunciar a sus consumidores por «mals catalans»?¿Golpearán los Mossos a las familias que estén tomando unas olivas con pa amb tomàquet un domingo por la mañana?
En cualquier caso, bon pica-pica i bon profit.
Categories: Arte dulce, Mejor juntos
Si l’Oriol s’està prenent «a relaxing cup of café con leche» a la plaça.
Guaiteu! Parlant de tapes, fan ganes de fer-li un fake canviant la cadira per un seient amb tapa…
Amb la cara, paga!
Buenos días a todos. Sin los tomates, las patatas, el maíz, las mongetes (fabes, alubias, judías, porotos), el chocolate, la vainilla, el pimiento, los chumbos, la piña (ananas), las paraguayas, entre otros frutos, etc…etc….que descubrieron y trajeron los españoles desde distintos lugares de América, no se entiende hoy ni la comida española, ni la mediterránea, ni la europea.
Señores nacionalistas catalanes sepan pues que el «pa amb tomaquet», «la truita de patates», «les mongetes amb butiffarra»…..no son tradiciones catalanas inmemoriales. Las comen gracias al concurso de España (según ellos «Castilla»), que procuró la difusión general y desinteresada de tales productos agrícolas por toda nuestra Península e Islas, como es natural antes que por otros lares.
Esa ventaja explica la excelencia y riqueza de nuestras tradiciones y recetas culinarias, muchas de ellas comunes. Todos esas novedades alimentarias de los siglos XVI y XVII paliaron muchas hambrunas y mejoraron el potencial demográfico de Europa y Norte de África. Y al que no le guste esta evidencia histórica, con el concurso de España, que se rasque y no coma. Un saludo.