Sr. Feijóo: catalanismo es nacionalismo

Ho diu el mateix fundador del nacionalisme.

Algunos en en resto de España, muchos en Madrid y demasiados en Cataluña todavía creen que el catalanismo no es nacionalismo. Que el catalanismo es una forma de amor a la tierra, a la región, sense cap més intenció que voler lo millor per a ella, mentre el nacionalisme és la seva forma egoista i supèrbia.

Es el truco que ha usado siempre el nacionalismo para meterse en las cabezas y los corazones de los catalanes, y en las moncloas y carteras de los gobernantes nacionales. En Pedro Sánchez és catalanista, en Feijóo és catalanista; ambos creen que el catalanismo es otra cosa que el nacionalismo y que el separatismo. Así que conviene insistir.

El nacionalismo es una ideología del siglo XIX, inventada en la Revolución Francesa y perfeccionada por el romanticismo alemán, que somete todos los ámbitos de la vida personal y social al idolete lanació, una especie de magma panteísta en el que el hombre alcanzaría su perfección y vida eterna.

El nacionalismo siempre es separatista. Su formulación sintética es «A cada nació un Estat»como enunció Prat de la Riba y definen todos los estudiosos de esta ideología. El fin de la ideología nacionalista es siempre a la larga el estatpropilaindependència. La secesión. Las circunstancias y los tiempos harán que ese fin se mantenga oculto o adquiera protagonismo abierto, pero no puede ser de otra manera. No entender esto durante 40 años tanto en Barcelona como en Madrid, creer que el nacionalismo podía no ser separatista, es lo que nos ha llevado a la situación actual.

El catalanisme és el nom dissimulat del nacionalisme. Es la palabra que utiliza el nacionalismo para introducirse entre quienes intuitivamente lo rechazan. El nacionalismo presenta el catalanismo (o el galleguismo, o el andalucismo que pregona el PP) como amor a Cataluña, pero es solo adoración idolátrica del ser colectivo. «Catalanisme polític, regionalista d’antuvi i nacionalista després», como lo define certeramente el ideólogo sonado Josep Armengol. Para todos los ideólogos nacionalistas, el catalanismo político es sinónimo de nacionalismo. El catalanismo es el «avui paciència, demà independència». Seamos claros: catalanismo político es sinónimo de nacionalismo; disimulado, inconsciente o durmiente, pero nacionalismo. Lo fue el de la Lliga. Lo fue el de CiU. Lo fue el de Unió, prusesista hasta el segundo anterior al hundimiento del barco. Creer que el catalanismo político puede no ser nacionalista es el espejismo que nos ha extraviado en el desierto prusesista.

El 10 de noviembre de 1907 se publicaba en Barcelona el nº1 del panfleto Enciclopèdia Catalana, dedicado a Prat de la Riba, fundador del nacionalismo. Incluía un artículo del mismo titulado Gènesis del nacionalisme, donde explica el origen de esta ideología. Su lectura es clarificadora:

  • El nacionalismo lo importó una minoría y es extraño al corazón de los catalanes: «En medio de la revuelta incoherencia del movimiento catalán, marchaba siempre con paso firme y orientación segura un escuadrón de catalanes, pequeño en la primería como un hilito de agua al manar de la neviza, que murmuraban palabras extrañas, incomprendidas, en el corazón de nuestra sociedad ajetreada».
  • Hasta los nacionalistas hablaban castellano porque les daba la gana: «Eren els enamorats de la llengua catalana, que ploraven humiliada i malmesa, d’aqueixa llengua que cercaven amorosament per valls i montanyes, registrando la memoria del pueblo y las obras de las generaciones pasadas. (…) Lloraban los males de la lengua catalana y en su casa hablaban castellano».
  • El nacionalismo provoca una separación artificial: «De sus cantos y pergaminos, infolios, colecciones y fotografías iba saliendo la afirmación capital del ser de Cataluña. Pero no era suficiente (…) El ser de Cataluña seguía encastado como los pólipos del coral al ser castellano. Era una unidad, pero no se daban cuenta de que estaba separada de las otras. No veían la separación, no la sentían. La fuerza del hábito, del ambiente y de la educación hacían en el espíritu de muchos de ellos un poso extraño, una segunda naturaleza sobrepuesta de elementos exóticos, que les privaba de ver con toda claridad la obra propia, los propios sentimientos».
  • El odio es el motor «prusés de nacionalisació catalana» hacia la separación: «Calia acabar d’una vegada aquesta monstruosa bifurcació de la nostra ànima, era necesario saber que éramos catalanes y que solo éramos catalanes, sentir lo que no éramos para saber claramente, hondamente lo que éramos, lo que era Cataluña. Esta obra, esta segunda fase del proceso de nacionalización catalana, no la hizo el amor, como la primera, sino el odio».
  • El nacionalismo es «adoración» y victimización: «Desde los primeros movimientos del alma catalana renaciente, los esplays d’adoració anaven acompanyats de retrets als causants de les desgracies de la patria, de cargos embozados, de inocentes amenazas, y con los años predominó esta nota. La obra de reconstrucción topaba siempre con el mismo obstáculo, los males de Cataluña venían siempre del mismo lado. (…) La fuerza del amor a Cataluña, al petar contra el obstáculo, se transformó en odio».
  • El nacionalismo se basa en mentiras: «Tanto como exageramos la apología de lo nuestro, rebajamos y menospreciamos todo lo castellano a diestro y siniestro, sin mesura».
  • El catalanismo es el nacionalismo seminal: «La obra de estos hombres no fue una teoría, ni una doctrina, ni solo un programa; fue un sentimiento, el sentimiento de patria, el catalanismo, que contenía como la semilla contiene el árbol, el programa y la doctrina y la teoría. Solo hacía falta tierra nueva para plantarlo, y nosotros le dimos nuestros corazones vírgenes de todo otro sentimiento, nuestros cerebros sedientos de nueva luz. Esta es la filiación de nuestra doctrina».
  • La esencia de Cataluña es el nacionalismo, todo lo demás es accesorio: «Una Cataluña libre podría ser uniformista, centralizadora, democrática, absolutista, católica, librepensadora, unitaria, federal, individualista, estatista, autonomista, imperialista, sin dejar de ser catalana. Son problemas interiores que se resuelven en la conciencia y en la voluntat del poble (…) No és qüestió de bon govern ni d’administració; no és qüestió de llibertat ni de igualtat; no és qüestió de progrés ni de tradició: és qüestió de Pàtria. Aquesta és la gran ensenyança».

Quedan dichas por el fundador del nacionalismo unas cuantas verdades que no podem oblidar.

En les darreres dècades la principal ideologia a Catalunya ha estat el nacionalisme, una doctrina funesta del segle XIX. El catalanismo no es el futuro, sino parte de un pasado de disimulada «construcció nacional» que nos ha llevado a este presente explosivo. El catalanismo no ha construido la Cataluña moderna, sino que la ha desecado, dividido, esterilizado, arruinado, y desvitalizado. El menosprecio catalanista de la Cataluña de la calle, la de nuestras 2 lenguas, de nuestra tradición y cultura compartida y enriquecida por toda España, es la causa de nuestros problemas, y no su solución. Cataluña necesita superar el marco mental nacionalista de los años 70 y abrazar el futuro libre de esta ideología que capa nuestras energías espirituales y materiales.

La idea del «regreso al catalanismo» como solución al nacionalismo es intentar dejar la heroína mascando coca. No és la nostra idea, ni la que necesita Cataluña.

Amar a Cataluña significa abandonar el catalanismo que la está destrozando. ¿Qué más necesitamos para repudiar el catalanismo y decidirnos a ser sencillamente catalanes?

Dolça i catalana Catalunya…



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9 comentarios

  1. Catalanismo es el estiércol, el abono, con el que se nutre el nacionalismo, el separatismo, el fascismo y el golpismo de los partidos catalanes..,,,DE TODOS ELLOS

  2. Feijoo es portuguesista.

    Para fomentar entonces su fantástica idea política, que no se sabe a quien beneficia, él sabe que necesita tres cosas:

    1) ser el mandamás: Presidente del Gobierno y jefe del PP. (ya es una cosa y, si Dios no lo remedia, en 6 meses será también la otra)

    2) apoyo de otros nacionalismos (juntos hacen la fuerza), como el nacionalismo catalan, el vasco, el andalusi, el asturiano, el leonés, el marroquí, el sefardita…y como es precavido, si puede conseguir un acuerdo con los nacionalismos marciano o lunar a cambio de apuñalarnos por la espalda («tu haz lo que quieras en la luna con los marcianos, pero apóyame a mi en Madrid»), pues se hace. ¿para qué están la palabra dada y la negra conciencia?

    3) arriolismo y codicia pura y simple de sus colaboradores (las ricas mamandurrias están diciendo: «¡tómame!»).

    Es evidente que las mamandurrias y las puertas giratorias tienen que desaparecer ¡Ya!

    Y hay que evaluar sus logros y sus fracasos en Galicia.
    Porque lo que haya hecho allí, lo volverá a repetir en Madrid

    Al menos el Conde ya le habrá buscado un candidato para el PP de Cataluña: ¡Miguel Iceta!.
    Como el muy venal le habrá dicho con gracejo:

    «más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer»

    (siempre pensando en nosotros este Conde y Grande)

  3. No puedo estar de acuerdo en considerar que el catalanismo sea para nada ninguna intención separratista, más bien lo considero todo lo contrario, o por lo menos esas eran según mi criterio las actitudes catalanistas del siglo XIX, que inspirándose en un amor a la patria chica Cataluña, se buscaban soluciones para una España que se iba hundiendo en sus propias miserias, sobre todo porque las fuerzas políticas de izquierda iban teniendo cada vez más fuerza. El catalanismo, como el aragonismo, asturianismo, murcianismo, castellanismo son especialidades de eso que siempre se llamó la patria chica, que en vez de estar reñidas con la patria grande España, buscan puntos de entendimiento y concordia. Que me digan que los nacionalistas se aprovechan de este sentimiento para hacer del catalanismo un ardid separratistas, esto si lo veo posible, aunque desde mi punto de vista ni siquiera los primeros nacionalistas eran al completo separratistas, porque también jugaron con su filosofía los testaferros del independentismo, para sacar tajada insidiosa en la búsqueda totalitaria que van buscando de convertir Cataluña en una repulbicheta lo más parecido a un estado dictatorial o comunista, como el que le gustaría a cualquier formación de izquierdas. El catalanismo miraba por España desde el amor a Cataluña, por eso participaron incluso los que buscaban la creación de los estados federales como el señor Valentín Almirall, en el Congreso de Tortosa del año mil ochocientos sesenta y nueve. O hubo nacionalistas como el señor Prat de la Riba que se ha citado por aquí, que apostaba en favor de un regeneracionismo para España. Por eso prefiero no confundirme y seguir en mi conclusión de que el independentismo catalán es solo obra de cuatro testaferros de la política, que recordando las sandeces que soltaba el gurú original del separratismo el ex teniente coronel del ejército español don Francesc Macià, siguen haciendo apuestas por conseguir sus aspiraciones ambiciosas donde lo que más prevalece es la codicia y la corrupción.

    • Una cosa es que te guste tu tierra, principalmente porque es lo que conoces, tu familia y amigos viven en ella…y otra cosa muy diferente es darle un significado especial, separado, como si fuese lo mejor del mundo y tu autoestima dependiese de ello.

      Tarde o temprano eso acaba por convertirse en un monstruo con vida propia que, cual Moloch, acaba reclamando víctimas y comiéndoselas vivas (tu y tus vecinos)

      Y como esto es un sentimiento (esto es, es irracional), da pie a los políticos a utilizar ese sentimiento para dominar a los ciudadanos («si eres un buen catalan tienes que hablar sólo catalan, votar a un partido que defienda Cataluña de los opresores españoles y odiar a los «españoles» «)

      Así es como el Caco Pujol ha llegado a donde ha llegado y ha robado los miles de millones de euros que tan patrioticamente ha robado,

      ¿Cómo saber si te estás ideologizando?

      Si te emocionas con cualquier cosa catalana sólo por ser catalana; si consideras que las cosas catalanas son mejores que las de los demás, si te sientes superior a los demás porque eres catalan o hablas catalan.

      Lo «catalan» o lo «francés» o lo que sea…son conceptos abstractos que no existen en la realidad (los conceptos y lo abstracto son construcciones humanas; fabricaciones).
      Es cada uno de nosotros quien le da un valor. Cuando ese valor subjetivo entra por la puerta, el sentido común, la razón y el sentimiento de ser uno con la humanidad salen por la ventana.

      No es de extrañar que el nacionalismo nos haya castigado con dos sangrientas guerras mundiales en el plazo de 20 años. En beneficio de nadie.

  4. Pienso que Feijóo, como aspirante a presidente de un nuevo gobierno más serio y competente que el padecemos actualmente debería ser mucho más prudente y sensato en sus opiniones, que deberían ser más cuidadas y meditadas y recordar lo que explicaba el general De Gaulle sobre las difrencias conceptuales entre patriotismo y nacionalismo y reflexionar ondamente sobre estas ideas.
    Si lo hiciera, posiblemente entendería que no sepuede defender con honestidad intelectual la idea del nacionalismo catalán o gallego o vasco o andaluz o..el que sea …sin caer en la trampa inaceptable del regionalimo racista, excluyente y anacrónico. Según De Gaule el concepto de patriotismo hace referencia a sentimientos de amor hacia lo propio, el territorio, la lengua, el folklore, las expresiones culturales, las costumbres, las gentes y su idiosincrasia particular, etc…… mientras que la idea de nacionalismo implica sentimientos de superioridad de las características propias frente a las de otros grupos humanos vecinos y, por tanto, fomenta la afirmación de la bondad exclusiva de lo nuestro y el desprecio a lo de los otros vaorados de esta manera como inferiores. Y de este desprecio racial al odio tribal al vecino solo media un paso, un corto paso que dificulta o impide una convivencia armoniosa entre grupos humanosy que con frecuencia ha conducido,como relata lahistoria, a enfrentamientos armados y a insensatas guerras de exterminio de unos contra otros. Por tanto, reflexión y sensatez, señor Feijóo, que para disparates ya estamos bien servidos con lo que tenemos ahora.

  5. Josep Bou carga con dureza contra el Partido Popular catalán

    Bou asegura que desde el día siguiente de las elecciones ya no le querían

    https://www.elcatalan.es/josep-bou-carga-con-dureza-contra-el-partido-popular-catalan

    • Josep Bou tiene dos problemas:

      1) es demasiado buena persona; y eso en política no funciona. Lo único que funciona son los Pedro Sánchez, los Iván Redondo, los etarras de Bildu…

      2) el PP es realmente el PA (Partido de Aznar).

      Y resulta que Aznar (y su ivanredondo particular, Arriola) es un corrupto y vive del tráfico de influencias.

      ¡Pero si Aznar dejó la política activa (de primera fila)!

      Sí, pero para poder traficar en influencias tiene que tener mano en su partido; si no no se come una rosca. Así enchufo a su amigo personal, Blesa, para desfalcar Cajamadrid.

      ¿Y cómo puede seguir teniendo influencia después de estar políticamente muerto?

      Pues exactamente como Napoleón: con las instituciones del partido creadas por él (y su fundación)

      Rece, Bou y rece mucho porque, hoy como ayer a otro, el ladrón Pujol ha pedido su cabeza en una bandeja de plata y hoy como ayer Génova ha acordado en entregarla a cambio de algún voto o de algún asiento en un consejo de administración para algún fiel amigo.

      Cuando sólo se está en política por la pasta («para hacer dinero») el resto (patriotismo, nobleza, honradez…) sobra.

      ¡Que Dios le coja confesado!
      (y a nosotros, también; que vamos detrás)

  6. Estoy de acuerdo, el catalanismo es una de las muchas trampas semánticas que utiliza el nacionalismo para parecer menos agresivo y dialogante, pero hasta el más lerdo sabe de que se trata a la hora de votar leyes como la infame ley de normalización lingüística. Por si quedaran dudas el PSC se define como partido catalanista y sabemos que esto no es más que un disfraz, porque una y otra vez el PSC llega a acuerdos de todo tipo con ERC, PDCat, BComú y cualquier partido catalán de la órbita secesionista. las hemerotecas no engañan.
    Evidentemente, la alternativa sólo pueden ser los partidos constitucionalistas, pero en estos momentos, en mi opinión, se impone una coalición de partidos constitucionalistas dispuestos a plantar cara en las próximas elecciones catalanas y autonómicas.
    ¿Se va a explorar la coalición Cataluña Suma o Cataluña en Positivo u otro enganche electoral que agrupe a los ahora dispersos partidos constitucionalistas en Cataluña? Es momento de salir del marasmo que conduce al desanimo del votante y al éxito de los nacionalistas. Es momento de grandeza y generosidad, no hay nada que perder.

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