La debeladora del totalitarismo destroza el mantra nacionalista y socialista de «yo no creo en Dios, creo en el pueblo».
¿Qué es una ideología? Hannah Arendt nos explicó que las ideologías son un componente imprescindible del totalitarismo, «ismos que para satisfacción de sus seguidores pueden explicarlo todo deduciéndolo de una sola premisa». Las ideologías son religiones laicas, artefactos artificiales que idolizan cualquier ocurrencia humana, inmanente y relativa. En concret el nacionalisme és la religió de substitució que avui mana entre els polítics catalans i bona part del seu ramat popular.
En 1963 el místico judío Gehrard Scholem intercambió con Hannah Arendt varias cartas a propósito del sionismo, que es la ideología que combina nacionalismo y socialismo aplicados al pueblo judío. Scholem le reprochaba a Arendt (ambos eran judíos alemanes), que no fuera sionista: «te considero en todo como una hija de nuestro pueblo, y de ninguna otra forma», pero «en ti no encuentro apenas trazas de amor al pueblo judío».
La resposta de la filòsofa jueva cal rumiar-la bé:
«Nunca he pretendido ser nada más, ni nada distinto de lo que soy (…) Para mí habría sido como decir que soy un hombre y no una mujer, o sea una locura (…) Siempre he considerado mi condición judía como uno de los datos incontrovertibles de mi vida (…)
Permíteme que te cuente una conversación que tuve en Israel con una destacada personalidad política que defendía la –en mi opinión, desastrosa– no separación en Israel entre la religión y Estado. Lo que decía –no recuerdo con seguridad sus palabras exactas– sonaba más o menos así: “Comprenderás que, como socialista, yo desde luego no creo en Dios; creo en el pueblo judío”. Esto me parecía una afirmación desconcertante y tan desconcertada me dejó que no respondí en aquel momento. Pero podría haber respondido: la grandeza de este pueblo consistió una vez en que creía en Dios, y creía en Él de tal manera que su confianza y amor hacia Él era mayor que su temor. ¿Y ahora este pueblo sólo cree en sí mismo? ¿Qué provecho cabe esperar de ello? Pues bien, en ese sentido yo no “amo” a los judíos, ni “creo” en ellos; simplemente formo parte de ellos como algo evidente, que está más allá de toda discusión».
Ho diu tot: com lo normal és ésser català sense que això sigui el centre de la teva vida, cómo es irracional vanagloriarse de lo regalado, cómo el Estado laico es en realidad una teocracia ideológica, cómo la fe en Dios hace grande al hombre… Incluso avanza la «locura» del generismo. Lecciones para meditar y no olvidar.
Y es muy significativa la identificación que hace Arendt entre socialismo y nacionalismo, ambos divinizadores del colectivo «pueblo», notando que las ideologías secan el alma y sustituyen a Dios por idolillos. Nos ayuda a entender no sólo la locura nacionalista, sino por qué el PSC-PSOE es la inevitable chacha del nacionalismo que profesa sus misma religión sucedánea.
Resulta estremecedor comprobar cómo la Cataluña nacionalista se parece cada vez más al régimen totalitario que describió la filósofa alemana.
Dolça i totalitària Catalunya…
Categories: Pensando bien
Es desolador repetir punto por punto errores tan mortíferos que deberían haber enseñado a todos.
Hay algo en nuestro sistema político que favorece una y otra vez que unos tarados se apoderen, democraticamente, de los resortes del Estado y se pongan a robar y perseguir a los ciudadanos con una buena excusa.
Que si los «proletarios», que si «la nación», que si la «lengua»…y ahora que si los lgtb, que si el feminismo, que si los koalas…
¿Qué nos deparará el mañana -si sobrevivimos a las sospechosas vacunas de los malthusianos supermillonarios-?
Yo creo que hemos sustituido, con las mejores y más altas y racionales de las intenciones, la religión de la tierra, por una ideología, cortada a medida por el político para…¡llegar al poder y mantenerse en él!
Esto es un suicido general, porque el político solo mira sus egoístas intereses y sólo por cuatro años, que es lo que normalmente va de una elección a otra…
Parece que el sistema político que sale con la Revolucion Francesa se va refinando cada vez más con la experiencia, el paso del tiempo y el control total de los medios de comunicación.
No es de extrañar que se hayan cargado la religión y todo lo que de una manera organizada sea un control a su poder o favorezca que los súbditos -porque en eso nos han convertido- no tengamos conciencia ni sentido del bien y del mal.
Sí, las ideologías matan. ¡Todas!
Y ahora ¿quién nos salvará de estos tarados tan pagados de sí mismos y que tan bien nos hacen pagarles por nada?
Pues alguno habrá que diga:
«El votante que la hace, la paga».
Y ni siquiera en el pueblo. Es más, yo no creo en nada. Sólo sé quién es honrado y quién no. Y no lo sé por mis creencias, sino por lo que los demás me demuestran con sus actos. Del creer al saber hay un precipicio, justo ese que quieren evitar los charlatanes para seguir estafando. Yo le otorgo mi respeto a los demás, y también mi confianza, no por ignorancia, sino por cortesía: lo demás depende de su mano, no de la mía.
La libertad era eso.