Genial Puebla, como siempre.

No le dé más vueltas: el  nacionalismo es una ideología. A Catalunya va néixer fa 118 anys amb el Cercle Catalanista escindit del grup d’en Valentí Almirall, va mostrar el seu esfereïdor fracàs els anys 30 amb els sonats d´en Macià i en Companys, va ser rebutjat pels catalans durant dècades i va ser ressuscitat artificialment amb el Pujolisme. Després de 37 anys els fruits en són els mateixos de tots els nacionalismes arreu: divisió, corrupció, mal rotllo i ruïna econòmica.

La ideología nacionalista se sustenta en Tres Mandamientos. Apréndaselos de memoria porque le permitirán entender la cabeza de los fanáticos que nos gobiernan:

– El Primero, SOMCOLLONUTS. En el fondo quieren decir que els catalans som superiors als “espanyols“. Lo escribió Pujol en los años setenta. Lo proclamó abiertamente Heribert Barrera. Se le escapa a Junqueras. Incluso al chófer de Otegi, el zamorano David Fernàndez Ramos. Lo proclaman jerarcas nacionalistas como la Forcadell , el sobrino de Trias o Quim Torra, el inquietante capo de Òmnium\Òdium cultural. Hasta el Wall Street Journal reconoce que cuando en  TV3 alguien habla en castellano, “lo más normal es que sea un criminal o una puta”.

– El Segundo, ENSVOLENAIXAFAR. Que se declina, según el momento y audiencia, en el noensestimen (para los menos convencidos), el espanyansroba (para los sacudidos por la crisis), el ensvolenresiduals (para los atrapados en la cultureta) o el volemserlliures (para los convencidos y radicales). En el fondo es el victimismo de siempre, inoculado en la escuela y repetido en los medios subvencionados por la Generalitat (o sea absolutamente todos en Cataluña). El simposio “Espanya contra Catalunya” o el mausoleo del Borne son dos ejemplos institucionales del ensvolenaixafar. El nacionalismo, sin victimización, se ahoga y se muere. Es tan importante este mandamiento que mire cómo lo recita Puigdemont:

– El Tercero, CATADISNEY. Para romper lo que construimos durante siglos es necesario ofrecer una alternativa mínimamente ilusionante. Primero fueron las competencias: “cuando controlemos esto todo irá mejor”. Ahora es el “cuando siguemlliures serem Dinamarca”. O sea, seremos más ricos, altos y guapos. Y como aseguraba la ANC, tindrem gelatdepostrecadadia. “El cel a la terra”, que deia la Madame Casals. A veces se les escapa que no será así, sino todo lo contrario -como cuando el pobre hombre de Súmate reconoció que seríamos el doble de pobres o cuando el capo de la ANC Jordi Sànchez admitió que saldríamos de la UE- , pero el desliz se tapa rápidamente. Catadisney, como la promesa de plenitud final que hacen todas las ideologías, es sólo una secularización del cristianismo: me quedo con la promesa final del paraíso en la tierra, pero quito a Dios y lo sustituyo por lanació. Los técnicos le llaman milenarismo y es muy, muy peligroso.

Però tot és mentida. Ni somcollonuts  (por ejemplo, el 58% de las regiones europeas es más competitiva que Cataluña), ni ensvolenaixafar (por ejemplo, Cataluña es el 17% de la población española y recibe el 32% del presupuesto para Cercanías), ni anemaCatadisney, sino a un sitio donde habrá «hòsties que pariran terror» (según la CUP, el socio de gobierno de Puigdemont).

Som catalans, no mickeymouses o goofys.

Dolça i timada Catalunya…

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