I el socialisme una «fe cega». Aviam si ens assabentem.
Hannah Arendt, la filósofa que describió el movimiento totalitario, nos explicó que las ideologías son un componente imprescindible del totalitarismo, «ismos que para satisfacción de sus seguidores pueden explicarlo todo deduciéndolo de una sola premisa». Las ideologías son religiones laicas, artefactos artificiales que idolizan cualquier ocurrencia humana, inmanente y relativa. En concret el nacionalisme és la religió de substitució que avui mana entre els polítics catalans i bona part del seu ramat popular.
Vers la fi del 1944 Hannah Arendt escriu Zionism reconsidered. Allà es desvincula del sionisme, que com sabem és una barreja de nacionalisme i socialisme con que el pueblo judío sustituye a Dios. Para Arendt esta ideología y su desprecio por los árabes reproduce los modelos occidentales, y la construcción del Estado judío se hacía «en detrimento de la patria judía».
Encontramos en ese artículo un párrafo muy interesante sobre las ideologías més populars a Catalunya i la seva situació vers la fi dels anys 40 del segle XX:
«El socialismo, que, pese a su superstición materialista y a su ateísmo ingenuo y dogmático, empezó animando al movimiento obrero revolucionario, atormentó durante tanto tiempo la mente y el corazón de sus seguidores con la opresiva ‘necesidad dialéctica’ que éstos acabaron aceptando prácticamente todas las situaciones inhumanas existentes. Y esto fue así porque, por una parte, su genuina experiencia política de justicia y libertad se hizo cada vez más débil y, por otra, porque su fe ciega en un progreso constante y sobrehumano se hizo cada vez más fuerte.
Por su parte, el nacionalismo se convirtió en una auténtica calamidad y en una fuente de fanatismo en el momento en que se hizo evidente que el principio de la organización nacional de los pueblos, antaño grandioso y revolucionario, ya no era capaz de garantizar la verdadera soberanía del pueblo en el seno de las fronteras nacionales, ni aún menos de establecer una relación justa entre los pueblos más allá de estas fronteras».
El socialisme veu que la seva fantasia de justicia, igualtat i llibertat no és plenament possible a les societats humanes, y se empeña en vendernos una fe irracional en el progreso, en que cada generación es mejor que la anterior y un día establecerán el paraíso en la tierra.
Y el nacionalismo es un fanatismo que no sirve ni para lograr la fantasmagórica «sobirania del poble», reduïda a relacions clàssiques de poder.
I pensar que ací ens morim per aquestes ideologies tan inútils i devaluades.
Dolça i fanatitzada Catalunya…
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La fe irracional en el «progreso» la fomenta la burguesía, evidentemente por los éxitos económicos que trae la industrialización, pero que sólo beneficia a los ricos, que son los que tienen dinero para invertir y por tanto para ganar.
Con ello sustituyen las relaciones naturales de hermandad, familia, religión, vecindad en dinero y invertir para ganar eliminado los valores que tiene cualquier civilización: nobleza, caridad, trabajo, artes, solidaridad…
No es de extrañar que frente a la explotacion que crea la burguesía, ahora libre de trabas y con el gobierno en sus manos gracias a su Revolucion Francesa, los explotados acaben uniéndose en defensa propia.
Lo que acaba sucediendo es lo que denuncia Arendt:
El socialismo se convierte en nuevo instrumento de opresión -contra el Pueblo y especialmente los débiles-.
En parte porque el ídolo del dinero no ha sido derrocado. Sólo lo adoran más; y los políticos, que lo saben, utilizan el señuelo para aprovecharse.
Lo dice la propia palabra, idealismo viene de ideal o de ideales, que según el diccionario es lo perteneciente o relativo a las ideas, dentro de un croquis de modelo perfecto que sirve de norma en cualquier dominio. Por eso si estamos hablando de lo perfecto, para que preocuparse de lo que puedan opinar los demás. Como quiera que perfección no puede haber más que una, porque se entiende que lo demás es imperfecto, lo que está claro es que esta perfección la tienen los idealistas, porque son los que se limitan a ensalzar lo ideal. Es a partir de esta matraca mental que se mueven las organizaciones de izquierda, tremendamente idealistas todas ellas, a las que le siguen a la zaga las agrupaciones separratistas que tampoco dudan en ensalzar sus ideales, sobre todo si con ello consiguen sus escrupulosos objetivos ideológicos.
Una persona mentalmente sana, acepta la realidad como es, intenta modificar lo que pueda y se olvida de lo que no pueda; si le perjudica en algo intentará protegerse o defenderse,
Los neuróticos no aceptan la realidad; lo normal es que estén peleados con ella.
Ello les causa enormes problemas, oportunidades perdidas y agotamiento mental; y arruinan la vida a todos los que les rodean.
Los idealistas son neuróticos perdidos que se empeñan en cambiar la realidad con un método. Método que nadie sabe si funcionará o no, si será beneficioso o no y si le gustará a los demás, porque no vivimos solos en el mundo y nadie tiene derecho a tocarle las narices a los demás.
Y sí, también se pelean con los demás e intentan arruinarles la vida por la idea de alguien escrita en un papel.
Algo así como una maldición gitana que produce peste mortal.
Pedro Sánchez, Zapatero, Lenin, Stalin…y otros enfermos mentales son solo unos ejemplos.