No volvamos otra vez a la casilla de salida.

Las principales lecciones que nos han enseñado 130 años de nacionalismo catalán son 3:

• El nacionalisme és una ideologia del segle XIX basada en sentiments descendents (odio, ira, victimismo, soberbia, narcisismo, resentimiento, egoísmo…)
• El nacionalisme sempre és separatista.
• El catalanismo es el disfraz del nacionalismo para colarse en corazones y mentes de quienes aman Cataluña. Como dice Cristian Campos, es «el efuemismo amable del nacionalismo». O com ho explicava en Josep Pla el 1924:

“Com que la paraula ‘nacionalisme’ (…) és una paraula suspecta de xovinisme i de particularisme intolerant, fou clarament proposat, temps enrera, que, del moviment polític, no en diguéssim nacionalisme, sinó simplement catalanisme, paraula més comprensiva i diplomàtica”.

Si recordamos estas lecciones seremos capaces de superar la ideología más letal del siglo XX. Si les oblidem no ens anirà bé.

Es lo que acaba de hacer Pau Guix -intel.lectual de referència per cada cop més catalans- en una entrevista con El Catalán:

«Los separatistas han dado un golpe de Estado y están de rositas en la calle. El terrible abandono que sentimos los catalanes libres de nacionalismo por parte del Estado, frente a los totalitarios de lazo amarillo en la solapa, no tiene enmienda a día de hoy (…) PSOE y PP tienen gran parte de culpa por sus recurrentes pactos con los nacionalistas (…) pero la dejación de funciones, el vivir las delicias de Capua, la soberbia y la huida hacia Madrid de Ciudadanos y de sus líderes, ha sido la estocada final a una resistencia endeble y precaria. (…)

Que los partidos y gobernantes que sucedan a Sánchez lo anoten bien, por favor: tolerancia cero con los nacionalismos. Y que hagan grandes pactos de Estado con los partidos de ámbito nacional que estén en la oposición, independientemente de su color político (izquierda/derecha), y no vuelvan jamás a depender de un solo voto de un partido nacionalista. (…)

La alternativa a la Constitución es más Constitución. Más España y menos taifas autonómicas. No hay otra. (…)

Catalanismo es nacionalismo. Siempre. Y nacionalismo es totalitarismo, supremacismo y xenofobia (…) Aunque Josep Ramon Bosch haya acabado de mamporrero del “catalanismo” no permitamos que trate de engañarnos con estos movimientos que no son más que una vulgar treta nacionalista».

Res més, senyors. Ahora falta que se enteren las listillas élites de Madrid.

Dolça i informada Catalunya…

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