Un ideólogo del prusés reconoce que es cosa de «ricos»

Había que cambiar el espanyansroba por el dretadecidir para timar con el prusés a más gente.

Salvador García Ruiz (sisplau, digui espanyansroba als avis al catalanitzador de cognoms) es un economista fanatizado por el nacionalismo. Su MBA en Nueva York el seu breu pas per una consultoria estratègica americana li va fer veure que era clau convèncer la premsa anglosaxona de que el prusés era bo. Así que Salva, que no es tonto, se lanzó y fundó sin subvenciones el Colectivo Emma que agrupaba a una cincuentena de voluntarios dedicados a escribir cartitas educadas y muy documentadas sobre Cataluña a los medios anglosajones. Sempre des de la perspectiva nacionalista, és clar. Pero pronto  -com sempre- García entró en la órbita de las subvenciones y el sr. Carulla (el dueño separatista de Gallina Blanca / Ultima / Yatekomo / Advance) lo puso a llepar de consejero delegado en el ARA.

En diciembre de 2012 García hacía las declaraciones que puede oír arriba:

«Es más fácil que el mundo entienda que queremos un estado y no más dinero, porque más dinero quiere todo el mundo: lo quieren las  regiones ricas de los países, los ciudadanos más ricos…  todos quieren más dinero. Que queremos un estado es una cosa muy singular, y creo que es más fácil entender esto que lo otro».

Notem 2 coses importants:

  1. El «pacte fiscal» y el espanyansroba era demanda de ricos. García vio que con eso no se llegaría lejos.
  2. La forma de ganar adeptos al nacionalismo entre las clases medias y bajas era transformar el discurso económico en democrático: el dretadecidir. La secesión ya no sería cosa de ricos, sino de demócratas, y sería simpático a mucha más gente, también en el el extranjero.

Y muchos (PSC/PSOE, Podemos) siguen tragándose la milonga. Però per molt que es disfressi amb màrqueting, queda lo mateix: el prusés es cosa de rics. Y de los tontitos de la Moncloa y las Cortes, que siguen durmiendo esperando que los dolços les hagamos el trabajo de contrarrestar la propaganda nacionalista.

Dolça i aburgesada Catalunya…

 



Categories: Economía, Huid del nacionalismo

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7 comentarios

  1. »El nacionalismo es una invención de la burguesa para,dividir al proletariado.»
    (Carlos Marx).

  2. Y votar a alcaldesas pijo-neocomunistas y neoseparatistas también es de ricos:

    Colau dice que Barcelona no depende solo del Mobile: «Debe tener amor propio»

    https://www.vozpopuli.com/politica/Colau-Barcelona-depender-MWC-Debe_0_1328567291.html

  3. Que es lo que el de Teruel Existe dijo a la cara al recogenueces hijo de soriana:

    El tema de las nacionalidades es cosa de ricos, nosotros luchamos por la supervivencia. El Estado español ha sido España para unos cuantos, pero para otros no ha sido nada, ha sido el olvido

  4. y por la globalizacion pues estos millonetis catalanes cada vez pintan menos igual que los ingleses provocadores del Brexit, ya lo decia Tony Benn lord multimillonario laborista mas ultra que Corbyn «England is the last colony of the British Empire»hace cuarenta años y los millonarios americanos standard tipo Trump hasta los 90 ridiculizados por los nuevos millonarios 15 p 20 veces mas ricos y conseguido en un pestañeo,ni heredado ni conseguido en un monton de años

  5. Garcia Ruiz….firme….arrrr!!!!

    Senyor, si senyor. A sus pies, senyor.Deme algo, senyor.

  6. http://www.filosofia.org/his/h1956rn.htm
    Declaración del Partido Comunista de España

    Por la reconciliación nacional,
    por una solución democrática
    y pacífica del problema español
    Junio de 1956

    Se acerca el XX aniversario de una fecha histórica, del 18 de julio de 1936, en que comenzó la guerra de España.

    Este aniversario coincide con una nueva situación nacional e internacional que exige de las fuerzas políticas españolas definir su posición ante los importantes problemas que están al orden del día. El Partido Comunista de España fija la suya en el presente documento.

    La fecha del 18 de julio ha tenido hasta ahora dos significaciones:

    Una, la oficial, que celebraba la victoria de las fuerzas franquistas y que entrañaba la perpetuación del espíritu de guerra civil, el odio contra republicanos y demócratas, el tono de cruzada frente a más de media España.

    Otra, la de los que fuimos derrotados, pese a defender una causa justa. Nuestra celebración, a su vez, significaba la reiteración de nuestra confianza en el restablecimiento de la democracia, la no aceptación de una derrota injusta, el legítimo orgullo de haber resistido heroicamente cerca de tres años a fuerzas superiormente armadas y –¿por qué no decirlo?– cierto ánimo de revancha.

    Pero en los últimos años se ha producido una importante evolución. Fuerzas considerables, que en otro tiempo integraron el campo franquista, han ido mostrando su discrepancia con una política que mantiene vivo el espíritu de guerra civil.

    En el campo republicano son más numerosas e influyentes las opiniones de los que estiman que hay que enterrar los odios y rencores de la guerra civil, porque el ánimo de desquite no es un sentimiento constructivo.

    Un estado de espíritu favorable a la reconciliación nacional de los españoles, va ganando a las fuerzas político-sociales que lucharon en campos adversos durante la guerra civil.

    Ya en el curso de ésta, el Partido Comunista vió la necesidad de llegar a un acuerdo entre los españoles, que garantizase la independencia nacional y la convivencia civil. Ese acuerdo no fué posible entonces, a pesar de que también en el campo opuesto había fuerzas que lo deseaban. [2]

    En su carta a la redacción de «Mundo Obrero», de marzo de 1938, el Secretario General del Partido Comunista, José Díaz, escribía refiriéndose a la unidad que necesitaba nuestro pueblo:

    «Esta unidad debe comprender importantes capas de la población, que en la zona facciosa están bajo el yugo y quizá bajo la influencia de la propaganda fascista, debe comprender a todos los españoles que no quieren ser esclavos de una bárbara dictadura extranjera.»

    Consecuente con esta posición, el Partido Comunista fué uno de los inspiradores de la política expresada en los «Trece puntos» del gobierno republicano, política que se proponía un acuerdo entre los dos campos en guerra, sobre la base de un compromiso que garantizase la independencia de España; que no hubiera represalias y el derecho del pueblo a elegir libremente sus gobernantes.

    Esta orientación ha sido una constante de nuestra política de unión nacional. Se encuentra en nuestro manifiesto de septiembre de 1942, donde proclamábamos: «la reconquista de España para la libertad y la democracia no puede ser obra de un partido o una clase, sino el resultado de la conjugación de esfuerzos de todos los grupos políticos nacionales, desde los católicos hasta los comunistas.»

    Posteriormente, en la clandestinidad y la emigración, no hemos cesado de preconizar la unión nacional de los españoles, de insistir en la necesidad de cerrar el foso abierto por la guerra civil entre unos y otros, de encontrar un terreno común para impulsar el desarrollo nacional y elevar el bienestar de los españoles.

    Ese es el sentido de nuestra política de unión y de frente nacional reafirmada por el V Congreso de nuestro Partido celebrado en noviembre de 1954, línea que hemos defendido consecuentemente, incluso cuando la mayor parte de los elementos representativos de las fuerzas de izquierda y de derecha la rechazaban.

    El Partido Comunista sabe que las ideas y soluciones, por muy justas que sean, no se abren camino de la noche a la mañana, simplemente con formularlas. Hace falta luchar por ellas hasta conseguir que ganen la conciencia de las gentes, hasta que maduren las condiciones para que esas ideas o soluciones sean transformadas en realidad.

    Hoy, la idea de una solución pacífica de los problemas políticos, económicos y sociales de España, sobre la base del entendimiento entre las fuerzas de izquierda y de derecha, ha ganado mucho terreno, aunque todavía queden serios obstáculos que vencer.

    En la presente situación, y al acercarse el XX aniversario del comienzo de la guerra civil, el Partido Comunista de España declara solemnemente estar dispuesto a contribuir sin reservas a la reconciliación nacional de los españoles, a terminar con la división abierta por la guerra civil y mantenida por el general Franco. [3]

    Fuera de la reconciliación nacional no hay más camino que el de la violencia; violencia para defender lo actual que se derrumba; violencia para responder a la brutalidad de los que, sabiéndose condenados, recurren a ella para mantener su dominación.

    El Partido Comunista no quiere marchar por ese camino, al que tantas veces ha sido lanzado el pueblo español por la cerril intransigencia de las castas dirigentes a todo avance social.

    Crece en España una nueva generación que no vivió la guerra civil, que no comparte los odios y las pasiones de quienes en ella participamos. Y no podemos, sin incurrir en tremenda responsabilidad ante España y ante el futuro, hacer pesar sobre esta generación las consecuencias de hechos en los que no tomó parte.

    Las fuerzas democráticas españolas no pueden continuar como hasta ahora, al margen de la vida de España, imposibilitadas de enriquecerla y servirla con su aportación cultural y su experiencia política.

    Una política de azuzamiento de rencores puede hacerla Franco, y en ello está interesado, pero no las fuerzas democráticas españolas.

    Existe en todas las capas sociales de nuestro país el deseo de terminar con la artificiosa división de los españoles en «rojos» y «nacionales», para sentirse ciudadanos de España, respetados en sus derechos, garantizados en su vida y libertad, aportando al acervo nacional su esfuerzo y sus conocimientos.

    Es un hiriente sarcasmo que once años después de la derrota del fascismo en el mundo, España sea casi el único país que conserva un régimen fascista. De esta situación sufren todas las clases sociales, excepto un pequeño grupo de monopolistas y gente corrompidas.

    La pervivencia de este régimen es funesta para el país. No existen leyes que garanticen verdaderos derechos a los ciudadanos; no hay instituciones políticas estables respaldadas por el consenso popular. Se mantiene el principio del Partido único fascista. Se persigue a los españoles por motivos ideológicos y políticos. Si la represión se ceba en los comunistas, socialistas, cenetistas y nacionalistas vascos y catalanes, las persecuciones políticas alcanzan también a monárquicos, democristianos, liberales e incluso a los falangistas disidentes. La censura campa por sus respetos, irresponsable, y en muchos casos, analfabeta. La menor expresión discrepante es reprimida utilizando un sistema judicial de excepción que es, de hecho, la continuación de la jurisdicción militar de tiempo de guerra.

    El general Franco continúa amenazando con la guerra civil y con lanzar de nuevo la «ola de camisas azules y de boinas rojas» contra las fuerzas de derecha e izquierda que discrepan de la dictadura.

    Si las fuerzas sociales que retiran su apoyo a Franco se pronunciasen por la reconciliación nacional, el entendimiento que no pudo lograrse entre los españoles durante la guerra civil, podría hacerse hoy, tendiendo un puente entre el pasado y el presente, de cara al porvenir, en el camino de la continuidad española.

    El Partido Comunista de España, al aproximarse el aniversario del [4] 18 de julio, llama a todos los españoles, desde los monárquicos, democristianos y liberales, hasta los republicanos, nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, cenetistas y socialistas a proclamar, como un objetivo común a todos, la reconciliación nacional.

    En el presente documento el Partido Comunista expone su posición sobre cuestiones fundamentales de la política exterior, de la política económica y del desarrollo político del país, formulando algunas proposiciones concretas que somete a la consideración de todas las fuerzas políticas españolas con el ánimo de encontrar una base común de entendimiento y acción.

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