Dudda desnuda los mitos (falsos) del nacionalismo

A partir de las falacias del llepasubvens Álvaro.

Ricardo Dudda nos ha regalado un artículo para enmarcar en Letras Libres titulado Las mentiras del catalanismo. Y lo hace a partir del libro del libro del archillepasubvens Francesc-Marc Álvaro, Ensayo general de una revuelta, que le sirve a Dudda como síntesis del nacionalismo prusesista. El artículo hay que leerlo entero y pensarlo con calma, pero para animarle aquí le dejamos con algunos extractos especialmente significativos:

¿Volver a la política y superar la judicialización?

«El autor defiende que hay que volver a la “política” y al “diálogo”, dos mantras del catalanismo. Es un tipo de autoindulgencia. Volver a la política y superar la “judicialización”, según esta hipótesis, solo se puede conseguir de una manera: olvidando los desmanes del independentismo y aceptando una especie de amnistía general. Aquí no ha pasado nada, sit and talk. Y si ha pasado, ha sido un “fracaso colectivo” (otro mantra del catalanismo que reparte culpas equitativamente).

El procés no es un movimiento autoritario e iliberal basado en argumentos supremacistas y etnolingüísticos que ha intentado por la vía de los hechos una secesión unilateral en contra de la mitad de la población, a la que ha negado sistemáticamente derechos civiles; el procés ha sido y es, para Álvaro, “una historia de dignidad, el ensayo general de una revuelta para pedir respeto y reconocimiento”.

El padrino Pujol como el hombre elegido por la Providencia (ocultando su racismo)

«Álvaro define a Jordi Pujol, presidente de la Generalitat de 1980 a 2003, con el mismo entusiasmo y adulación con el que un peronista definiría a Juan Domingo Perón: “un hombre público de primer nivel que siempre había predicado la ‘autoestima colectiva’ y había acompañado sus acciones de un comportamiento moral explícito”, “Pujol acostumbraba a intervenir con voz original y valiente en los grandes debates de fondo, más allá de las políticas del día a día”, “pocos, como el líder convergente, han sabido dominar los tiempos y han entendido la materia prima del arte de lo posible”.

Álvaro llega incluso a decir que Pujol “había analizado muy a fondo, y antes que la mayoría de políticos catalanes y españoles, la realidad de la inmigración que había llegado a Cataluña”. Pero olvida mencionar el contenido y tono de ese análisis. En 1976, Pujol publicó ‘La inmigració, problema i esperança de Catalunya’, donde dice que el hombre andaluz “constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. […] es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña”. En una crónica publicada en El País en 2001, la esposa de Pujol, Marta Ferrusola, dice: “las ayudas son para esta gente que no saben lo que es Cataluña. Solo saben decir dame de comer […] Mi marido está cansado de darlas a magrebíes y gente así.” Pero quizá la anécdota que mejor representa el racismo “fino” del pujolismo es otra que cuenta Ferrusola: “A veces, jugando en el parque se me acercaban [mis hijos] y decían: ‘Avui no puc jugar, mare, tots són castellans’.”

Diálogo… para que les demos la razón y bajemos la cabeza

«El autor, como buena parte del catalanismo que se dice “pactista” y que reivindica la política frente a la “judicialización”, exige un diálogo libre y sin cortapisas. Pero, realmente, tiene unas condiciones muy estrictas. Para que sea posible, da a entender, hay que aceptar varias premisas independentistas manipuladoras o directamente falsas: que hubo una “intensa represión” durante el 1 de octubre, que hay políticos en el “exilio”, que ha habido 131 presidentes de la Generalitat, que existe una “voluntad de ser” de los catalanes (una frase que parece más de Herder o Fichte que de alguien del siglo XXI), que el nacionalismo independentista es “cívico” y no “étnico” o que existe algo llamado “derecho a decidir”.

Pero lo realmente fundamental para que se desarrolle ese diálogo “libre” y “sin condiciones” es ignorar la existencia de una parte de la población catalana contraria a la independencia. Esa comunidad antiindependentista, a la que se le ha negado la condición de sujeto político durante años, es el gran elefante en la habitación del independentismo, pero también del catalanismo, que siempre ha proporcionado el soporte intelectual al independentismo».

Hay que «normalizar» a los malvados catalanes libres de nacionalismo

«Si el catalanismo es el consenso, tiene necesariamente que ser lo correcto. Por lo tanto, el anticatalanismo es indeseable. En Cataluña, los consensos no se dan sino que se fuerzan: por eso hace falta “normalizar” la cultura catalana (es decir, volverla más nacionalista) y los consensos amplios realmente no lo son tanto (como el mito de que la gran mayoría de catalanes está de acuerdo con la inmersión lingüística).»

Gràcies, Ricardo, per mostrar-nos l’entramat d’aquesta ideologia supremacista que tant de mal ens fa. Ahora mire ud. hacia la «Mesa del Golpe»: lo entiende todo mejor, ¿verdad?

Dolça i desmitificada Catalunya…



Categories: Huid del nacionalismo, Pensando bien

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9 comentarios

  1. Agresión a una família en la Meridiana

  2. Lo que para mí es más preocupante es que ya se han tomado posiciones y aceptado los mantras más disparatados como verdades inamovibles y no se atisba en el horizonte ni la más pequeña duda o cuestionamiento sobre la curiosa situación política que tenemos que padecer en Cataluña y también el conjunto de España, bautizada falsamente como «conflicto” que por más libros, artículos e informaciones sorprendentes que se ven a diario queda todo aceptado con la mayor indiferencia por una gran mayoría que creen que la cosa “no va con ellos”.

  3. El consenso es la manera que tienen los políticos, catalanes y no catalanes, de denominar la corrupción por ellos deseada.

    Donde hay consenso no hay democracia.

  4. No se debe “dialogar” con posturas totalitarias y excluyentes de base (da igual que sean de Esquerra que de Junts ) su raíz es excluyente, totalitaria, anti democrática, racista Asqueroso, la verdad … en este caso con los españoles … es así, negarlo es no querer ver la realidad

    El problema es que algunos representantes de la izquierda en España ha mutado a algo súper totalitario e intolerante y claro se entienden fenomenal con los separatismos periféricos, por que son de igual naturaleza.

    Todo por poder 😝 ¿Y con la mayoría de los ciudadanos españoles que pasa? Pues a engañarnos , a envenenarnos, enfrentarnos …. a arruinarnos económica y moralmente.

    Vamos, un poema trágico para España … como siempre que aparecen traidores. Si, si TRAIDORES , con todas las letras.

  5. Pactismo=Pastelero
    No judicializar la política=Impunidad

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