Recuerde: el nacionalismo siempre, SIEMPRE, es separatista.

Para Cataluña eso del nacionalismo era algo extrínseco: els catalans no teníem dubtes de qui érem i no necessitàvem que cap ideòleg ens digués que ens havíem de fer un idolet amb la senyera. Por eso los primeros nacionalistas se llamaron “regionalistas” o “catalanistas”, y la Lliga Regionalista se fundó como aparente instrumento de apoyo al general Polavieja. El objetivo estaba claro: dar gato por liebre e ir atrayendo a los catalanes al foráneo nacionalismo mediante su vinculación a lo que les era familiar. De fet, muy pocos de los votantes de la Lliga eran nacionalistas, pero les seducía el lenguaje cercano y la exaltación de lo vecino.

No obstante en algunas ocasiones la Lliga no temía presentarse como nacionalista. Así sucedía con Alt Empordà, el medio de comunicación de la Lliga Regionalista en el Ampurdán. No engañaban a nadie, pues en su cabecera se definía como «periòdic setmanal nacionalista». Pero insistamos: bajo el disfraz de regionalismo o autonomismo lo que se coaba era el nacionalismo. Curiosamente la entidad nacionalista más antigua del Alto Ampurdán se constituyó en Borrasá y se llamó Germanor Autonomista. I curiosament l’objectiu dels nacionalistes empordanesos era anar «devers una Catalunya autònoma, guiadora de pobles, hereva de l’imperialisme ibèric que en Prat de la Riba defensava».

Por eso es necesario establecer un axioma que no debemos olvidar, digan lo que digan PSOE, PP, C’s, Moncloa o Generalitat: el objetivo del nacionalismo es SIEMPRE la secesión. Esto es lo que decía su editorial del 11-8-1923, titulado El límit de la llibertat:

«No es pot posar un límit a la llibertat. Una nación tiende fatalmente a su libertad. (…) La nació és una idea eterna. (…) Nadie puede pretender que la nació se inmovilice.

Miremos la Cataluña de hoy, en pleno renacimiento nacional, y comparémosla con aquella otra Cataluña de un siglo atrás, que tenía el alma muerta. (…) La patria la hacen los hombres. Pero los hombres de un momento no pueden hipotecar el porvenir de la patria.

Dentro del actual momento político de Cataluña actúan diversas fracciones que, aunque sientan la idea nacional catalana, no coinciden en determinar los límites de la libertad que hay que ganar para Cataluña al fin del actual combate. Pero nosotros decimos que no se puede poner cotas a la libertad. Y sea cual sea la síntesis política que como solución inmediata se adopte, no hay que pretender ni se debe creer que una solución accidental sea una solución infranqueable. (…) 

Es más probable que los gobierno de España concedan la autonomía a Cataluña, que le reconozcan la independencia. Pero una situación de autonomía no es el límite de la libertad. Si la autonomía viniera, jamás debería convertirse en arma para oponerse a nuestra independencia nacional. (…) 

La esencia nacional de Cataluña es pura y exclusivamente catalana. (…) El límite de la libertad no debe ser marcado ni por una generación ni por una época. La libertad se desenrolla con el alma de la nación. Y no tiene límites y no tiene fin (…)».

En resum: «avui paciència, demà independència». Lo que se coreaba en las manifestaciones autonomistas de los años 70. La consigna d’en Pujol i el nacionalisme des de 1980.

Que no le engañen, dolço. Hace más de 100 años que sabemos de qué va el nacionalismo catalán:

• Se puede llamar regionalismo, autonomismo o catalanismo, pero casi siempre es nacionalismo.
• El nacionalismo distingue entre catalanes vivos (catalanes nacionalistas)  y catalanes con «el alma muerta» (los libres de nacionalismo).
• Cualquier concesión autonomista, federalista o competencial jamás será definitiva, sino accidental.
• El nacionalismo siempre, SIEMPRE, tiende a la secesión, y jamás se dará por satisfecho hasta imponérnosla.

Es imperdonable que tantos catalanes ignoren todavía esto, y que en el resto de España todavía no hayan entendido la esencia del nacionalismo.

Dolça i enganyifada Catalunya…

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