¿La mezquita más grande del mundo en Barcelona?

Ya dijo Àngel Colom que el islam era la religión del Mediterráneo.

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No es ningún secreto que la moderada Qatar está financiando el radicalismo islamista wahabí en Francia, Italia, Irlanda e incluso en España. El emirato quiere invertir 50 millones de euros en los suburbios franceses para implantar su escuela radical de interpretación islámica. En el informe de más de 2.000 páginas, Suburbios de la Republica, encargado a un grupo de expertos del Institut Montaigne, se describe lo pernicioso de esta influencia para la República francesa y sus valores democráticos.

Pero la acción de Qatar no se limita a Francia, ya de por sí muy islamizada. El Emirato está financiando la construcción de una mega-mezquita de varios millones de euros en la isla de Sicilia. El 60% de las mezquitas de Italia están controladas por los Hermanos Musulmanes, de ideología wahabí. En la católica Irlanda, Qatar donó 800.000 euros para construir una mega mezquita en la ciudad de Cork. La población musulmana de Irlanda se ha multiplicado por diez en 20 años.

¿Y qué pasa en Barcelona? La presencia de Qatar no se limita a las camisetas del Barça. De momento rumores y especulaciones, pero según Soeren Kern, tomando como fuente un estudio del Gatestone Institute, la inversión de Qatar quiere centrarse en Barcelona. Corren cada vez más rumores que desean comprar la plaza de toros Monumental y no precisamente para restaurar las corridas. Por el contrario, quieren convertirla en otra mega mezquita. Incluso se habla de rivalidades entres Qatar y Dubai por conseguir la propiedad. Si logran comprarla, la Monumental se convertiría en la tercera mezquita más grande del mundo, con capacidad para 40.000 personas y el minarete más alto del mundo. Algunas fuentes incluso señalan que el consistorio barcelonés estaría negociando con el consorcio alemán formado por las empresas KSP-Engel, Zimmermann, Krebs y Kiefer International para  construirla. El coste aproximado sería de 2.200 millones de euros.

Esto sí que es cultura catalana, y no los toros.

dolca



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6 comentarios

  1. ¿Qué se esconde bajo una mezquita?

    La mezquita no solo es lugar de oración, sino, y principalmente, lugar donde se discuten, se toman y se imponen las consignas sociales y políticas a los «creyentes» musulmanes, que antes que sentirse miembros de la sociedad del país que le acoje son seguidores de un credo opuesto a los valores de las sociedades occidentales.

    Cuando se discute acerca de la posibilidad de construir una mezquita o de conceder terrenos para el mismo fin, es necesario no dar por supuesto el conocimiento del objeto de la discusión.

    La mezquita no es una iglesia musulmana, tiene sus funciones y sus normas. Hay una tendencia debida a la ignorancia del otro, a pensar que, en definitiva, el otro es más o menos idéntico a mí, o almenos parecido. En cambio tenemos que reconocer al otro como distinto, si no queremos admitirlo mentalmente. Por lo tanto, para entender lo que es una mezquita, hay que dirigir la mirada al Islam.

    En la tradición musulmana, la mezquita (giâmi´) es el lugar donde se reune la comunidad (como indica el nombre de giâmi´, la raiz gm´ significa reunir) para arreglar todos sus asuntos: cuestiones sociales, culturales, políticas, como también para rezar. Todas las decisiones de la comunidad se toman en la mezquita. Querer limitar la mezquita a «un lugar de oración» es violar la tradición musulmana.

    El viernes (yawm al-giumu´ ah) es el día en el que la comunidad se reune (como indica el nombre giumu´ ha). Se reune a mediodía para la oración pública seguida por la kutbah, esto es, por el discurso, que no es un pregón. Este discurso trata las cuestiones de la hora presente: políticas, sociales, morales, etc.. En muchos países musulmanes – por ejemplo en Egipto, el más poblado país musulman árabe – todas las mezquitas son vigiladas los viernes, y las más importantes, acordonadas por la policía especial. La razón es sencilla: las decisiones políticas salen de la mezquita durante la khutbah del viernes. En la historia musulmana, casi todas las revoluciones y los levantamientos populares salieron de las mezquitas. La Jihâd, esto es, «la guerra en el camino de Dios», obligación de todo musulmán de defender la comunidad, es proclamada siempre en la mezquita, en la khutbah del viernes.

    Es por lo tanto un error, hablando de la mezquita, hablar únicamente de un «lugar de culto». Como también es un error, hablando de la libertad de construir mezquitas, hacerlo en nombre de la libertad religiosa, en tanto que no se trata solamente de un lugar religioso, sino de una realidad polifacética (religiosa, cultural, social, política, etc.).

    No se debe olvidar que el lugar dedicado a la oración del viernes es considerado por los musulmanes espacio sagrado que queda para siempre en manos de la comunidad, la cual decide quién tiene la facultad de ser admitido y quién en cambio lo profanaría. Por esta razón no se puede otorgar un terreno, por ejemplo por 50 años, para edificar una mezquita: este terreno jamás podrá ser devuelto.

    Existen a menudo en los países musulmanes, en las ciudades, pequeños «lugares de oración», llamados por lo general musallâ, esto es, lugares de oración. Son como «capillas» con capacidad para unas cincuenta personas ubicadas a menudo en la planta baja de una casa, en lugar de las viviendas. Estos lugares, más discretos, son generalmente utilizados casi exclusivamente para la oración del mediodía, permitiendo a la gente de la calle o de los edificios cercanos rezar en paz. Las mezquitas tienen normalmente un minarete desde donde el almuecín llama a la oración. Estos minaretes tienen una función práctica y son ligeramente más altos de las casas que los rodean. En la historia asumieron a veces una función simbólica, de afirmación de la presencia musulmana, e incluso una función política de afirmación de la superioridad del Islam sobre las demás religiones. Su objetivo primordial es permitir a la voz humana llegar a quien vive cerca. En este siglo, se añadieron a menudo megáfonos en los minaretes (sobre todo si cerca hay una iglesia o un barrio cristiano), y los almuecínes añadieron también otras cosas a la llamada a la oración prolongándola.

    Estas innovaciones son contrarias a la tradición musulmana y los países musulmanes rigorosos las condenan, como por ejemplo Arabia Saudí. En otros Estados, como Egipto, el uso del megáfono está limitado únicamente a la llamada (que dura alrededor de dos minutos) y está prohibido para el rezo del amanecer.

    Finalmente hay que preguntarse quien financia mezquitas y centros islámicos. No es un secreto para nadie que gran parte de las mezquitas y centros islámicos de Europa son financiadas por gobiernos foráneos, en especial por Arabia Saudí, que también impone a sus imanes. Ahora bien, es archiconocido que en el mundo islámico sunita Arabia Saudí representa la tendencia más rígida, denominada wahhabita. No son éstos imanes los que podrán ayudar a los inmigrantes a integrarse en la sociedad occidental, ni a asumir la modernidad, condiciones necesarias para una convivencia serena con los autóctonos.

    Tras haber aclarado el objeto de la discusión, nos permitimos algunos elementos de juicio. Permitir a los musulmanes tener lugares de oración en Occidente se da por supuesto. Sería con mucha probabilidad más conforme al contexto sociológico de los inmigrantes tener musallâs, esto es, «capillas» donde podrían reunirse para rezar. También les saldrían más baratas. La mezquita, en tanto que centro socio-político-cultural musulmán, no puede entrar en la categoría de lugares de culto. Necesita ser examinada como tal. A la pública administración compete estudiar cómo ejercer un cierto control sobre tales centros, vista la función política que asumieron en la tradición islámica.

    No se entiende en cambio, en base a cual razón una administración local tendría que regalar el terreno o una parte de la construcción. La oposición que se manifiesta un poco por toda Europa a la edificación de mezquitas puede estar originada por sentimientos de xenofobia, pero con más probabilidad procede del temor que se trate de un acto político de afirmación de una identidad distinta bajo todos los aspectos, demasiado ajena a la cultura y civilización occidental. Si un centro musulmán sirviera para ayudar a los emigrados a integrarse en la sociedad europea, promoviendo cursos y otros servicios, habría que alentarlo, pues se trataría de construir juntos, emigrados y autóctonos, una sociedad común y solidaria. Cabría promocionarse (también materialmente) la constitución de grupos o asociaciones mixtos, constituidos por emigrados (no solamente musulmanes) y autóctonos, para fortalecer la integración de aquéllos en las sociedades europeas y la apertura hacia los inmigrantes. Teniendo en cuenta la tradición musulmana de no distinguir religión, tradiciones, cultura, vida social y política, es importante que los responsables se informen bien para poner en práctica estas distinciones y estén muy atentos a no alentar la politicización (bajo cualquier forma) de los grupos de emigrados (sean o no sean musulmanes).
    Samir Khalil Samir S.J y T. Ángel Expósito Correa.

  2. hay muchas referencias más

    http://www.oem.com.mx/esto/notas/n2209976.htm

    http://desolysombra.com/2011/08/31/la-monumental-de-barcelona-%C2%BFmezquita-en-el-2012/

    Como bien comenta este blog, parece una de las posibilidades que se barajan y de las que más se hablan. Creo que lo de la más grande se debe referir al minarete gigante que se había propuesto.

    De todas formas, Señor Cabré, me alegro que no le agrade la idea. A mí personalmente me repugnaría ver la Monumental convertida en Mezquita. Alá nos guarde de semejante despropósito.

  3. Un vistazo a ese enlace y verás que una plaza de toros no sería nunca la «tercera mezquita más grande del mundo».
    http://blogdebanderas.com/2013/08/21/las-10-mezquitas-mas-grandes-del-mundo/
    Una búsqueda rápida en google y verás que no existen fuentes sobre ese «proyecto» de convertir la plaza de toros en mezquita. No es más que un bulo hecho por los españoles más rancios para atacar el independentismo y la inmigración de un solo tiro.
    Defiende tus ideas pero no lo hagas con mentiras.

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