El CAC prohibe denigrar el independentismo, pero decir «Espanya ens roba» está bien.

Los censores no ven la viga en el propio ojo.

Discurs odi

Según el CAC -el órgano censor de los medios de comunicación en Cataluña- que los periodistas hallen paralelismos entre el nacionalismo catalán y el nazismo es una «infracción muy grave», porque «fomenta el odio, menosprecio o discriminación por motivos de nacionalidad u opinión».

El informe del CAC cita el art. 57 de la LGCA: es «una infracción muy grave la emisión de contenidos que de manera manifiesta fomenten el odio, el menosprecio o la discriminación por motivos de nacimiento, raza, sexo, religión o nacionalidad». También se refiere al art. 510.1 del Código Penal, que tipifica el delito de «provocación a la discriminación, el odio o la violencia» contra grupos o asociaciones por motivos de «origen nacional», mediante medios que faciliten la publicidad. Cita asimismo el delito de injurias del Código Penal (art.208). Y se refiere a la figura del «discurso del odio» elaborada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la ONU, y la UE, definida como «la difusión de expresiones que instan, promueven o justifican cualquier forma de odio, o que traten de transmitir o incentivar el odio, como el nacionalismo agresivo».

Al parecer, estas cosas «generan peligro para la convivencia», porque «promueven el crecimiento de sentimientos de odio y menosprecio, y hasta de discriminación, hacia personas -públicas y privadas»; para el CAC, hay «intención de denigrar y menospreciar a un grupo»: el independentismo.

Resulta chocante la hipermetropía del CAC. Lo realmente peligroso, lo que amenaza con dividir Cataluña y provocar un resentimiento social ingestionable, es el odio a lo «español» que esparce el nacionalismo desde todas las tribunas catalanas.

La prensa catalana lleva a sus portadas el «Espanya ens roba», mientras se llena los bolsillos con las subvenciones de la Generalitat; lo mismo sucede con TV3, pero es «la nostra». Y la cosa va más allá de los medios audiovisuales. En el Parlament se habla con normalidad del «espoli» y del «robatori» español; lo mismo dicen todos los partidos nacionalistas. CiU divulga tranquilamente campañas donde se ve a España robando, o se la trata de «subvencionada» y se la acusa de «vivir a costa de la Cataluña productiva«. Jordi Pujol parece obsesionado con que «España» engaña y perjudica sistemáticamente a Cataluña desde hace siglos, y procura su «ahogo económico e identitario». En muchos pueblos catalanes el Ayuntamiento cuelga pancartas con lemas igualmente odiosos contra «España». El obispo de Solsona insinúa que Cataluña está «ocupada i oprimida« (se supone que por «España»), a pesar de que la Polònia de TV3 no deja de chotearse de los católicos.

¿Y esto no es «intención de denigrar y menospreciar a un grupo»? ¿Esto no «genera peligro para la convivencia»?

Claro que sí. Aunque el nacionalismo haya robado el sentido común a sus fieles.

dolca



Categories: Huid del nacionalismo, Pujol & family

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