Guerras, pestes, milagros… Una vida de película.
Avui és festa gran per molts catalans: Sant Josep Oriol, el sant que nasqué , visqué i morí a Barcelona. Fue el párroco de Santa María del Pino, y vivió en un momento histórico que nos recuerda un poco al nuestro.
En la calle barcelonesa d’En Cuch, en San Pedro de las Puelas, nació el 23 de noviembre de 1650 José, hijo de Juan Oriol y Gertrudis Buguñá. Eran los años críticos de la alianza de las autoridades con el rey francés, que había llenado Cataluña de tropas hugonotas y gasconas, y ya en ese año casi todos veían como un gran error. Tothom tenia clar que França volia annexionar-se Catalunya. Un crac, en Pau Clarís.
Justo en ese momento, además, apareció la peste en Barcelona. La ciudad se despobló, se hacían rogativas a la Virgen del Pilar en la iglesia de Santiago, abundaban los ayunos, procesiones y penitencias. El 17 de julio el Consejo de Ciento acudió a la catedral a rogar a la Inmaculada Concepción, a quien ofrecieron durante la misa las llaves de la ciudad «pera que sie seruida tenir en bona custodia y guarda esta Ciutat». Eses voto obligó al generalísimo Juan de Austria a no pedir las llaves de Barcelona, y a la ciudad a no entregarlas, «compitiendo los españoles de Barcelona con los del Real Ejército en venerar a Nuestra Santísima Virgen y Madre, Protectora Universal de la Monarquía Española», escrivia Feliu de la Penya als seus Anales de Cataluña.
La peste causó unos 40.000 muertos, y en agosto se llevó al padre del niño José. Poco después los franceses ponían sitio a Barcelona, que se libró entregándose en octubre a Juan de Austria.
San José Oriol se ordenó sacerdote en Vich en 1676. Instalado en el Pino en 1678, fue confesor, catequista, predicador, director de almas ejemplares, taumaturgo como ninguno en la historia de la Iglesia, apóstol de las cárceles, de los enfermos, de los soldados… Todo ello fundado en una vida pobre y penitente; dormía en una habitación alquilada, por cama una silla y de alimento, pan y agua.
En los años de 1690 el francés trató de nuevo de invadir Cataluña y el duque de Vendôme puso sitio a Barcelona. Així ho explica en Feliu de la Penya: «Quedaron voluntarios en la ciudad el Marqués de Aytona, toda la nobleza de Barcelona, la gente conocida y el pueblo de mayor estimación, sacrificándose todos al servicio de su Rey y defensa de su común Patria«.
Finalment Barcelona es va rendir.
En 1698 San José Oriol partió de Barcelona para presentarse al Papa y que lo enviara a Jerusalén, y de allí a Japón de misionero. Però la Mare de Déu se li va aparèixer a Marsella i li va dir que havia de tornar a Barcelona.
En octubre de 1701 Felipe V llegó a Barcelona, abrió las Cortes en el convento de San Francisco, juró fueros y privilegios, recibió la fidelidad de los Tres Brazos, le ofrecieron festejos, los universitarios le recitaron loas en castellano, se trasladaron las reliquias de San Olegario… Sembla que el Borbó hi estava tan a gust que s’hi va quedar a Barcelona fins l’abril de l’any següent.
Unos días antes había muerto San José Oriol: «A 23 murió a los 51 años de su edad, el Doctor en Teología José Oriol, natural de Barcelona, Beneficiado del Pino, sacerdote de vida muy ejemplar y penitente, de admirable abstinencia, siendo su comida ordinaria solo pan y agua. Concurrían los enfermos a su favor, y conseguía muchos remedios en sus enfermedades», se lee en los Anales de Cataluña.
Sus últimas palabras fueron «Tened fe».
Feliç diada a tots els Oriols, el delinqüent Junqueras inclòs!
Dolça i oriolista Catalunya…
Categories: Alma
Otro catalán universal olvidado y a quien no interesa imitar.
Pues si volviésemos como antes (sí, la Reserva Moral de Occidente» o como lo digan), viviríamos como entonces, mucho más felices y sin los enormes problemas que nos ha causado los nacionalistas y el PP-SOE, que no nos dejan vivir.
¡y encima pagábamos muchos menos impuestos!
Un gran ejemplo a seguir. Todos tenemos la maravillosa misión de llegar a ser personas pundonorosas, altruistas y santas.
Gracias por esta historia tan preciosa que desconocia.
Tened fe… tiene que resonar en nuestros corazones de catalanes y españoles. Incluso en los de aquellos que han desplazado en su corazon a un Dios bueno por el idolo de barro de la Nacio catalana.
Que San Josep Oriol nos ayude en la tarea de la reconstruccion de esta cataluña nuestra tan querida y tan humillada.