«Para Pujol todo era pecado, excepto el pecado económico»

Com la burgesia catalana sustituí la fe cristiana per les idelogies.

El nacionalismo planificó desde la llegada de Jordi Pujol su infiltración en todos los sectores de la sociedad catalana. Tot devia ser sotmès a l’idolet LaNació: cultura, esport, periodisme, ensenyament, gastronomia, sanitat… i religió. En este caso lo importante no era la Palabra de Dios, sino predicar a los fieles en LaLlengua de LaNació. En la mayoría de los casos el nacionalismo se juntó con el progresismo y canceló procesiones, penitentes, pasos, portantes y cofradías: la espiritualidad no debía ser material, sino evanescente, intelectual, desencarnada, ideológica, gnóstica. En nombre de una «relació més autèntica amb Déu» es va extirpar la pietat popular de viles i parròquies. No quedó nada, porque solo debía quedar LaNació.

Así fue literalmente: los nacionalistas cambiaron la adoración de Dios por la adoración de su imaginario idolete colectivo. Así lo confiesa el testimonio del refundador del nacionalismo posfranquista, Jordi Pujol. Recordemos que Pujol perteneció al grupo CC, conocido como Crist i Catalunya, fundado en 1954 con jóvenes procedentes de la Acción Católica y de la Liga Espiritual de la Virgen de Montserrat. Su mentor era Raimon Galí Herrera (sisplau purifiqui’s al catalanitzador de cognoms) y al grupo se unió también el fanático nacionalista Josep Espar Ticó. Más tarde el grupo cambió el cristianismo por el nacionalismo y el socialismo, y se llamó Comunitat Catalana. Pujol ja ho havia deixat per abraçar-se al nacionalisme secular.

El leído Sergi Doria ens explica des de l’ABC una anècdota que corrobora tot això, citando el testimonio de Rosa Regàs, fallecida el pasado 17 de julio; Regàs fue escritora olvidanda, nombrada a dedo directora de la Biblioteca Nacional con Zapatero, de donde salió ennegrecida por misteriosas pérdidas de fondo bibliográfico. La senyora fou socialista, republicana i posturaire.

Cuenta la Regàs que conoció a Jordi Pujol y al que sería su marido (del que se divorció tras 5 hijos), Eduard Omedes, en 1950. Aunque los padres de Rosa parece que se exiliaron, su abuelo, el sr. Miquel Regàs, apoyó a Franco; y acompañando a su abuelo al Vaticano para celebrar el dogma de la Asunción fue como conoció a Pujol. Recorda la Regàs la pregunteta que li va fer el futur el pater patriae cuando supo que la chica tocaba el piano: «Tú, cuando oyes LAAAAA, ¿qué oyes?».

En fin, que la Regàs se casó con Omedes y se unió a las catequesis de un grupo de matrimonios católicos tutorizados por los Pujol-Ferrusola en la nacionalista escuela Virtèlia. La Regàs se apuntó en secreto a clases de gimnasia y llegó a ganar un campeonato. Un día llamaron a la puerta:

«Eran Jordi Pujol y Joan Martí Mercadal con sus esposas, mosén Briba y alguna pareja más. Entonces sí que lloré. Me hicieron jurar que nunca más volvería a hacer gimnasia y yo lo hice entre lágrimas, eso y todo lo que quisieron (…) para Pujol todo era pecado, excepto el pecado económico«.

Pobre Rosa Regás, parece que no tuvo otra esperanza que la idelogía socialista, que no dona per més. Pero sus recuerdos no dejan de corroborar cómo la burguesía catalana cambió la fe por ideologías de sustitución (nacionalismo en el caso de Pujol, socialismo para la Regàs).

Descansi en pau, sra. Regàs.

Dolça i fanatitzada Catalunya…

 



Categories: Alma, Pujol & family

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9 comentarios

  1. Bueno, yo ya no se ni donde escribo. Pero me solidarizo con la Madre Superiora…. Allí donde debe estar, bien calentita, esperando a su querido marido. Que Dios tenga a bien cumplir su deseo, por muy mala que haya sido en el mundo terrenal…

  2. Robar es pecado.

    ¿Acaso todo el dinero que le sobre lo va a disfrutar en el Más Allá?

    El dinero ayuda, pero no da la felicidad.

    Hay personas que son así. No son como el ladronzuelo «Jorge Puchol», pero sí son personas muy obsesionadas con el dinero. Sus vidas consisten en contratar fondos de inversión. Los fondos de inversión no son cosas malas. El problema es cuando tu vida solamente consiste en pensar única y exclusivamente en tu dinero durante las 24 horas del día. No duermes porque piensas en tu dinero. Realmente no vives tu vida. Porque eso no es vivir, sino estar pendiente constantemente de tu dinero. De cuánto tienes, cuánto pierdes y cuánto ganas.

    Algunos de los apodos de «Jorge Puchol» son «Yoda» e, incluso, «El Enano Saltarín».

    Poca gente sabe que «El enano saltarín» es el título de un cuento de los hermanos Grimm. En alemán, el cuento se titula «Rumpelstiltskin».

  3. …»catequesis de un grupo de matrimonios católicos tutorizados por los Pujol-Ferrusola»…

    Así es como Pujol ha estado creando familias nacionalistas en plenas narices del franquismo.

    Y bien que le ha salido.

    Seguro que muchos de sus ex-alumnos les han votado al +3%.

    Menos parece que esta rebelde de ex Rosa Regàs.

    No somos nadie.

  4. Como hace 7 años…

    Neblinna. S.O.S. por Venezuela

  5. No sé por qué, pero al ver la foto de pronto me he acordado de Adelina, la vidente de Pujol.

  6. ¿»misteriosas pérdidas de fondo bibliográfico» con los socialistas ?

    ¡Qué casualidad !

    ¿Podría ampliar la noticia ?

    • Un argentino o uruguayo robó un mapa antiguo de la Biblioteca Nacional, pidió examinar un valioso atlas, le dejaron a solas, y con un cúter que escondía arrancó el mapa, sucedió siendo directora de la institución la Sra Regás.
      Si no mal recuerdo tuvo la decencia de dimitir por ello.

  7. Recuerdo una anécdota sucedida en septiembre de 1989, en un pueblecito del Baix Llobregat gobernado por los convergentes. Era la fiesta local, y como todos los años, se celebraba una romería, una ofrenda y una misa en la ermita. A continuación, tenía lugar el tradicional reparto de los panecillos bendecidos. Pues bien, yo estuve en esa ermita en mi adolescencia, aguardando turno con veinte duros en la mano, para llevar dos panecillos a la mesa de mis padres. Cual fue mi sorpresa cuando me percaté de que el Ayuntamiento había organizado un sistema de adquisición de «panets» a través de cupones. Había quien llegaba con cincuenta cupones, otros con treinta, otros con cien. Se llevaban sacos enteros de panes y los cargaban en los maleteros de los coches. Al final, no pasaron ni cinco minutos que ya no quedaba ni un solo panecillo. Di la media vuelta y volví a casa con los veinte duros en la mano. Pero lo peor viene ahora. Al cabo de unos días, bajé a tirar la basura al Carrer Major, y cual fue mi sorpresa cuando vi siete sacos de papel rellenos de aquellos panecillos, ya duros, tirados al lado de un contenedor.

    Esa es la Cataluña de Jordi Pujol que yo recuerdo. La Cataluña de los estraperlistas de posguerra que se cambiaro de chaqueta «per continuar fent calers».

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