Un professor català d’història ens adverteix de la manipulació de la història que ja és hegemònica a Catalunya.
Jordi Canal, professor a l’EHESS de París nat a Olot, lleva años recordando cosas de lo más obvias que resultan completamente rompedoras en la asfixiante Cataluña lazi. Su último análisis lo publica en Letras Libres, y se titula Nacionalismo e historia en Cataluña: el triunfo del relato nacional-nacionalista. Val la pena llegir-ho sencer per aprofondir en coses com aquestes:
«El historiador británico Eric J. Hobsbawm afirmó que la historia era “la materia prima de la que se nutren las ideologías nacionalistas, étnicas y fundamentalistas, del mismo modo que las adormideras son el elemento que sirve de base a la adicción a la heroína”. El pasado es imprescindible, insistía el autor, para los nacionalismos; el pasado legitima y, “cuando no hay uno que resulte adecuado, siempre es posible inventarlo”. (…) Las reflexiones de Hobsbawm resultan muy pertinentes a la hora de analizar el tratamiento de la historia por parte de los nacionalistas en Cataluña. (…)
En uno de los actos de la conmemoración del Milenario del supuesto nacimiento político de Cataluña, en 1988, (…) Marta Ferrusola, la esposa del entonces presidente de la Generalitat catalana Jordi Pujol, aseguró que “nuestra fe se alimenta con la lectura de los evangelios, nuestro nacionalismo se alimenta con nuestra historia”. (…)
la historia, junto con la lengua, constituyen la base de la definición nacional de Cataluña. Quizás no sea ninguna casualidad el notable número de historiadores metidos, en los tiempos recientes, a políticos nacionalistas, como Oriol Junqueras, Joaquim Nadal, Santi Vila, Julià de Jòdar, Jaume Sobrequés, Agustí Colomines, Xavier Domènech, Ferran Mascarell o Aurora Madaula. (…) Historia y nacionalismo han mantenido y siguen manteniendo hoy relaciones profundamente viciosas en Cataluña. (…) Sirvan como ejemplo los intentos burdos, indocumentados y ahistóricos de Jordi Bilbeny, Víctor Cucurull, Pep Mayolas, Albert Codines y el Institut Nova Història de catalanizar a Santa Teresa, Cristóbal Colón, Hernán Cortés, Ignacio de Loyola, Leonardo da Vinci, Erasmo de Rotterdam, El Bosco, Miguel de Cervantes y el Quijote. Denuncian un magno e imaginario complot español para apropiarse de la grandeza catalana. La entidad ha recibido jugosas subvenciones y premios de entes nacionalistas y el apoyo público de políticos como Jordi Pujol, Josep Rull, Jordi Puigneró o Josep-Lluís Carod-Rovira. (…)
Los nacionalistas catalanes otorgan una gran importancia a la construcción de un relato del pasado, generador de identidad y sustentador de intereses y proyectos políticos. La historia ha resultado un instrumento fundamental en el proceso de nacionalización de la sociedad. El relato nacional-nacionalista de la historia de Cataluña ha sido en el siglo XX, y continúa siendo en el siglo XXI, hegemónico. (…) desde el neorromanticismo patriótico conservador de Ferran Soldevila al nacional-comunismo romántico de Josep Fontana y Borja de Riquer, sin olvidar a autores como Antoni Rovira i Virgili o Jaume Sobrequés, ni tampoco los precedentes provincialistas o regionalistas de Víctor Balaguer y otros en el siglo XIX. No ha sido menor, en el asentamiento del relato, la contribución de historiadores extranjeros, como el marxista francés Pierre Vilar. (…)
Desde un punto de vista estrictamente histórico, sin embargo, ni Cataluña es una antigua nación, ni el primer gran Estado-nación de Europa, ni fue un Estado –Cataluña, que formaba parte de una agrupación política mayor, la Corona de Aragón, ha apuntado John H. Elliott, no puede ser considerada ni un Estado completo ni soberano–, ni un modelo de democracia en el siglo XVII e inicios de la centuria siguiente, ni la Guerra de Sucesión o la Guerra Civil española fueron guerras contra Cataluña. (…)
El nacionalismo es una construcción y la nación una construcción de los nacionalistas. Antes del siglo XX no existía ninguna nación, en el sentido político contemporáneo (…) llamada Cataluña. Fueron los nacionalistas los que, a partir de finales de la década de 1890, se lanzaron al proyecto de construir una nación y de nacionalizar a los catalanes. Este proceso se hizo contra la nación española (…) La vieja nación catalana es, en fin de cuentas, un mito. (…) Nada tenía que ver, como aseguraba Gaziel, la ‘nació cathalana’ de la que hablaba Ramón Muntaner en el siglo XIV con la ‘nacionalitat catalana’ de Enric Prat de la Riba, ya en el siglo XX. La idea del segundo no era una continuidad de la del primero, sino una radical subversión provocada por la emergencia del nacionalismo. Toda historia nacionalista –o absolutista, o fascista, o federalista– era, simple y llanamente, una historia falsa. (…)
Tres razones me parecen fundamentales a la hora de intentar explicar el cambio de rumbo de la historiografía catalana a principios de la década de 1990. En primer lugar, el éxito del proceso renacionalizador pujolista y su gran interés e inversiones en la historia –entre los asesores de Pujol estaban los historiadores Josep Termes y Josep M. Ainaud de Lasarte– como pilar de un proyecto nacional. (…) La crisis y el hundimiento del marxismo, en segundo lugar, que iba a llevar a muchos historiadores catalanes a abrazar el nacionalismo como fe de sustitución o, simplemente, complementaria. (…) El nacional-comunismo ha florecido en Cataluña. (…) Finalmente, en tercer lugar, la fuerte presión ejercida sobre los historiadores catalanes, consecuencia parcial de los dos elementos anteriores, para que definieran su compromiso nacional, o catalán o español –en la mente de los nacionalistas no existe la posibilidad de pensar o actuar al margen del nacionalismo–, que se vivió en la primera mitad de los años noventa. (…) Algunos historiadores catalanes han asumido, desde finales de la pasada centuria, el papel de señalar y denunciar a los colegas que se apartan de la ortodoxia nacional-nacionalista. (…)
Desde finales del siglo XX, el relato nacional-nacionalista en la historia de Cataluña carece, con escasísimas, aisladas y vilipendiadas excepciones, de alternativa. Todos sus tópicos y mitos son repetidos una vez tras otra en las escuelas y en los libros de texto, en la televisión, en los medios de comunicación públicos o altamente subvencionados, en museos o en las actividades o conmemoraciones organizadas por las instituciones autonómicas. Con el tiempo, el dinero, la repetición y buenas dosis de adoctrinamiento, el relato nacional-nacionalista se ha convertido, como si de un entorno religioso se tratara, en verdad y artículo de fe. (…)
La incapacidad para distinguir entre hacer historia y construir patria ha sumido, en la actualidad, a buena parte de la historiografía catalana, con lógicas excepciones individuales, en un pernicioso e improductivo ensimismamiento. (…)».
El professor Canal cita els noms dels «historiadors» nacionalistes més actius en la propaganda del romanço nacionalistaire: Agustí Alcoberro, Francesc Cabana, Joan B. Culla, Emili Junyent, Andreu Mayayo, Borja de Riquer, José Enrique Ruiz-Doménec, Jaume Sobrequés, Josep Maria Solé i Sabaté, Vicent Baydal, Cristian Palomo, Lluís Ferran Toledano, Joan B. Culla, Ferran Soldevila, Josep Fonana, Antoni Rovira i Virgili, Josep Maria Muñoz, Josep Termes, Josep M. Ainaud de Lasarte, o Agustí Colomines.
Y acaba con una frase del historiador lazi de cabecera, el antiguo marxista y ahora nacionalista Josep Fontana, pronunciada con motivo del coloquio “Espanya contra Catalunya: una mirada històrica (1714-2014)”, de 2013, patrocinado por la Generalitat y organizado por Sobrequés: «Les guste o no, la historia es también un arma pacífica al servicio del futuro de nuestro pueblo, del futuro de nuestro país».
Vayan con el cuento a otra parte, que los dolços preferimos la historia.
Dolça i manipulada Catalunya…
Categories: Historia
Ya va siendo hora de dejar colaborar con todas estas estupideces falsas.
Si hay 11 de octubre, el homenaje hay que hacérselo al responsable de la defensa, que no es Casanova.
Con banderas de época, que no son precisamente la estelada.
Puesto que la historia de los nacionalistas NO es Historia, sino patrañas hechas de pluma, papel y complejos…
…¿cómo entonces estos alucinados insisten en autosugestionarse con patrañas?
Pues hay que ser idiotas; y algo de ello habrá.
Pero si insisten en ello es que personalmente sacan rédito:
Una historia fantasiosa donde los buenos, que son «diferenciales» a todo (¡Vaya, como los nacionalistas vascos!. ¿no es una casualidad ?) y naturalmente sacan para el bolsillo con el truco del «victimisme», porque lo cortés no quita lo valiente.
Es decir, historias de acomplejados que necesitan hincharse como globos para no ser como los comunes mortales; sí, esos mismos que madrugan todos los días para dar lo mejor a su familia y así levantar el pais.
Por tanto, si estos listos trabajasen como trabajamos todos, seguro que se les curaban todos los complejos.
…»nuestra fe se alimenta con la lectura de los evangelios, nuestro nacionalismo se alimenta con nuestra historia”…
Dudo mucho que la madre superiora lea mucho.
Pero ni la fe se alimenta leyendo: la fe se alimenta practicando la fe…y el racismo no es católico.
Ni eso que dice ella es historia: son un conjunto de cuentos -ni siquiera son leyendas- decimonónicos y medias verdades reinterpretados una y otra vez según los intereses del momento de modo que parezca que Cataluña no es España.
Un clásico es el 11 de septiembre como día nacional de Cataluña, que es de 1980.
Naturalmente, para recordar todos los años -falsamente- que España ha ocupado militarmente Cataluña, es decir, que los catalanes están sometidos a una potencia extranjera desde hace 3 siglos. «España» es la enemiga eterna.
Mientras que se pasa totalmente por alto que la Cataluña moderna nace precisamente ahí con la apertura de los mercados españoles y americanos, que junto con las ayudas estatales dio lugar a la industrialización de Barcelona, al nacimiento de las clases medias, a la Renaixensa, al modernismo…
Todo una manipulación para obtener beneficios, que van desde los comerciales con el «victimisme» hasta apalancarse en la Generalitat y robar con la táctica del +3% 3.500.000.000
Cuando esto está pasando en pleno siglo XXI, a la luz del día yo durante 40 o 50 años seguidos, ya te digo que algo huele a podrido en la Dinamarca del Mediterráneo.
La madre superiora, a la que le hiede la boca del odio que echa.
Muchas gracias a Dolça Cataluña por dar a conocer el artículo de Jordi Canal. He aprovechado el enlace y leído el artículo completo de Canal en Letras Libres. Lo recomiendo muy efusivamente, es un texto excelente, inteligente, bien documentado y sensato.
Con respecto a los «historiadores» nacionalistas, que fundamentalmente son novelistas de ciencia ficción frustrados, me permito recordar que, por ejemplo, Borja de Riquer es hijo del muy célebre filólogo Martín de Riquer. Éste, nacido en 1914, huyó de la Barcelona republicana, pasó a Francia y de allí no sé si a Navarra o a San Sebastián, donde se incorporó al Tercio de Nuestra Señora de Montserrat, unidad requeté formada por voluntarios catalanes. Combatió como miembro de éste, se dice que fue autor de la letra de su himno y fue gravemente herido en la batalla del Ebro, donde perdió una mano. Más tarde fue preceptor del Príncipe Juan Carlos quien, ya Rey, le concedió la Grandeza de España (por herencia familiar Riquer era conde). Dos hermanas de Borja de Riquer, Isabel, condesa y grande de España, y Alejandra, también fueron o son profesoras universitarias, pero de filología. Al menos hasta mediados de la década de 1990 (no sé después) estas Sras. estaban muy lejos del nacionalismo catalán, de modo que en la universidad todas sus clases eran en español. Nadie, ni en sus clases en la Universidad de Barcelona ni de forma privada, al menos hasta los años mencionados, las oyó nunca hablar en catalán. Si mal no recuerdo, se habían educado en el Liceo Francés. Una de las típicas paradojas del nacionalismo catalán.
Los independentistas, además de cobardes son retrasados, pues se creen cualquier historia, como niños esperando el día de Reyes.
Se han escondido como ratas, de tanta vergüenza como llevan encima después de tanto ridículo.
Tic tac, pronto pasarán cosas…
Hablar de historia es hacerlo sobre un relato, ya escrito y que guarda cierta aproximación a la realidad de lo vivido por nuestros mayores. Cataluña hasta la invasión musulmana formó la misma historia con ligeros variantes del resto de la península. Carlomagno paró a los árabes creando la marca hispana, unica diferencia con el resto de la península que tuvo héroes de su propia tierra liberandola.
El resto de la historia de Cataluña es la misna. En los últimos dos siglos han sido añadidos ajenos y sin base de a realidad catalana que en lugar de sumar han servido para desacreditar unas tierras y unos hombres, nuestros abuelis, que derrochando dignidad nos han proyectado y dejado el orgullo de ser catalanes.
Lo que ahora se intenta para es supervivir el golpismo y su robo y delincuencia no se vea tan cruel, es una historia tan miserable despidiendo más ficción miserable que la realidad y pena da.
Que la señora Ferrusola hablase de historia y dignidad dice todo lo que por no alargar las vergüenza omitimos aquí.
Un apunte interesante sobre el término Nación.
http://www.gazeta-antropologia.es/?p=1227
Resumen:
«El que controla el pasado, controla el futuro»
(y yo añado: …¡Y el +3%!)
Es todo mentira, desde aquello de la Corona catalano-aragonesa (también se puede decir la Corona alcoyano-aragonesa pues fue un territorio de la Corona de Aragón y así con todas las regiones de la Corona de Aragón) como lo de los països catalans (no existe un solo documento histórico que hable de países catalanes, es otra invención de los reales y auténticos «paiasus catalans»), más las falsificaciones históricas:
https://clubjaimeprimero.org/content/el-expolio-del-mallorqui-por-lo-que-hoy-se-llama-lengua-catalana-lemosina#:~:text=El%20culto%20mallorqu%C3%ADn%2C%20desde%201.496,de%2060%20gram%C3%A1ticas%20y%20diccionarios
La realidad les responderá como merecen, puestgo que no negocia ni hace prisioneros y menos con alucinados, por lo que deberían tenerla siempre en mente porque luego viene el llanto y rechinar de dientes.