Una reflexió sobre la soledat de la Constitució.

En su paso por el purgatorio Dante y Virgilio se encuentran con el alma inmóvil y sola de Sordello de Mantua, que se abraza a Virgilio al saber que es de su misma ciudad. El poeta florentino no puede evitar el lamento:

«¡Ah Italia esclava, albergue del dolor, nave sin piloto en fuerte temporal, no señora de provincias, sino meretriz! Aquella alma gentil estuvo pronta, solo por oír el dulce nombre de su ciudad, a festejar a su conciudadano, y ahora en ti no cesan de guerrear los que en ti viven, y se destrozan el uno al otro los que están rodeados por la misma muralla y el mismo foso. (…) Y si me es lícito, ¡oh excelso Dios que fuiste crucificado por nosotros en la tierra!, preguntaré: ¿Están tus justos ojos vueltos a otra parte? ¿O es esto que nos preparas, en el abismo de tus planes, para algún bien que escapa de nuestra comprensión? Que las ciudades de Italia estén todas llenas de tiranos y en un Marcelo se convierte cada villano que entra en un partido. (…)

Atenas y Lacedemonia, que hicieron las leyes antiguas y fueron tan civilizadas, hicieron, en cuanto a vivir bien, una triste figura respecto de ti, que dictas tan sutiles providencias que a mitad de noviembre no llegan las que dictas en octubre. (…) Y, si te acuerdas bien y ves claro, te encontrarás parecida a aquella enferma que no pudo hallar postura sobre las plumas y con dar vueltas creía atenuar su dolor«.

Diuen que el Dante ironitzava sobre el desgavell d’Itàlia i la seva Florència, però potser es referia a l’Espanya transicional.

Líderes que nos pilotan hacia los escollos.

Partidos que parten nuestra convivencia sin respetar el bien común, que no se asienta sobre ninguna ideología, sino en la realidad de nuestra naturaleza.

Milers de lleis a cada estaifa autonòmica, que canvien amb cada govern i no serveixen més que per canviar artificialment el nostre tarannà amb la ideologia de torn.

Decenas de tiranuelos cagaescaños, chupaplenos y soplaojetes que nos rapan despiadadamente los bolsillos.

Agitación de sonajeros y vorágine de perendengues para alelar al personal.

Y millones de españoles frenetizados por los voceros mediáticos del poder e hiperactivos de bienestar, que se revuelcan sobre sus plumas sin encontrar el descanso de su alma.

Tot això passa a Espanya i aquesta és la seva malaltia. Lo ha sabido ver bien el gran Nieto, con la bandera oprimida por el aluvión ideológico, sujeta solo por la Constitución. Si una llei del 1978 és l’únic suport de la nostra convivència, de la nostra història junts, vol dir que no ens queda gaire. No obstante la ley no flota, sino que se apoya sobre el suelo y de él toma su cimiento, como la bandera que dibuja Nieto. Decía nuestro Balmes que las constituciones deberían caber en la cara de una moneda porque la vida nacional alimenta la brevedad del texto. Si no tenim terra, arrels nacionals, no hi ha constitució que reguli la nostra convivència.

Nuestra tarea principal no es construir España ni defender la Constitución; es regar nuestra tierra, nuestra historia, fe, principios, moral, lengua, arte y cultura. Es soplar sobre las brasas de nuestro patrimonio común para que vuelva a calentar los corazones e iluminar las inteligencias i -com deia el Dante- impedir que líderes, partidos, leyes, tiranuelos y bienestar acaben con nuestra vida juntos.

Dolça i dantesca Espanya…

Categories: Pensando bien

Tags: Dante, José María Nieto