El president ja recita els 3 manaments nacionalistes. I posa en primer lloc l’odi.

No ha trigat ni una setmana i ja domina els TRES MANAMENTS de la ideologia nacionalista: somcollonuts, espanyansroba i Catadisney. Que a ell li agrada recitar com somunanació, ensvolenesborrar i noupaís, posant en primer lloc l’odi i el victimisme de l’ensvolenesborrar. Els va aprendre a la madrassa del seu poble i els va memoritzar quan els repetia als mitjans del Règim a canvi de subvencions.

I així el president de la Generalitat ja comença a estendre odi entre els catalans. Qualsevol excusa és bona: avui toca recordar el Decret de Nova Planta. Doncs fem-ho.

Los decretos obligaron a “substanciar en lengua castellana” las causas en la Real Audiencia catalana (no así en instancias inferiores), generalizando en España el modelo francés que tanto admira el nacionalismo que quiere entrar en la Francofonía. Pero resulta que aquel supuesto ataque al catalán no fue sino un ataque al latín, porque los pleitos se sustanciaban entonces en la lengua de Roma, vehículo de la cultura y la enseñanza universitaria de la época.

Como dice el catedrático de Reus, Pedro Voltes:

«El decreto de Nueva Planta de 1716 vendría a igualar al Principado con el régimen de Castilla e incorporarla a la maquinaria centralizada que introdujeron en España los Borbones.

Debe, sin embargo, ponerse atención en que esta reforma alcanzó sólo a la esfera política y administrativa, y que no rozó ni la vida material del pueblo ni su lengua ni diversas instituciones singulares, ni el derecho catalán y la organización de los gremios que han seguido vivos. En nuestra época, restauradas las autonomías españolas, se ha cancelado toda la dolorosa empresa de Felipe V en Cataluña y ésta tiene hoy un régimen más parecido al de la época de Felipe II que a la de aquél”. (Pedro Voltes: La guerra de Sucesión, Barcelona 1990, p.287).

O el mateix pare del nacionalisme, Rovira i Virgili:

“Después de Felipe V, los Borbones que vinieron a Barcelona fueron recibidos triunfalmente (…) El elemento popular y las llamadas clases altas rivalizaban en servilismo dinástico. La lengua catalana había dejado de ser oficial, y ello no causó gran pena a un pueblo que ya se había castellanizado lingüísticamente, en parte, desde el siglo XVI“ (Rovira i Virgili: Història dels moviments nacionalistes).

Y no olvidemos los «benéficos efectos del Decreto de Nueva Planta» que recuerda el profesor Javier Barraycoa:

«Ciertamente el Decreto de Nueva Planta acababa con una serie de usos y derechos seculares del Principado, pero también anulaba las fronteras arancelarias en la Península (…) Castilla pasaba de un mercado de 6 millones [de personas] a 7,5, mientras que la Corona de Aragón pasaba de 1,5 a 7,5 millones (…) Castilla se vio inundada de catalanes que iban a comprar materias primas como la lana». (Barraycoa: Cataluña hispana, p.124).

Ensvolenesborrar, sr President? Au, apagui TV3 i torni al segle XXI.

Dolça i ressentida Catalunya…

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