Cataluña sin fiesta: recuerdos de un andaluz enamorado de Cataluña.

Preciosa evocación de un malagueño.

barcelona monumental

Un dolço nos hace llegar este documento, que por su interés compartimos con uds.:

«Estaba meditando sobre lo fugaz de la vida, la celeridad con la que pasan los días a determinada edad, de la futilidad de las cuitas que nos han preocupado en nuestro años mozos y de pronto oí una noticia que me hizo recordar tiempos pasados de mi vida. Era la siguiente: Las autoridades políticas que gobernaban la Comunidad Autónoma de Cataluña habían propuesto la supresión de las corridas de toros en toda la Comunidad. Era una noticia eminentemente política ya que los visionarios de una Cataluña desgajada de España querían borrar de la región cualquier relación con la llamada Fiesta Nacional. Le tengo gran afecto a Cataluña porque en mi juventud viví y trabajé allí y considero a ella como parte integrante de mi vida.

Los recuerdos almacenados en el “disco duro” de mi cerebro devolvieron a mi memoria aquellos de mi estancia en Cataluña. Cuando terminé mis estudios y cumplimentadas mis obligaciones militares, encontré en Cataluña mi primer empleo relacionado con mi profesión. No tengo nada más que palabras de agradecimientos a los directivos de la empresa donde tuve la suerte de ir a trabajar porque me trataron con el mayor afecto, especialmente el gerente que era de linaje aristocrático catalán. En ella me enseñaron el amor al trabajo bien realizado, la constancia en el mismo, que no puede haber éxito sin esfuerzo y muchas más virtudes de la que hacen gala los catalanes.

Mi llegada a Barcelona, en los últimos años de la década de los cincuenta del pasado siglo, coincidió con la noche de San Juan por lo que el recibimiento con fuegos y cohetes fue de buen presagio. La primera impresión de esa gran ciudad fue muy agradable. Ciudad mediterránea y europea, muy antigua y muy moderna, laboriosa y culta, en fin que la primera impresión fue muy positiva quizás porque, unido a todo esto, la disposición de ciudad y puerto, salvando las distancias, eran similares a las de mi ciudad natal, Málaga. Mi hospedaje se situó a escasos metros de las Ramblas, quiero recordar que en calle Boquerías, pero de ello no tengo más datos en mis recuerdos. Lo que sí recuerdo es que en mis días de asueto solía pasear por las Ramblas. Las Ramblas es el corazón de la Barcelona antigua y une la Plaza de Cataluña con la entrada al puerto. En aquella época era una vía con un amplio paseo central arbolado para peatones y dos calzadas laterales para vehículos y, si mi memoria no me engaña, por ellas pasaban los tranvías que era el medio de locomoción más utilizado en aquella época. Las Ramblas, cauce de un antiquísimo arroyo, tiene varios nombres. Empezando en la Plaza de Cataluña y hacia abajo, la primera es la Rambla de Canaletas, que en su principio se encuentra la famosa Fuente de Canaletas, y que según la versión popular el que bebe de sus aguas volverá a Barcelona. En torno a ésta fuente se reunían los hinchas de determinado equipo de futbol los domingos después de los partidos para comentar las incidencias del mismo. Hoy en día, cuando ese equipo tiene algún éxito relevante a nivel nacional o internacional, la fuente se convierte en centro de una entusiastica manifestación. Siguiendo nuestro camino, hacia abajo, nos encontramos con la Rambla de los Estudios, donde me parece que había puestos de libros. A continuación la Rambla de las Flores, con sus magníficos puestos de flores. Luego la Rambla de Capuchinos y por último, la Rambla de Santa Mónica. El paseo de Las Ramblas termina en la explanada de la entrada al puerto en donde está situado el monumento a Cristóbal Colón. La estatua de éste, situada en monumental columna clásica, señala con el índice de su mano derecha el camino que siguió para descubrir América. En estos momentos de confusión nacionalista quizás debiera señalar al solar ibérico del que no debe separarse parte tan importante de España y tan querida por mí.

No me puedo olvidar de los sitios singulares relacionados con Las Ramblas. Bajando y a la derecha al final de un corto pasaje está el mercado de La Boquería, en donde se encuentran los magníficos productos de la huerta catalana, la ganadería y la pesca, que para eso tiene Barcelona un magnífico puerto. Más abajo está una de las glorias de Cataluña, el Gran Teatro del Liceo, donde la fachada clásica creo que no está a la altura de lo que oculta en su interior. Pues bien, si desde el final de Las Ramblas volvemos sobre nuestros pasos y empezamos a subir, nos encontraremos a la derecha una memorable plaza, la Plaza Real, de agradable composición sensiblemente rectangular y con unos edificios de tres o cuatro plantas con fachadas magníficamente diseñadas en el Siglo XIX. Los edificios, todos iguales, en su parte inferior tienen soportales con arcadas. El perímetro de la plaza está bordeado por unas magníficas palmeras, que es lo que más recuerdo de aquellos tiempos. Exactamente no sé porque, a ésta plaza, se la denomina Real. Quizás sea por la realeza de la Monarquía Española o porque realmente es una plaza bien hermosa. Toda la parte de la ciudad antigua situada a la derecha de Las Ramblas, subiendo desde Colón, es lo que se conoce como Barrio Gótico.

Antes de seguir adelante quiero dedicarle una especial atención a una iglesia, la Basílica Menor de Santa María del Mar que la visité en alguna festividad. Recuerdo que desde Las Ramblas y atravesando el Barrio Gótico, después de cruzar la Vía Layetana, hoy Vía Laietana, alcanzábamos una plaza, la de Santa María y allí esbelta nos encontrábamos con la indicada basílica. Al principio la fachada no me pareció propia del gótico pero luego me indicaron que era del gótico catalán que es un poco más ancho en sus medidas. Pero la sorpresa fue mayúscula al entrar en su interior y ver la luz que entraba por sus cristaleras, ¡eso sí era gótico de verdad! Esta basílica fue construida y sufragada por los vecinos del barrio de la Ribera, en el siglo XIV y parece que duró su construcción unos cincuenta años, lo que indica que al menos dos generaciones de vecinos intervinieron en su realización. La piedra la traían los descargadores del puerto desde una cantera del vecino Montjuic. Una vez vistas las esbeltas columnas, los arcos y bóvedas de la fábrica interior de la iglesia, los verticales ventanales y demás elementos, uno llega a la conclusión que todas las piedras que las conforman fueron elevadas al cielo por la Fe en Jesús de Nazaret y en su madre en la advocación de Santa María del Mar, de los vecinos constructores.

Pero entremos en lo que nos ha traído hasta aquí. Un día me encontré con dos hermanos, amigos míos de la infancia, que habían tenido que ir a Barcelona para encontrar un sustento, porque la empresa familiar se había ido a pique. Y lo habían encontrado de una manera humilde pero que les permitía seguir adelante. Su ocupación era la de, ¡limpiar cristales en escaparates y casas particulares!, sin que se les cayesen los anillos. Vivían con cierto desahogo y para mí fueron un ejemplo de laboriosidad y de saber hacer frente a las adversidades. Eso de que los andaluces son flojos es una leyenda urbana.

En las obras que yo administraba había trabajadores andaluces y eran los más diligentes en su labor. Así es que salgo en defensa de mis paisanos que estaban muy bien considerados en Cataluña. Estos amigos me llevaron, en alguna ocasión, a una tasca o taberna que estaba cerca de mi alojamiento pero que ahora mismo no sé su ubicación, quizás calle Escudillers o alguna cercana. El establecimiento estaba regentado por un asturiano y en ella se podían consumir productos de su región. Recuerdo que escanciaban sidra y el suelo se llenaba de los derrames de la misma, estando él siempre rociado con serrín para evitar los resbalones. Indudablemente aquella tasca más bien habría que denominarla como un chigre asturiano. Pues bien, en este negocio se reunían gente variopinta del mundillo de los toros, desde aficionados acérrimos hasta banderilleros, picadores, mozos de espadas, becerristas, aspirantes a becerristas y un sin fin de personajes relacionados con la fiesta. Creo que de vez en cuando aparecía por allí un novillero, de cierto prestigio, apodado El Tato, que en la temporada anterior había toreado unas sesenta novilladas con lo que su economía sobresalía sobre la de los demás.

Fui en muy pocas ocasiones pero en las contadas que asistí comprobé como se respiraban aires taurinos hasta en los vasos de la sidra. Por esa época había en Barcelona dos plazas de toros funcionando a pleno rendimiento. Las Arenas, que quiero recordar estaba en una plaza inmediata al Palacio de la Exposición Universal del siglo anterior y la Monumental. El que llevaba todo el negocio taurino era el Sr. Balañá, catalán, un águila en éstos menesteres que a decir verdad se las sabía todas. Daba espectáculos en las dos plazas, jueves y domingos en la Monumental y sábados en Las Arenas. Recuerdo como en los tranvías anunciaba con grandes cartelones los carteles de las corridas “Domingo, toros de Domecq para Mondeño, Puerta, y Camino”, o también, “Toros de Galache para Ordoñez y Chamaco”. Recuerdo que en Barcelona había verdadera pasión por Chamaco y las discusiones entre los admiradores de éste y los de Ordoñez eran apasionadas, aunque creo que el primero no le llegaba a la altura de la taleguilla a éste último. Fui en una ocasión a una corrida y me di cuenta que aquellos aficionados sabían de toros. En cuanto salía el toro empezaban sus comentarios y cuando el toro había sufrido la suerte de varas y banderillas ya podían aventurar un pronóstico del comportamiento del toro en muleta y rara vez se equivocaban. Los espectáculos que ofrecía el Sr. Balañá eran todo un éxito, por la calidad de los mismos y por la gran afición que había en Barcelona. No sólo se ofrecían espectáculos en ésta sino que había toros en plazas de toda la costa, Tarragona, Sitges, San Feliu de Guixols, Figueras y en otras plazas que ahora no recuerdo.

He traído todo esto a colación porque me sigo haciendo las preguntas, si había tanta afición, ¿Dónde están ahora los aficionados? ¿Cómo es que no han protestado, ahora que están tan de moda las protestas por cualquier causa? Razonando un poco llego a la conclusión que aquellos aficionados, que eran mayores que el que escribe, inevitablemente han desaparecido y los que aún superviven no estarán en condiciones en asomarse a la calle ni a la plaza de toros. Tempus fugit, que escribió el latino. Lo cierto es que mi querida Cataluña se ha que dado sin fiesta de los toros, es decir, sin la Fiesta Nacional de España.

Málaga a veintiuno del mes de Julio del año de nuestra era dos mil catorce.»

Dolça i brava Catalunya…

bastoncillo



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9 comentarios

  1. Me acuerdo haber rememorado con una farmacéutica que estudió la carrera en Barcelona en los años 60 cómo era el ambiente de una ciudad única. Cuando era la capital de España: una ciudad europea con playas en la Costa Brava y la juventud de la nova cançó.
    Visto desde otro siglo parecía una ciudad donde la vida era fácil -en el sentido de lo humano- y todos tenían la esperanza en una vida cada vez mejor.
    Por cierto, que es su residencia cantaban gregoriano antes de irse a la cama. No como algo religioso, sino como algo estético y -digo yo- muy relajador.
    No sé si a los odiadores nacionalistas de verdad le han compensado el cambio.
    Si, Barcelona ya no parece española. Tampoco catalana.

  2. Los Talibanes destruyeron los Budas gigantes, tamaño atentado contra la historia cultural del país y de la humanidad. Aquí los separatistas tratan de destruir la cultura taurina de siglos de Catalunya, por la misma razón que los Talibanes: FANATISMO SECTARIO Y UNA INFINITA ESTUPIDEZ.

    Estos separatistas cualquier día le pegan fuego al museo Picasso de Barcelona por que era Malagueño y pintó cuadros de tauromaquia; el toro del Guernica, grita de espanto cada vez que se para a ver el cuadro un nacionalista-separatista.

    ¡Toros en Catalunya, Sí Gracias!

  3. Llevo en la muy querida ciudad y provincia de Barcelona nada menos que cuarenta y siete años, (llegue con 20) y ahora cada vez que bajo desde la vencidad de una pequeña localidad costera, busco esa Barcelona que cuenta, y tan bien describe nuestro amigo malagueño. Pero esa Barcelona con aire español no esta, Los nacionalistas se han encargado estos últimos años de desproveerla de todo lo que la unia, tanto ene espectáculos como en eventos al resto de España, porque han hecho desaparecer desde las banderas españolas, de las corridas de toros, hasta las bailarinas andaluzas de recuerdos que se vendian en las Ramblas..Han hecho todo lo posible, y lo han conseguido para que los turistas que pasean desde el puerto hasta plaza de Cataluña, ignoren que están en España, y de que la ciudad entera, no tenga que ver con el resto del estado.
    Una pena ya que Barcelona es una las pocas ciudades europeas en donde no se conserva ni se respeta su pasado, ni su indosingracia,, ni su esencia

  4. Felicidades por tu hermoso texto amigo malagueño, Dios Nuestro te guarde muchos años. !!!! Cuantas similitudes desgraciadamente con mi tierra natal, mis queridas Vascongadas!!!!!.

  5. La fiesta de los toros es cultura catalana. El nacionalismo-separatismo han tratado de amputar una cultura catalana de siglos de toros en Catalunya porque en su ignorancia, pensaban que es cosa española. Siendo los toros una tradición catalana, mucho más antigua que la mayoría de tradiciones catalanas. Y tantos extraordinarios toreros catalanes que ha dado esta tierra, en la antiguedad y en la actualidad.

    Todo lo que tocan las manazas separatistas, lo destruyen. Pero volverá el día, en que por derecho de cultura, vuelvan las corridas de toros al corazón de Catalunya.

  6. Paisano malagueño, reproduzco un romance publicado hace unos meses en Dolca Catalunya en la noticia de un grupo de toreras barcelonesas de muchos años atrás llamado «Las Noyes «.
    AL SONAR DE LOS CLARINES
    Barcelona es ovación
    para Las Noyes valientes
    que torean con tesón.
    Tiempos gloriosos aquellos
    de firmeza y decisión
    dando a la lidia Las Noyes
    atributos de varón.
    Hoy tenemos mariposos
    revoloteando al sol
    que reniegan dela Fiesta
    por su sabor español.
    Decadentes indolentes
    tirados en un rincón
    a malévolas doctrinas
    sujetos en adicción.

  7. Amigo malagueño,
    Ante todo, agradecerle su precioso texto, es una maravilla. La Cataluña que usted evoca todavía existe, pero soterrada, casi clandestina. Los aficionados siguen yendo a los toros, aunque ahora tienen que viajar a Nimes o Ceret o Valencia para disfrutar de su afición. Siguen existiendo los catalanes industriosos y trabajadores, aunque ahora deben redoblar sus esfuerzos, ya que no cuentan con el apoyo del Govern, que se dedica a sembrar la discordia en lugar de fortalecer las virtudes que usted rememora.
    Amigo malagueño, le emplazo a volver a Barcelona dentro de cinco años. Para entonces, confío que la locura separatista se habrá diluido en su fracaso y podrá usted volver a disfrutar de la Barcelona que conoció hace tanto, pero modernizada. Le esperamos, será bienvenido.

  8. Mientras leía, me parecía ser yo mismo el que había escrito. Allí llegué el año 1961 y allí reí, sufrí, disfruté…VIVI. No nos arranqueis ese trozo nuestro.

  9. Felicidades por tan hermosa evocación. Barcelona en la memoria, borrada artificialmente. Resurgirá sin duda alguna. Es cuestión de tiempo. Toda tormenta amaina, y esta tropa infame de desvirtuadores de la memoria catalana se disolverá en el agua del tiempo.

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