Cuando los catalanistas pedían enseñar en catalán para evitar la blasfemia

A Òmnium Cultural eso le importa un rábano.

Joaquim Ruyra

A principios del siglo XX los catalanes, como el resto de los españoles, empezaban a hablar como carreteros. El catalanista Joaquim Ruyra pensaba que la culpa era de que las clases fueran en castellano; procuraba la enseñanza en catalán porque mejoraría el hablar del pueblo:

«No hi ha més que dos expedients per acabar amb el malparlar del nostre poble: o l’anul.lació completa de la llengua catalana o la seva general cultura i vigorització. (…) Però aquí la instrucció es dóna en una llengua que els que no passen de les primeres lletres no arriben a entendre: i allò que no s’entén no pot ésser element de cultura. Aquest sistema ha de corrompre per força la llengua del país (…) Voleu que el poble no blasfemi? Doncs dignifiqueu la seva llengua, l’única que ell entén (…) doneu-li mestres que parlin com ell parla (…) i, n’estic seguríssim, el poble català, model de bon sentit moral, tornarà a la verba honesta i saborosa (Joaquim Ruyra: Del Malparlar, 1913)

Si el pobre Ruyra levantara la cabeza se moriría de pena: la mitad de los niños catalanes son ahogados en una lengua que no entienden, la «normalització» de la lengua de la Generalitat se impone en todos los ámbitos, muchísimos niños catalanes rechazan el catalán por «impuesto», y en TV3 impera el lenguaje insulso y tabernario. ¿Resultado? Los catalanes hablamos peor que nunca, y el catalán se diluye en un estándar sin nervio.

Això sí: per Catalunya!

Dolça i batollada Catalunya…

bastoncillo



Categories: Arte dulce, Huid del nacionalismo

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7 comentarios

  1. Buenas noches a todos:

    Me encanta el tema de esta entrada. El lenguaje soez es esencialmente la gran impronta latina de nuestro adn lingüístico. Prácticamente todos los “tacos” españoles que utilizamos en castellano, catalán, gallego, etc… proceden directamente del latín vulgar, que recogen textos latinos y grafitti callejeros, a los que los romanos eran muy aficionados.

    Cojones y els collons, proceden del vocablo latino “colei”. Coño y conejo, sinónimos del órgano sexual femenino “cunnus” en latín = “vulva”. Culo y cul de “culus”= nalgas. Mierda y merda del latín “merda”. Joder y fotre de “futuere” = copular. Cagar de “cacare” = defecar. Pedo y pet del latín “pedere”. Mear de “meiere” = micción, etc….todos etimológicamente latinos.

    El órgano sexual masculino el pene (de “pennis” = cola), era denominado más vulgarmente “méntula” o “proominencia” (creo que la acepción “mi menda”, en castellano yo mismo, es decir “mi polla” puede proceder de “méntula”). También «pennis» era en latín vulgar “verpa” (aunque desconozco si este último vocablo tiene relación con la palabra también latina “verga”, en latín “vara”).

    Sin embargo muchos vocablos actuales sinónimos del pene, tanto en castellano, gallego, como en catalán, son bastante recientes: polla, carajo, poroto, picha/pija/pixa (del catalán pixar= mear) no son estrictamente palabras latinas.

    En definitiva todo un ramillete de palabras reciamente malsonantes que hemos heredado del latín vulgar, la lengua universal madre del castellano, catalán, gallego, portugués, francés, italiano, romanche, rumano, etc, etc.… . Estos vocablos eran denostados por los autores latinos, aunque otros se regodeaban en estos términos obscenos como Cátulo, Cicerón o el hispano Marcial (oriundo de Bilbilis, Calatayud. A destacar la similitud etimológica de esta ciudad ibérica con Bilbao. Quizás los bilbaínos tan chulos ellos, ya nacían dónde les apetecía, y porqué no en Calatayud).

    ¿Hay alguna huella del lenguaje malsonante en el mundo ibérico prelatino?. Me temo que no. Es posible que las lenguas ibéricas no llegaran nunca a disfrutar el grado de dinamismo y complejidad socio-cultural y sexual que caracterizó a la latinidad con dimensión universal.

    Curiosamente el mundo provincial hispano-romano parece más pacato que otros ámbitos del Imperio. Por ejemplo, en las que fueron provincias hispanas, no abundan especialmente las temáticas eróticas y pornográficas en mosaicos y elementos mobiliares de época romana, que si abundan en otras partes del Imperio. En el País Vasco los tacos, y allí se dicen muchos, son las mismas palabras soeces castellanas derivadas del latín, no hay tacos en euskera.

    Sin embargo el castellano, junto al inglés, en tacos malsonantes se llevan hoy la palma. El castellano fue enriquecido en ese tema esencialmente con el árabe vulgar y otras lenguas europeas, y una vez alcanzada su dimensión universal desde el siglo XV, tomó el relevo del latín.

    Un ejemplo del increíble dinamismo malsonante de la lengua castellana durante este periodo tenemos en el ejemplo de Diego de Guevara, morisco oriundo de Cuevas de Almanzora (Almería) que se alistó como soldado de la dinastía Saadí, y con su contingente de soldados hispano-moriscos conquistó Tombuctú y el Imperio songhay para Marruecos en el siglo XVI. Allí gobernó la región subsahariana con mano dura y con el sonoro nombre de “Yuder Pachá”, porque según las malas lenguas su vocablo preferido era “¡Joder!”.

    De este modo en toda España, países de Hispanoamérica y Filipinas, en estas últimas islas asiáticas con dialectos hispánicos particularmente llamativos como el Zamboango y el Chabacano, hay un importante espectro dialectal de vocablos obscenos de muy variados orígenes.

    Otras palabras obscenas muy conocidas son recientes: La palabra “puta” es un término ideado por personas de cierta relevancia social que la consideraban una abreviatura elegante para evitar la entonces malsonante “prostituta”. Hoy pasa al revés.

    Gilipollas por muy malsonante que parezca, ni siquiera es obscena. Es un cultismo de ámbito universitario : Gili, procede del sánscrito “tonto” y “poias” es el superlativo griego. De este modo los docentes señalaban, de forma críptica, aquellos que consideraban ineptos es decir “tontísimos”.

    Hoy aprovechando esta entrada, no he querido hablar de secesiones, ni de forcos, ni de consultas, ni “volem votar”, ni de nacionalistas nacidos para evaluar la catalanidad ajena. Su mediocridad no merece tanta atención, ni son tan importantes y en definitiva cada cual muy libre de hacer el ridículo como quiera. ¡Por mí que se vayan con viento fresco a Ìtaca cantando els segadors!.

    Por eso he querido referirme sólo y exclusivamente a los “tacos” que es uno de los rasgos socio-culturales que nos caracterizan y nos ligan como españoles en la diversidad, en castellano, catalán, gallego, vasco o cualquier otra lengua de la idiosincrasia hispana.

    Para mí no hay nada como un buen taco vernáculo, en el momento preciso, para disfrutar de su dimensión universal indiscutible a compartir de forma inteligente.

    También es mi humilde homenaje a nuestra gran compatriota y fantástica escritora la señora Dª Ana-María Matute, que fue feliz, profundamente feliz, desplegando su fecundísima imaginación y calidad literaria en lengua castellana, sin renunciar a su condición de barcelonesa y catalana.

    Un atento saludo.

    • Estimado Noé: Se le ha olvidado a unos que nos ganan, y por goleada, en esto de los tacos, el lenguaje soez y los signos y muecas insultantes: los italianos, especialmente al sur de la península itálica. El conocido psiquiatra Juan Antonio Vallejo Nájera, médico, catedrático, encuadernador, melómano y pintor naif, un verdadero hombre del Renacimiento, cuenta en alguna de sus obras (no recuerdo sí en «Locos Egregios» o en «Concierto para instrumentos desafinados») su estancia en Italia, y le llamó la atención la facilidad y rotundidad del lenguaje, en este caso de lenguaje grosero. Que, como ocurre a veces en España, es muchas veces hasta festivo. En mí Andalucía un «hijo puta muy salao» no es un insulto, es una vanagloria. Como admirativamente podemos decir «será cabrón». En Cádiz «chocho» es una forma coloquial de hablar a una mujer cuando se tiene cierta confianza o entre amigas. Pero no voy a hacer un pleito del tema. Todas las regiones españolas manejamos un riquísimo lenguaje para ofender, y una mala leche de ahí te quiero ver. Y fuera hay cosas hasta anecdóticas. No se te ocurra preguntarle a un mexicano por su «madre», si no por su «mamá». Han «quemado» la palabra «madre», de tal manera que si un mexicano le pregunta a otro por su madre, le está directamente insultando y haciendo ver que la madre del segundo es de moral distraída. O como dijo un marqués luego de enterarse que su mujer le ponía los cuernos con un joven y vigoroso gañán de una de su fincas, «la marquesa es algo traviesa». ¡Qué viva el humor!

    • Gracias Noé, tu comentario es espléndido. Enhorabuena.

    • Gracias a ti, Samy me alegro que te haya entretenido. Un saludo.

    • Buenas tardes estimado Sr. JJGD:

      Los italianos son desde luego unos expertos en lenguaje soez, y entre ellos los napolitanos y sicilianos de lo mejorcito, pero creo que la lengua toscana y los dialectos itálicos se caracterizan por continuar de forma aventajada la vigorosa tradición blasfema y malhablada del latín vulgar que les dio el ser.

      Cabría añadir que las variantes dialectales del sur de Italia han tenido la oportunidad de conectarse con el árabe vulgar, que como lengua universal, en la temática soez es también una fuente de riqueza inusitada. No digamos el portugués de Brasil, que a su etimología latina e hispánica en general, se unen los influjos de lenguas amer-indias y africanas diversas.

      Sin embargo el castellano de substrato eusquera, raíz latina e influjos del árabe vulgar, no se quedó en ello. Desde el siglo XV adquirió la condición de lengua franca como «español» para ser usado en la política, negocios y arte militar del Mediterráneo, Europa, América y parte del Pacífico, conociendo un espectacular proceso de enriquecimiento léxico con dimensión universal y en franca competencia con el inglés que conoce (y sigue conociendo) un proceso similar.

      No quiero ser abanderado de lo grosero y de lo soez ni en castellano, ni en catalán. Personalmente no es de la manera de la que mejor me puedo expresar y como es natural todo tiene su momento y su lugar.

      Sin embargo las palabras soeces denotan que la universalidad de una lengua no estriba en la imposición lingüística, ni en el empeño político, sino en su capacidad unilateral y de la sociedad que la considera propia, para fundirla, malearla, haciéndola crecer y enriquecerla en la diversidad.

      Una lengua de elites, momificada y protegida, como pasó con el latín clásico, acaba sirviendo para la liturgia y poco más.

      Un atento saludo.

  2. Yo, teniendo el Gallego y Castellano como lenguas maternas y llevando años en Cataluña he de decir que me parece un HORROR oír un «bocadill de jamò», un «vas» de aigua y personas que van de catalanohablantes no saben como escribir muchas plabras, creo que mas que a los tacos se refería a este mal hablar que también critico en Gallego cuando lo oigo.

  3. Siempre se ha hablado como «carreteros». Aquí y en Noruega. Uno puede emplear o no un lenguaje soez, pero lo que es seguro es que lo conoce. Los que hemos tratado con extranjeros recién llegados a España o hemos estudiado en fuera de aquí, sabemos que lo primero que te enseñan y lo primero que aprendes con especial interés son los «tacos». Que todos además los aplicamos a destiempo cuando están recién aprendidos. Ruyra era un hombre especialmente cultivado, y como burgués de la época, los tacos y demás palabras malsonantes, y más en un escritor de su talento, le debían sonar fatal. Luego viene el espíritu de «pueblo elegido» y para D. Joaquím los únicos que dicen tacos son los castellano hablantes. Como sí no existieran en catalán. Como curiosidad, en vascuence los insultos son claramente derivados del latín o del castellano más propiamente: «ixoputoak», txabron, xilipollax, etc. Pero más propiamente usan directamente la palabra en castellano. Fue un idioma sin literatura ni gramática y propia de un ámbito rural. El taco son propios de ambientes urbanos.

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