Algo salió mal en la Transición, pero la intención no era mala.
Un hombre de cuarenta años -un niño en la Transición- intenta explicar a un adolescente de quince -la mitad de cuya vida ha transcurrido bajo una devastadora crisis- quién era y qué hizo Suárez.
-«¿Quién era Suárez, papá?
-Un político, hijo. Casi el primer político que tuvimos tras la muerte de Franco. Los políticos que hoy tenemos han heredado en parte los modos y formas de hacer política que entonces comenzaron.
–Pero ¿los políticos no son quienes nos han metido en esta crisis?
-Sí hijo, han tenido gran parte de la culpa, aunque no toda. Cuando algo no funciona, la responsabilidad primera debe ser de quienes mandan.
-Entonces, ¿Suárez lo hizo mal?
-No del todo, cariño. Suárez pensaba en el Bien Común de todos los españoles. Creía que era mucho más lo que nos unía que lo que nos separaba, que si queríamos, los españoles podíamos superar las diferencias ideológicas y que juntos podríamos aumentar nuestra prosperidad y aportar algo al mundo.
–Pues si lo que él perseguía era eso, no entiendo por qué ahora estamos tan mal.
-Verás hijo, no todo se hizo bien. En el nuevo sistema los partidos políticos se reservaron un enorme poder en la vida española. Con el tiempo monopolizaron los poderes legislativo y judicial. Controlaron enormes recursos económicos. Con estos recursos poco a poco penetraron muchos ámbitos hasta entonces reservados a la iniciativa individual. La sociedad civil –quienes nos ganamos la vida al margen de la política- , entre satisfecha y temerosa, fue adormeciéndose y delegando tácitamente su iniciativa en los políticos.
-O sea que por culpa de Suárez estamos así hoy…
-No hijo. Después de él gobernaron España otros presidentes de todos los partidos. La semilla, la estructura del sistema estaba sembrada y contenía sus defectos, pero la planta que iba creciendo podía haberse enderezado, podado, injertado. La cuestión es que esto se fue haciendo, pero casi siempre en el sentido menos provechoso para la libertad de los ciudadanos. Y así hemos llegado hasta hoy.
-¿Suárez fue bueno para nosotros los catalanes papá?
-Como para el resto de españoles. Él trajo a la Generalitat a Tarradellas, que había sido nacionalista de joven, pero que con el tiempo había evolucionado al catalanismo. Tarradellas conocía el valor de la unidad y del Bien Común y consideraba, por su experiencia personal durante los años treinta, que el nacionalismo no era bueno para Cataluña. Por eso los nacionalistas nunca le han apreciado.
-¿Y qué ocurrió después de Tarradellas?
– Que el nacionalismo llegó a la Generalitat. Al principio eran catalanistas, moderados, como tus abuelos. Poco a poco, pactando con Madrid, fueron copando más parcelas de poder y obteniendo más recursos. Endurecieron su ideología y la fueron transmitiendo en escuelas y medios de comunicación. Como en el resto de España, la sociedad civil se retraía, sólo que en Cataluña el espectáculo era más penoso, pues la sociedad civil siempre había sido muy vigorosa en estas tierras.
-¿Suárez era nacionalista?
-No, pero creía que el nacionalismo catalán era leal con el espíritu de la Constitución: la diversidad en la unidad de todos los pueblos de España, la voluntad de convivir, el cariño mutuo, un proyecto compartido. Al final las autonomías subrayaron sólo la diversidad. Proliferaron instituciones y entidades autonómicas. En Cataluña jamás en la historia hemos tenido tanto autogobierno como con esta Constitución (¡fíjate en la diferencia con el Rosellón o la Cerdaña francesa, donde no hay un cartel en catalán!). Pero ese autogobierno ha sido utilizado para enfatizar sólo lo que nos separa y diferencia del resto de españoles.
-Y si tenemos tanto autogobierno, ¿por qué quieren algunos de aquí la separación del resto de España?
-Dicen que viviremos mejor porque no tendremos que pagar para ayudar a las regiones pobres de España. Pero no está claro que aunque seamos más egoístas vayamos a ser más ricos. Lo que sí es cierto es que los políticos catalanes tendrían todavía más poder que ahora.
-Entonces papá, ¿Suárez fue bueno?
-Fue un buen hombre hijo. Su ambición era unir, no separar. Pensaba en el Bien Común. Tenía fe en Dios. Sabía que un día todos deberemos rendir cuentas. Sufrió mucho. Era querido por su familia, que le cuidó hasta el fin. Se equivocó en muchas cosas y muchas las padecemos ahora pero … ¡hay tantos hoy que son de esto más responsables que él!
-¿Qui, papá?
-Molts, fillet. Potser inclús nosaltres, que fem ben poc per canviar les coses. Apa, torna als llibres i estudia; t´has de preparar per ajudar a fer una Espanya millor.»
Categories: Catalunya de tots, Historia, Huid del nacionalismo, Pensando bien
NACIONALISMO SECTARIO,
BALDÓN ANTIHUMANITARIO.
Nacionalismo es negrura,
retroceso y opresión,
que entroniza la nación,
la lengua o la raza pura
cual única asignatura.
Quien sigue de buena gana
ese perverso ideario
es cómplice necesario
del mal que del mismo emana
en tirania malsana.
En lo enfrente a Cataluña estoy de acuerdo, en lo damos habría que entrar en detalles.