«El proverbio: ‘El hombre es hijo de sus obras’, encierra una verdad profunda. Achácanse los infortunios al ciego capricho del acaso, a las maquinaciones de los enemigos, a la perfidia de los amigos; así procuramos engañar nuestro amor propio para no ver la línea de errores, de faltas, de graves extravíos que nos condujeron al abismo desde cuyo fondo lloramos».
(Jaime Balmes, Barcelona a 3 de enero de 1846).
Categories: Huid del nacionalismo, Pensando bien
Deja una respuesta