L’ensulsiada de Catalunya, obra cimera del nacionalisme.

Juan Arza escriu a VozPópuli lo que cada cop pensen molts catalans però no surt als mitjans del Règim:

«Que Cataluña se halla en decadencia es algo que pocas personas se atreven a negar hoy en día. No se trata sólo de la pérdida de pulso económico (crecimiento menor que otras regiones, descenso de la inversión extranjera,  éxodo de empresas), sino del bloqueo y saqueo de las instituciones, de la pobre vida cultural y del clima enrarecido que se ha instalado en la sociedad. La sociedad catalana no tiene fuerzas para su propia regeneración. (…)

La clase política y la clerecía que ha conducido a Cataluña a la penosa situación actual sigue donde estaba. Se ha blindado contra cualquier cambio. Son miles de personas colocadas en las administraciones, empresas y organismos públicos, la Universidad y la escuela, medios de comunicación, sindicatos, colegios profesionales, etc. (…)

El electorado que sostiene a esa clase extractiva lo sabe, o por lo menos lo intuye. Sabe que no cumplirán sus promesas, que se aprovechan de ellos, que son unos hijos de puta… Pero ¡son sus hijos de puta! Es el triunfo de la política futbolera, de la emocionalidad primaria, de las fidelidades perrunas. (…)

Nadie defiende la libre empresa, el Estado mínimo, los bajos impuestos. La hegemonía del ideario estatista e intervencionista es total. Ni siquiera las organizaciones patronales y las escuelas de negocios defienden las ideas liberales (…) La crisis está siendo aprovechada por la casta extractiva, tanto separatista como de izquierda, para ampliar sus dominios (…)

Un número cada vez mayor de catalanes estamos desconectando de Cataluña. Estamos cansados de esta república bananera del Mediterráneo, su patrioterismo histriónico, su omnipresente simbología, sus grandes latrocinios, sus enemigos de paja, sus diadas de fanatismo y violencia. (…)

en los últimos años Cataluña ha asociado su imagen de forma pertinaz a la tensión, al conflicto y a la violencia. Hemos ocupado portadas y generado malas noticias hasta producir hartazgo y aborrecimiento. Mientras tanto, Madrid ha sabido asociar su imagen al valor de la libertad. Se ha convertido en un símbolo, en un ideal, en un modelo que contraponer a la Cataluña de los pujoles, los rufianes y las colaus. ¿Quién nos lo iba a decir a nosotros, orgullosos catalanes, que acabaríamos deseando mudarnos a la capital?».

Ens trobem en plena decadència catalana, producte inevitable de 40 anys de nacionalisme. L’anomenant «autogovern» ha significat un govern dels nacionalistes per als nacionalistes, i ha esterilitzat Catalunya. Se ha creado una clerigalla ideológica que vive del momio mientras los catalanes vemos cómo despeñan nuestra tierra en la irrelevancia social y el gripaje económico.

Superem el nacionalisme, punyeta!

Dolça i malmesa Catalunya…

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