Un heroi ens ha deixat.

Entregó sus mejores años -fueron 16-, a luchar contra la peor amenaza a nuestra democracia y convivencia: el nacionalismo marxista de ETA. Esposo de una y padre de cinco, militar valiente, discreto y sencillo; patriota abnegado, trabajador incansable, líder carismático y queridísimo, su mera presencia imponía impresionante respeto y confortaba el ánimo.

Porque en el momento más oscuro, cuando parecía que no había solución, Rodríguez Galindo ofreció a sus guardiaciviles voluntad de vencer, convirtió la Comandancia de Inchaurrondo en la punta de lanza contra los asesinos y derrotó, paso a paso, comando tras comando, a la banda terrorista. Sus hombres detuvieron a más de 800 asesinos y desmontaron unas 90 células. No van ser els polítics, va ser ell i la seva Guàrdia Civil qui va fer callar les pistoles etarres.

Un día de 1980, el mismo en que su hijo Juan hace la primera comunión, Galindo recibe un telegrama:

-«Diga si es voluntario para la Comandancia de Guipúzcoa»

Tras su respuesta, lacónica y afirmativa, Galindo regresó a sus queridas Vascongadas y lo cambió todo. Ese año, el más sanguinario, fueron asesinadas 127 personas; en 1996, cuando el general deja su puesto, fueron 6 los caídos.

Como sucede a los héroes, la vida de Rodríguez Galindo es una mezcla de triunfo y tragedia: valor increíble, esfuerzo infinito, determinación, sacrificios, tristezas y alegrías, integridad frente a traiciones de políticos miserables, agradecida lealtad de sus hombres y millones de españoles frente a la ambición de periodistas sin escrúpulos, fe indestructible y amor familiar frente al odio inextinguible de los mediocres y de los etarras a lo que derrotó. La eterna lucha del Bien contra el Mal. Una vida coronada por el amor, la dignidad y la victoria.

Dejemos que sea el propio Rodríguez Galindo quien nos lo cuente, siguiendo el estremecedor relato que tituló «Mi vida contra ETA«:

–«Los cuarteles estaban en estado ruinoso. El primero que encontraba un hueco y una sábana, lo aislaba y se instalaba en él a vivir. Luego ya buscaría un colchón y mantas. Los coches eran viejísimos, una simple piedra atravesaba la chapa. El vestuario, pésimo; y el armamento, inferior en algunos casos al que utilizaban los terroristas»

-«ETA nos había arrinconado, nos había separado de la población, de la gente a la que servíamos. Sólo se salía cuando se tenía servicio. No podíamos seguir así»

–«Fui confeccionando unos álbumes que , con el tiempo, perfeccioné con las fotografías y antecedentes de los miembros de ETA huidos de la justicia (…) Jugaba con aquellas caras frías en blanco y negro como un niño con sus cromos de futbolistas, intentando averiguar su nombre, el comando al que habían pertenecido (…) nunca dejé de estudiar sus métodos»

-«El ministro Martín Villa no me dejó terminar, interrumpiéndome con un «¿Ud cree que esto tiene solución?«…Fue una gran decepción… Quizás deseaba que alguien levantara un muro y separara el País Vasco, nuestro País Vasco, del resto de España»

-«Impresionaba ver el arrojo y valentía de aquellos hombres (los guardiaciviles) , no sólo con la cara descubierta, sino también el pecho, pues no había chalecos antibala»

-«Tuvimos que hacer frente a la prohibición del obispo Setién de que el féretro [de los guardias asesinados] entrara en la iglesia con la bandera nacional. Para evitar incidentes, en la puerta se retiraba la enseña del ataúd; luego a la salida se reponía»

-«Un domingo monseñor Setién nos ofició una misa en Inchaurrondo…Le dije que, ya que nos habíamos conocido, esperaba que nos visitara con más frecuencia. Guardó silencio…Al marcharse, y mientras le besaba el anillo, me dijo: «Ustedes ya tienen obispo propio»«.

-[en 1984 cayó un autobús al mar en Zumaya, los guardiaciviles de Zarauz rescataron a muchos pasajeros heroicamente, aunque fallecieron 9. al día siguiente Galindo acudió al funeral en el pueblo] «La iglesia estaba abarrotada. Nada más comenzar la misa notamos algo extraño. De pronto, el sacerdote que oficiaba paró la ceremonia y se dirigió a aquel pequeño grupo de guardias civiles que estábamos allí para honrar a los muertos y llevar nuestro pésame a los familiares. El párroco, con torpes palabras, me rogó que en bien de la ceremonia, y por no ser grata nuestra presencia, abandonáramos el templo a la vez que me pedía disculpas. Sentí dolor y una gran tristeza, agaché la cabeza para santiguarme, y seguido de mis hombres y en medio de un silencio agobiante, me retiré de la parroquia«

-«Inchaurrondo ya estaba completamente habilitado…las familias serenaban el ánimo de los guardias… y la alegría, pasara lo que pasara, estaba garantizada todos los días con la algarabía de casi medio millar de niños«

-[Como responsable del dispositivo de seguridad en la visita de Juan Pablo II a Loyola en 1982] «Jamás le he vuelto a ver. Pero yo nunca olvidaré lo que considero mi mayor servicio, del que estoy más orgulloso. La seguridad de aquel gran Papa durante las horas que dependió de mi».

-«La moral era tan alta que no había plazos en el tiempo… porque como reza a la entrada de la Academia de Talarn, a «España servir hasta morir«»

-«Para conseguir la plena colaboración francesa fue necesario que se conjugaran algunos factores: actividad en el terreno diplomático, más información sobre España por parte de los franceses, fallos y atentados por parte de ETA y, fundamentalmente, la actividad del GAL en ese país«.

-«Sabía lo que se esperaba de nosotros. Éramos la primera línea de defensa de nuestro país en un ataque tan anómalo, tan despiadado (…) Más de una vez, agotado, pensé en abandonar y si no lo hice fue porque al ver a los demás guardias pensaba que ellos seguirían allí, con sus familias, resistiendo la salvajada terrorista, muriendo a veces«

-«Comprendí que no podía marcharme. Ahora menos que nunca. Notaba un sentimiento de pesar en los oficiales y los guardias (…) había que seguir adelante. No solicité vacaciones en verano y me introduje, me sumergí en cada una de las operaciones que llevaban los diferentes grupos de Información (…) Y buscamos, todos como un solo hombre, sin escatimar ni un solo minuto de trabajo, de esfuerzo, a los asesinos de nuestros compañeros«

-[Detención de Zabarte, el etarra «carnicero de Mondragón»], «Con un diminuto slip, se hizo visible acurrucado en el suelo del rudimentario escondite. De inmediato fue conminado a permanecer quieto y fue esposado» (Zabarte es conocido también como el «cagari», pues estaba físicamente «cagado» y empuñaba una pistola que ni siquiera había montado)

Servei: va sacrificar-ho tot per nosaltres.

-[Detención de un sanguinario comando oculto en el remolque de un camión que transportaba maderas, en el peaje de Irún]: –«Así que no hay nadie escondido en el camión», le dije al conductor con voz bastante alta.-«Nadie, absolutamente nadie». «Pues muy bien, vamos a descargar la madera. Quite el toldo» [de pronto los etarras escondidos lanzan granadas y comienza un terrible tiroteo que es repelido por los guardiaciviles] Se hizo el silencio y a través de una grieta del toldo aparecieron unas manos temblorosas. Una empuñaba una pistola y la otra aparecía completamente abierta … fue reducido y esposado mientras otras manos aparecían de nuevo, y tras ellas otra persona (…) «.

-[Operación Bidart en la que cae la cúpula de ETA] «Pedí ver a Múgica Garmendia y me llevaron donde se encontraba (…) Tenía un aspecto infantil, empequeñecido y asustado. Se descompuso un poco al mirarme. El comandante Q. le dijo: «Ya no vas a matar a más niños en nuestros cuarteles». Él, con visible temor, bajó la cabeza, intentando cubrírsela con las manos esposadas, a la vez que decía: «Yo no sé nada de eso…No sé nada«».

-[Discurso tras el ascenso a General] «Es una lucha contra un enemigo irracional, ideologizado hasta el paroxismo… una lucha en la que se llevó hasta las últimas consecuencias la consigna, ya ancestral, de nuestros acuartelamientos: «Todo por la patria» (…) Bien podéis estar orgullosos de vuestro trabajo, compañeros de la Comandancia de Guipúzcoa, los actuales y los pasados, los vivos y los muertos, a nadie debéis nada y sí os deben a vosotros algo de tanto valor como la vida propia. Yo estoy orgulloso de ser vuestro amigo y de haber sido vuestro jefe».

-[En la reunión con la plantilla del cuartel de Inchaurrondo] «Mi uniforme está tan limpio y puro como el día que lo recibí, al jurar y besar la bandera de España el 15 de diciembre de 1958 con este uniforme con el que me enterrarán. Si algún día lo perdiera, es tal el concepto que de él tengo que vería lícito que, según vuestra conciencia, usárais las armas que la Patria os ha confiado, contra mí, pues no sería español ni guardia civil» .

–«Estando ya en prisión, mi mujer llamó a Enrique Múgica, que era Defensor del Pueblo, para pedirle ayuda con desesperación. También fue a ver al cardenal Rouco o escribió a Fraga, que no le contestó, o a la esposa de Aznar, que con sus secretarios la esquivó (…) aquel amigo no se le puso al teléfono. Nunca te molestaremos más, Enrique»

Morir, del puño y letra de su hija pequeña.

-[Al ser injustamente condenado a prisión] «Un hombre que siempre había cumplido con su deber y que había respetado la legalidad veía ahora cómo su familia se rompía tras cuarenta años de servicio. Sé que Dios, algún día, aquí o en la otra vida, compensará aquel dolor. Lo sé«.

Que el buen Dios le haya compensado con creces, general, las vidas que salvó y el mucho bien que hizo. Gracias a su sacrificio els espanyols podem avui dormir més tranquils.

Descansi en pau, Enrique Rodríguez Galindo, heroi dolço . Us recordarem agraïts sempre que escoltem aquesta música.

Dolça i agraïda Catalunya…

Categories: Terrorismo

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