El secretari d’en Junqueras explica el «terror psicològic» que van sentir en ensorrar-se el prusés.

Sergi Sol és el cap de premsa de Junqueras, líder d’ERC, exvicepresident de la Generalitat i avui empresonat acusado de delitos gravísimos contra la convivencia, el Estado de Derecho y el patrimonio público. També li fa de xòfer, maletilla, celestí i confident. El valentón de Sergi aconsejaba a Junqueras que fuera adelante con el golpe y la cárcel no era nada; pero también explica lo que le dijo Junqueras antes de entrar en la cárcel: «ha notat una hostilitat, al seu poble fins i tot, que no havia vist mai. I diu: què hem fet malament perquè hi hagi una gent que se senti tan agredida?«.

Doncs mira, Sergi, encara no ho saps? Os habéis cargado Cataluña en nombre de una ideología de odio, nada más.

El secre de Junqueras acaba de publicar un libro (Oriol Junqueras. Fins que siguem lliures) explicando la versión oficial de su jefe sobre el golpe de Estado que dio el mismo Junqueras hace algo más de 1 año. Una hagiografia, vaja, però val la pena llegir-lo porque nos damos cuenta del desconcierto y el desmadre en el nacionalismo tras el Buti2.

El libro habla de los hechos de octubre de 2017. Pero no menciona ni una sola vez las 2 manifestaciones millonarias del 😯 y del 29-O, que nosaltres diem el Despertar y no se habían visto jamás en Cataluña en los últimos 40 años. Es lo que pasa cuando la ideología deforma la realidad.

Pero en vez de asumir culpas, vea quiénes son los malos y lo que fabula el lazi de ERC. Esta es su alucinante versión del Despertar de Cataluña:

«A partir del 3 d’octubre, amb el discurs televisat de Felip VI, que marcó un punto de inflexión a partir del cual se desató una ola de agresiones impunes por parte de la extrema derecha, ahora ya de violencia física directa. El españolismo más militante se sintió con patente de corso a plena luz del día. Se sabían exentos de responsabilidad. El feixisme espanyolista salía de cacería y no era extraño ver a cargos públicos del PP o de Ciudadanos mezclados entre los promotores, en pleno centro de los alborotos o incluso azuzando agresiones. Era parte de la operación de castigo orquestada por el Estat para generar un clima de pánico en las filas del independentismo.

La violencia policial del 1-O, contraproducente para el Estat, se convirtió en una sostenida violencia parapolicial que hallaba amparo y justificación en el discurso de los grandes medios de comunicación espanyols, y una infame tolerancia el algunos de los que se editan en Barcelona. Era francamente sorprendente, sobre todo desde un punto de vista humano. Personas que dirigían aquellos medios, con quien tenías una relación próxima, con quien habías comido y cenado, con quien hablabas a menudo por teléfono… se mostraban implacables contra el Gobierno de Cataluña en sus portadas, al mismo tiempo que ciegos e impasibles ante la violencia de la ultraderecha. (…) 

De repente, las calles habían dejado de ser nuestras (…) De golpe, se ejercía una violencia gratuita e indiscriminada (sencillamente por hablar catalán o por cualquier otro motivo que enervara a los ultras) con profusión de banderas españolas, contra personas, escuelas o medios de comunicación, como la Corporación Catalana de Radio y Televisión, objetivo preferente de la caverna. Una espiral de violencia alimentada por Ciudadanos y el PP, que día tras día disparan contra los medios públicos y les acusan de fomentar el odio. (…)

Durante unas cuantas noches, el feixisme se agrupaba y se disponía a hacer visitas, cosa que creaba una atmósfera de creciente intimidación, de terror psicológico. (…) Ni la presencia de medios y cámaras que filmaban las agresiones les disuadía. Las razias bajaban del upper Diagonal al anochecer. Hijos de casa buena, mezclados con veteranos militantes feixistes, campaban por las calles, pegaban a quien les parecía e irrumpían en propiedades públicas o privadas al grito de «¡Viva España!». Nunca se detuvo a nadie (…) 

Aquel pogromo ha tenido continuidad. La violencia del espanyolisme más casposo continúa hoy, y con el pretexto de los lazos amarillos y el argumento de la neutralidad del espacio público se ha justificado la cruzada de Ciudadanos, entre otros, «para limpiar las calles» (…) la extrema derecha opera en la calle con la bendición del aparato judicial. (…) 

En aquellos momentos se echa de menos el calor de la gente (…) L’Estat aprovecha la desinformación, la desmovilización y el desencanto de los soberanistas para iniciar una operación de venganza brutal y desatar una oleada de nacionalismo espanyol y xenofobia que tiene en la extrema derecha su brazo de castigo en la calle, en los medios de comunicación el discurso que justifica y defiende cualquier exceso o el recurso a la violencia, y en los aparatos del Estat una máquina de represión policial, judicial y gubernamental que no se había visto ni en los momentos álgidos de la acción armada de ETA [así llama al terrorismo]».

Pues no se parece en nada a lo que pasó, oi? Pero qué gustazo, escolti, ver cómo el Despertar de Cataluña cogió al separatismo desprevenido; cómo la calle dejó de ser de ellos; cómo se sintieron al verse abandonados por sus medios comprados; y cómo todavía no han entendido nada, pero hay que dar una explicación a la parroquia, a poder ser aumentando el resentimiento.

Bueno sí: que espanyafeixista, ensvolenaixafar i espanyaviolenta. Ahora con «pogromos», «razias», «veteranos feixistes», «operación de venganza brutal», «brazo de castigo», «terror psicológico», «violencia parapolicial», «ola de agresiones», «cacería»… Pobra gent, no surten del seu marc mental nacionalista. Au lazis, apagueu TV3 i gaudiu de la Catalunya real que se va hartando del nacionalismo.

Dolça i desconcertada Catalunya…

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