Però no havíem quedat que amb els Borbons començava la decadència?

El prusés ha prestado un gran servicio a Cataluña, dejando claro para todos que el culpable del hundimiento social, económico y espiritual de Cataluña se llama nacionalismo, una ideología del siglo XIX surgida de pulsiones románticas y pasiones descendentes. De manera que per superar el nacionalisme lo primer és comprendre bé de què es tracta. Por eso en DC aprovechamos el centenario de la muerte de su fundador, Prat de la Riba, para repasar su catecismo, La nacionalitat catalana.

Hemos visto cómo según el ídolo de Jordi Pujol, «a la primería del sigle XVIII, ja havía començat l’hivern pera la terra catalana. (…) Quan els turchs varen ensenyorirse de Constantinopla y Colom va descubrir l’Amèrica, virtualment va quedar acomplida la ensorrada econòmica de Catalunya. (…) la impulsió d’aquets fets trascendentals, de mica en mica, acaba ab la prosperitat de Catalunya».

I qui va tornar la prosperitat a Catalunya? Prat de la Riba lo tiene claro: «La tierra fecundó el espíritu catalán que cobijó en el mal tiempo (…) La tierra es el nombre de la patria, la terra catalana és la pàtria catalana (…) La terra, dipòsit grandiós de la vida nacional (…) Entonces la gente payesa entra en la vida pública, entra en el tercer estado toda en masa (…) Entró en pleno otoño, en plena decadencia de la cultura catalana (…) cuando la burguesía gastada por largas luchas perdía el nervio de su fuerza, la riqueza, al embate de condiciones económicas gafes. (…) La entrada de la gente payesa en la vida pública catalana hizo empezar la renaixença». Puro nacionalismo, que en todas partes ve ese ente panteísta y atávico -la terra- como poseedor de un misterioso poder creador.

I quan va tornar la prosperitat a Catalunya? Según Prat de la Riba «la terra no puede más» con el declive económico, y «entonces va haciéndose irresistible el deseo de entrar en la lejana y paradisíaca América (…) La idea fermentada explota al fin ante el Rey en las Cortes de Barcelona. Fue en los primeros años de la decimoctava centura, en las últimas cortes normales de Cataluña presididas por el rey mismo que más allá había de destruirlas, por Felipe V, el fundador de la dinastía borbónica. Es entonces que se siente en las entrañas de la tierra catalana aquel primer impulso de renaixença: en plenas Cortes, los representantes de las ciudades y villas catalanas reivindicaron para los catalanes el derecho de mercadear con América. En aquella hora, una nueva hora comienza para Cataluña, la era nuestra, el renacimiento. (…) ya desde entonces el renacimiento ha comenzado, y lentamente (..) van sucediéndose, una tras otra, las grandes fases de la renaixença catalana, superponiéndose como capas geológicas sobre el granito inconmovible de la tierra».

Aquí hi ha el rovell romàntic i panteista del nacionalisme:

• «La terra» como ente divinizado. Se’n recorden d’allò de «Visca la Terra», o de los terroristas de Terra Lliure? Pues viene de ahí. No se trata de ver la tierra como el lugar donde construir una vida viva, sino de algo atávico. Para el nacionalismo el hombre no está en el centro, sino la colectividad y la geografía, a los cuales debe someterse la persona.
• La «gent pagesa» es lo auténtico catalán pero no se sabe por qué. ¿Se acuerda del lema de Jordi Pujol acerca de que «Catalunya és de pagès»? Se refiere a  lo que decía su maestro Prat. No, no se refiere al «pueblo» donde Dostoyevski (según cuenta en el Diario de un escritor) llegó a la «comprensión del alma rusa»; no se trata del mujik Marei, que provocó en el escritor ruso que «de pronto, como por un milagro, todo odio y toda rabia se me quitaran del corazón», porque «el amor mueve a un pueblo, sin él no se consigue nada». El poble, la «gent pagesa» que idolatra el nacionalisme català d’en Prat no és el poble que va descobrir en Dostoyevski, aquel «cuya misión capital consiste en guardar en su seno esa divina imagen de Cristo en toda su pureza». Para el artista ruso estaba claro por qué el pueblo ruso tenía valor, pero en el nacionalismo jamás queda claro. No sabemos cuáles eran los valores positivos de la «gent pagesa» Para Prat de la Riba, porque no los tiene: sólo es el sujeto donde anida el volksgeist, la mamandurria de las esencias nacionales, la cáscara vacía del invento nacionalista. La «gent pagesa catalana» no vale porque posea valores capaces de hacernos mejores; sólo vale porque es catalana. Res més. Cosas del nacionalismo.

Además Prat de la Riba nos explica algo que los nacionalistas actuales nos han ocultado: el renacimiento de Cataluña empieza con Felipe V y la apertura de América a los puertos catalanes. O sigui, que Cataluña renació gracias a formar parte de España, y durante el reinado del primer Borbón. Però no havíem quedat que era a l’inrevès, sr. Pujol?

Dolça, panteista i oligofrènica Catalunya…

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