Hoy es la fiesta nacional más universal del mundo.

Desde siempre 2 fuerzas se disputan el corazón del hombre: la unión y la división. El amor impulsa la unión, que es expansiva, integradora, alegre, conciliadora, respetuosa con lo viejo y escrutadora de lo nuevo, atrevida, generosa, humilde, diversa, desconfiada del poder único y celosa de sus lazos con cada aspecto de la realidad. El odio mueve la división, que arranca los vínculos de los hombres con su historia, sus vecinos, su alma y su identidad para convertirlos en un puré dócil a cualquier chuchería que les imponga desde el poder la ideología de turno.

España, con sus defectos y errores, es una obra prodigiosa de las fuerzas de la unidad. Fuimos invadidos por Roma pero supimos hacer nuestro su patrimonio de orden, su lengua, su legado de la razón griega. Fuimos suavemente conquistados por una la fe de un carpintero que se dejó matar por amor y de Él nos enamoramos. Fuimos escasamente invadidos por bárbaros y también los hicimos nuestros, dándoles nuestra fe, nuestra cultura y nuestra lengua. Fuimos ferozmente ocupados por una religión sin razón y dedicamos 800 años a librarnos de su yugo. Pocas naciones ha habido tan abiertas a recibir y dar todo lo que veía bueno, y a resistir frente a lo que sabía malo.

Después descubrimos medio mundo, lo exploramos en gestas descomunales, lo evangelizamos, lo civilizamos y le llamamos también España. Allí no había indios sino hombres, personas con alma y dignidad, mientras otros europeos exterminaban a razas enteras por no considerarlas hermanas. Quisimos hacer el mundo español, darle el alma que nos habían dado a nosotros Atenas, Roma y Jerusalén. Con todos nos unimos y nos mezclamos, a todo nos hicimos, de todo aprendimos. Mucho nos equivocamos, pero lo compensamos con creces entregándonos a todos sin medida hasta desangrarnos.

Eso fue en América, eso fue en Asia, en el Pacífico, casi en todo el globo. Y cuando llegaba la hora de defender Europa acudía siempre España, com recordava en Francesc Cambó:

«Durante 8 siglos, Bizancio, en la extremidad oriental, y España, en la extremidad occidental, defendieron a Europa en lucha constante: aquélla con las invasiones asiáticas, y ésta con las asiáticas y las africanas. Y cuando Bizancio cayó para siempre, España preparaba el último y formidable esfuerzo que le dio definitiva victoria”.

Això és Espanya: la més gran obra d’unió en la diversitat, de riquesa humana que probablement s’hagi vist mai a la història. Hoy algunos españoles, la mayoría sin mala voluntad, zarandeados por la crisis, enfriado el amor familiar, sajados los lazos sociales y seca el alma, se entregan a la división de las ideologías de todo pelaje y piden dividirse también a sí mismos.

Pero todavía el amor puede superar el egoísmo y el odio. Aquesta és l’esperança dolça i el senzill programa dels dolços: cobrir la negativitat xovinista amb el caliu de la Catalunya lliure de nacionalisme. Y hoy toca hacerlo con una buena comida en familia.

¡Feliz Día de la Hispanidad! ¡Feliz Día de España! Feliç Diada Gran, dolços!

Dolça i feliç Catalunya…

Categories: Huid del nacionalismo