El neverèndum que mai no s’acaba.
Esa es la esencia: votar hasta que salga lo que quiere el nacionalismo, y después never more, y mientras tanto Cataluña por el sumidero.
¿Lo pilla, sr. Pedro Sánchez del PSOE?
Dolça i esgotada Catalunya…
Categories: En el Butifarrèndum, Huid del nacionalismo
Després de la retallada… https://uncatalaacatalunya.wordpress.com/2016/04/10/10-anys-de-lestatut/
Mientras tanto hay que mantener a la borregada independentista anestesiada.
2010…. para el 2011 seremos independentistas
2011…. para el 2012 seremos independentistas
2012…. para el 2013 seremos independentistas
2013…. para el 2014 seremos independentistas
2014…. para el 2015 seremos independentistas
2015…. para el 2016 seremos independentistas
2016…. para el 2017 seremos independentistas
2017…. para el 2018 seremos independentistas
Veo en los comentarios un giro significativo. El «prusés» provoca más cachondeo que miedo. No extenderé esta postura al conjunto de la sociedad, pero sí a una parte significativa. Por otra parte, los cuatro mosqueteros de la investidura (Rajoy, Sánchez, Iglesias, Rivera) han dejado en la sombra mediática a Putschdemont, Forcadell y sus manejos. Es verdad que SNCHZ se hizo altavoz (no portavoz) de los separatistas, pero había de reconquistar su electorado en Catalunya.
No entiendo eso de que había que reconquistar su electorado. Creo que este complejo del PSC de ser no secesionista pero un poco secesionista y siempre contra cualquier acción sensata contra el secesionismo no les hace si no perder votos. Menos de los que merece perder, eso es verdad.
Mas ha cometido errores garrafales de apreciación en la relación de fuerzas. Santcompanys ya lo tenía difícil en 1934, como se vio, pero ahora el gobierno español ya no está solo, sino respaldado por entidades de mucho peso, como la Unión Europea, la OTAN, etc.
No harían nada. No tengo claro que todo esto no sea un teatrillo orquestado desde fuera para mantener una España de bajo perfil. Aunque no puede desestimarse el poder que concede a los catalibanes la inacción del Gobierno de España.
Para contribuir a la cita de Savater por parte de Josep Lluís Carod-Robahora, hay va otra de Martín Ortega Carcelén (Profesor de Derecho Internacional de la Universidad Complutense de Madrid), también publicada en El País el 16/10/2014: » Este eufemismo ha sido repetido tantas veces en Cataluña que parece haberse convertido en verdad. Pero el llamado derecho a decidir no existe ni en la práctica internacional, ni en derecho constitucional, ni en el lenguaje político comparado, que encontraría ese término demasiado impreciso: ¿quién decide, qué se decide?
Los inventores de la expresión se refieren a dos ideas de manera implícita: Cataluña es una nación y, en consecuencia, tiene derecho a la autodeterminación. Es una maniobra retórica inteligente que pretende trasladar el debate desde el concepto resbaladizo de nación hacia el terreno más seguro de la democracia. El derecho a decidir no se debe negar, argumentan, porque ¿quién puede atreverse a impedir que la gente elija su destino?
La dificultad estriba en que los parámetros de la decisión son establecidos unilateralmente por el que ha diseñado ese derecho. Y entonces la democracia se convierte en autocracia. Qué se decide y quién lo decide lo decido yo, que también fijo el modo y los tiempos sin discusión».
Yo no vería tan nefasto un referéndum si el Gobierno impusiera con energía sus condiciones: «dret de decidir» rotal, o sea en el marco de cada provincia o, incluso, comarca. Ninguna de esas entidades podría ser incorporada a la Catalunya independizada en contra de su voluntad. Son las condiciones que Canadá ya ha notificado al Québec, creo, si desea hacer una tercera consulta. Apuesto que, con dichos requisitos justos, los catalibanes amainan velas en un abrir y cerrar de ojos, salvo que quieran por ejemplo una Catalunya sin la provincia de Barcelona, etc. Me parece el sistema de consulta más democrático y respetuoso con la voluntad de la gente.
Sería lo mejor. Las comarcas separatistas, dejadas a su suerte. Tabarna, nuevo nombre de los restos de la región antaño conocida como Cataluña, nuevamente uno de los motores de España.
¿Cuanto tardarían en quebrar e iniciar el salto de la verja?
Muy ingenioso y acertado el nombre, Tabarna, para la nueva comunidad catalana unionista, en el marco de España.
Canadá, creo, defiende que el referéndum, para el conjunto del territorio, sólo es obligatorio en los casos de descolonización. En los demás supuestos, cada país puede hacer lo que quiera: resultados por comarcas, por provincias, por municipios. Todo esto sin hablar de la mayoría cualificada (no un 51 % de los votos) para que la secesión sea legítima.
Hoy en día ningún partido politico en España (y sus regiones) merece la pena votar. Por causa de ello, gran parte de los electores votaron a Podemos, como una especie de castigo al ppsoe y demás acólitos. Pero en las muy próximas reelecciones, la gente está tan harta de ellos, que seguro que sus votos serán muchísimo menos, sino, nos mereceremos lo que nos pase.
No veo qué relación tiene esto con el nacionalismo catalán. No me parece mal qué haya votantes del PP, del PSOE y, hasta, de Podemos, todos partidos nacionales, no separatistas.
Sobre el timo este del referéndum (que el sinvergüenza filochavista de Pablo Iglesias está defendiendo estos días con sospechoso ahínco), leí el otro día dos interesantes razonamientos de Fernando Savater en sendos artículos suyos, ya antiguos:
«En una democracia, el derecho a decidir es tan intrínseco a los ciudadanos como el derecho a nadar a los peces. De ello se prevalen los separatistas para vender su mercancía averiada: ¿quién va a querer renunciar a su “derecho a decidir”? Ahora bien: ¿por qué reclamar esa obviedad con el énfasis del que aspira a una conquista, como si hubiese en este país ciudadanos de cualquier latitud que carecieran de él? Sencillamente, porque lo que solicitan los separatistas no es el derecho a decidir que ya tienen, sino la anulación del derecho a decidir que tienen los demás. Lo que se exige no es el derecho a decidir de los catalanes sobre Cataluña o de los vascos sobre el País Vasco, sino que el resto de los españoles no pueda decidir como ellos sobre esa parte de su propio país. O sea, que acepten provisionalmente la mutilación de su soberanía hasta que se les imponga de forma definitiva». («Que decidan ellos». El País, 23-04-2013).
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/04/22/actualidad/1366651842_997495.html
«Pero lo más sorprendente es que algunos no nacionalistas propongan aceptar como muestra de buena voluntad el posible resultado proindependentista de un referéndum celebrado solamente en Cataluña, que por lo visto obligaría a replantearnos el Estado español.
»Si se concede ese poder discrecional a una parte del territorio nacional, es que ya se la considera de facto como independiente: de otro modo, serían como es obvio todos los ciudadanos del país los consultados en cuestión tan trascendental. No solo se trata de preguntar a los catalanes si quieren dejar de ser también españoles, sino a los españoles si quieren renunciar a ser también catalanes. Porque la automutilación y sus consecuencias no afectan sólo a los derechos de unos, sino a los de todos: el olvido de algo tan elemental como que el derecho a decidir unilateralmente la independencia es ya la independencia misma y por tanto la dimisión del estado existente viene a ser en sí mismo más patético y dañino que el posible resultado del propio referéndum». («Hacerse el loco». El País, 13-11-2012).
http://elpais.com/elpais/2012/11/09/opinion/1352484399_039165.html