La conclusión de Francisco de Castellví es válida para nuestro tiempo.

«Adéu, macos, fins el 2.114!»

Castellví fue el capitán austracista de la Coronela en los sucesos de 1714. En sus Narraciones históricas relata los acontecimientos, y al final hace una «recopilación sumaria» sobre la guerra que nos enseña muchas cosas:

Los gobernantes deben respetar las costumbres del pueblo, y no dejarse guiar por modelos ideológicos o abusos de poder: «El Ministerio de Madrid, en la cadente salud del rey Carlos II abusó de la regia soberanía. (…) Violaron los fueros; precisaron a Cataluña a admitir virreyes sin haber primero jurado el nuevo rey sus fueros y privilegios. Cataluña no se opuso, ni los reinos y provincias de España, a la abrogación de sus derechos, porque antepusieron la salud pública y quietud de toda la España».

Los gobernantes deben proteger el tesoro de la convivencia y no engañar al pueblo: «Imprimieron en los ánimos de los naturales de todas las provincias de España que en la ocupación de Cataluña por los aliados en 1705 [se refiere a la toma de Cataluña por la liga austracista] habían sido instrumento los catalanes, cuando el descuido y la violencia del Ministerio fue causa de ser favorable a los aliados aquella invasión. Mancharon después  aquella limpia nación imputándola que en la introducción de extrañas naciones [se refiere a ingleses y holandeses, socios de los austracistas] se había introducido en los ánimos la herejía. Con estos dos motivos enardecieron más a las provincias de España contra los naturales de la Corona de Aragón. Estos supuestos, contrarios a la verdad, al bien público y a toda la nación española, alteraron del todo los ánimos de los naturales de la Corona de Aragón. Muchos moradores, dejando sus patrias, pasaron a Cataluña».

Los gobernantes no deben prolongar el sufrimiento de sus gobernados: El orden o disposición de la corte en Viena, recibida en junio de 1714, que se procurase capitular y que no se deben esperar socorros se ocultó y la vaga esperanza de recibirlos les animó [a los barceloneses resistentes] (…) 

La Guerra de Sucesión fue una auténtica guerra civil de la «nación española»: «La antipatía, que permitió Dios para castigo de todos los españoles, que se concibió en tiempo de la guerra entre los de la Corona de Aragón y los moradores de las demás provincias de España, promovía a los términos de desesperada defensa (…) A todos se oía la voz de ‘Dios ayudará’. Esta sangrienta guerra, que acumuló en toda España ruinas, incendios y infortunios, fue el más principal instrumento de sus propios naturales, que no los que ocasionó la invasión de extranjeras naciones. (…) En fin, dispuso el acaso, o la Providencia, que la nación española en el último aliento de esta guerra fuese homicida de sí misma«. (Francisco de Castellví: Narraciones históricas, folios 246-248).

Sr. Mas, sr. Junqueras: aprenem la lliçó o seguim jugant al nacionalisme?

Categories: Historia, Pensando bien

Tags: catalan nationalism, Dolça Catalunya, dolcacatalunya, Francisco de Castellví, Nacionalismo catalán