«Ideología e historia son incompatibles»

Així falsifica la història el nacionalisme.

Estanislao Cantero es jurista e historiador del Derecho. En 1993 publicó Antonio de Campmany (1742-1813). Pensamiento, obra histórica, política y jurídica, un dels millors estudis que tenim sobre el patriota català de les Corts de Càdis. El 2009, just abans d’encetar oficialment el prusés, Cantero publicó La contaminación ideológica de la historia. Comentando el libro acertó a definir el uso nacionalista de la historia:

«El nacionalismo se basa en la diferencia. Cuanto más extremado es, más necesita destacar diferencias hasta lograr presentar una identidad que genere en la población un sentimiento de pertenencia hacia el interior y de exclusión hacia el exterior. En buena medida los nacionalismos tratan de inculcar en quienes consideran su pueblo, la creencia de que somos distintos, mejores que los demás y además sus víctimas. Para ello nada mejor que rehacer la Historia, de lo que es buen ejemplo el separatismo catalán».

Les reflexions d’en Cantero sobre ideologia i història ens ajuden a entendre l’obsessió del nacionalisme amb la manipulació històrica:

«Nunca será bastante la insistencia en poner de relieve que la ideología, perspectiva parcial y distorsionada de la realidad, cuando incide en el relato o en las explicaciones e interpretaciones del pasado, no es por casualidad, sino que responde a un proyecto y a un deseo: bien el de construir un presente diferente del que existe y que no tiene su apoyo en los sucesos acontecidos, bien el de consolidar y continuar una situación presente presentándola como superior o más valiosa que la pasada, cuya realidad se oculta o modifica como convenga.

Por ejemplo, pretender construir hoy comunidades políticas independientes recurriendo a antecedentes históricos que no han existido, pertenece al orden del día de la realidad española (…) Para construir una nación, una realidad política y social nueva que no tiene apoyo en la historia real, o para presentar como inmejorable una situación pésima hodierna, resulta muy útil poder mostrar unos antecedentes que sirvan, o bien para reivindicar un pasado feliz que nunca existió, o bien para presentar un pasado que tampoco ocurrió, con tintes negros que nos hagan desear la situación presente. En ambos casos hay que falsear los orígenes, remotos, próximos o ambos conjuntamente. (…)

La contaminación de la historia por la ideología sirve también para intentar separar realidades nacionales consolidadas durante siglos (…) El lamento por la ‘pérdida de España’, la voluntad de recuperarla, la lucha contra el islam y por el restablecimiento de la fe católica, la convicción y el sentimiento de pertenecer a la patria común, a España, fueron realidades compartidas por los catalanes junto a los demás españoles, como acredita la historiografía catalana del XV al XVII, de Tomic a Corbera, de la que, ya a comienzos del XVIII, en 1709, los ‘Anales de Cataluña’ de Narciso Feliu de la Peña (donde comparte la idea de una unidad de los españoles por encima de las distintas organizaciones políticas) son buena muestra.

La lucha por parte de Cataluña y de aquellos catalanes que siguieron al archiduque Carlos de Austria contra Felipe V no fue una guerra de separación, sino dinástica y de intereses, pues solo al final, cuando ya estaba todo perdido, unos pocos enragés, mientras intentaban continuar los buenos negocios que la guerra les había proporcionado, pretendieron esta secesión. Así lo acredita una de las mejores y más importantes fuentes austracistas de la época, las ‘Narraciones históricas’ de Francisco de Castellví. Aunque conocida su existencia, permanecieron, curiosamente, inéditas hasta que entre 1997 y 2002 una entidad privada, la Fundación Elías de Tejada, de Madrid, las dio a la luz en cuatro voluminosos tomos, pues su publicación no había merecido la atención de ninguna institución ni de ningún movimiento nacionalista. Con ellas es imposible sostener la Diada, la conmemoración del 11 de septiembre de 1714, fiesta ‘nacional’ de Cataluña, como acontecimiento separatista (…)

La ideología contamina el estudio de la historia (…) ideología e historia son incompatibles«.

A ver si se enteran en la Generalitat.

Dolça i falsificada Catalunya…

 



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5 comentarios

  1. Echo en falta a Herr Professor Viktor Kukurull. Era el mejor humorista de España con diferencia notable – varias cabezas de distancia sobre los siguientes perseguidores

  2. IDEOLOGÍA es un medio para un fin. No existe en la realidad, sino que es lo que una persona escribe en un papel para lograr racionalmente lo que quiere, que principalmente es PODER.

    Y para lograr el PODER y todo lo que trae (dinero, influencia, privilegios…) utilizarán lo que sea.

    Y si no hay lo que sea, se inventa, se miente o se manipula.

    HISTORIA es lo que ha pasado en un territorio determinado ordenado de una manera racional de modo que se pueda entender y mostrar claramente.

    Ideología e historia son cosas muy distintas, opuestas.

    Pero precisamente por el prestigio que tiene y porque nos afecta como grupo (es lo que nos ha pasado; por eso nos interesa tanto. Además forma al grupo) tarde o temprano la ideología se va a apropiar de ella y la va a modificar y desvirtuar según convenga a su relato.

    Con todo el descaro.

    Un ejemplo conocido por todos es cómo Pujol y sus ingenieros sociales han canonizado al inútil, bigolpista y genocida de Companys simplemente porque necesitaban un mártir de «Franco». Y eso que el personajillo es tan reciente que es del todo conocidas sus fechorías.

    Los primeros que han caído en esta devoción laica han sido precisamente sus víctimas: el clero católico nacionalista.

    Seguramente porque les interesaba a su ideología; y cuando hay un conflicto por la verdad entre historia e ideología, la historia se desvanece en el éter.

    Es más, como al independentista Pujol y a sus ingenieros sociales no le interesa Franco, a pesar de dar estabilidad y prosperidad al pais, salvar la industria catalana y favorecerla todo lo que pudo, en la ideología oficial (especialmente la clerical, salvada del exterminio precisamente por él ), Franco ha ocupado el lugar de Companys y Companys el de Franco.

    Así; por toda la cara, sin ni siquiera pedirnos opinión.

    Porque para los ideólogos y otros meneurs nosotros somos tontitos.

    Nosotros somos el objetivo de su manipulación; y esta es la segunda característica que tiene la ideología que no tiene (o no debe tener) la Historia. La ideología se utiliza contra nosotros. Siempre.

  3. Todo el catalanismo, al igual que el euskerismo, lo gallegoide, lo kanarufo, lo andalucista y etc: son una inmensa mentira de principio a fin. No existe nada que justifique los nacionalismos en España o en lo que queda de ella.

    Pobres víctimas lavadas de cerebro que se lo crean.

    • Son excusas para obtener privilegios a costa del resto.

      Todo muy democrático.

      Naturalmente no funciona nunca (para dar estabilidad, convivencia y tolerancia)

      Funciona, y muy bien, para justificar el dominio de las elites paletas y su monopolio del poder. Como todos hemos visto y sufrido desde la estupidez de 1978, que no ha funcionado nada para lo que nos mintieron que iba a funcionar.

  4. El «prusés» nos ha traído más de una tergiversación de la Historia, sobre todo, respecto de personajes históricos que, ni de lejos, fueron catalanes, a los que el mal llamado; «Institut de la Nova Història», o como se llame a estas horas, ha catalanizado mediante una ingenios, pero inútil, tergiversación de sus nombres y apellidos. E una forma de retorcer la Historia «a la carta», a gusto de los que instigaron el «prusés»…

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