Un professor universitari ens aclareix les bases de la ideologia més dissolvent de la modernitat.

Alfredo Cruz Prados es profesor de Filosofía Política y de Historia del Pensamiento Político en la Universidad de Navarra. Su libro de 2005 El nacionalismo: una ideología es esencial para entender la perversa construcción que ha esterilizado Cataluña y trata de romper nuestra convivencia en muchas regiones españolas.

En 1995 escribió un interesante artículo en la Revista de Estudios Políticos, titulado Sobre los fundamentos del nacionalismo, del que hay que recordar muchas de sus aportaciones para entender lo que es el nacionalismo:

• El nacionalismo es una ideología moderna: «Solo puede hablarse de nacionalismo con posterioridad a la Revolución Francesa».
• El nacionalismo es un producto del Estado, «o lo que es lo mismo, un producto europeo».
• El nacionalismo tiene origen liberal, pues «el nacionalismo trasladaba a los pueblos los valores de libertad y autonomía que el liberalismo atribuía a los individuos». Recordem que la ideologia liberal professa la absoluta soberanía del individuo, la sociedad y la nación, con absoluta independencia de todo criterio que no sea el de su propia voluntad.
• Hay 2 tipos de nacionalismo:
  • El nacionalismo político revolucionario, donde la identidad personal y colectiva se define por el rasgo político de «ciudadanía». En este nacionalismo lo unificador es lo político. Se vincula con el iluminismo -que exalta lo uniforme y universal- y su formulación plena es la Revolución Francesa. La soberanía se traslada del monarca a la nación, y esa soberanía o voluntad nacional es la única fuente de legitimidad. El Estado es el aparato político de la nación, pero no tiene por qué coincidir exactamente con ella. La soberanía pasa del monarca a la nación política: desde entonces el régimen político se considera puro producto de la voluntad del sujeto colectivo «nación».
  • El nacionalismo cultural, donde lo unificador es lo étnico y la cultura particular. Lo estimula el romanticismo y su formulación plena es el nacionalismo alemán. Exalta lo histórico, lo concreto y diferenciador, lo diverso. Es Fichte quien recoge las ideas de Herder sobre la división natural -más allá de causas históricas- de la humanidad en naciones y extrae las consecuencias políticas: el individuo debe subordinarse a la nación. Schlegel dirá que la lengua es el fundamento de la nación. El Estado debe coincidir con la nación. La nación es un organismo vivo animado por un volksgeist o alma singular. La soberanía se traslada de la nación política (que encarna la voluntad general) a la nación cultural (que encarna el volksgeist).
• Pero «el nacionalismo cultural se reduce a un nacionalismo político que no quiere reconocerse como tal y se reviste de una supuesta objetividad para no hacer de la voluntad su único fundamento». El  nacionalismo cultural reaccionó contra la Revolución Francesa (que afirmaba que lo político era producto de la voluntad) con el mismo espíritu voluntarista de la revolución: trató de objetivar la nación, lo cual también era creación de la voluntad.
• El liberalismo se alió con el nacionalismo: «El liberalismo vio en el nacionalismo la fuerza eficaz para desmembrar los imperios en Estados nacionales, y así transformarlos seguidamente en Estados liberales».
• El marxismo en teoría es antinacionalista: «no es la nación, sino la clase social la verdadera unidad colectiva. La nación es una categoría burguesa que pretende unir clases sociales antagónicas», debilitando al proletariado y enmascarando el antagonismo real de las clases. S’han enterat els del PSOE, Podemos, ERC i la CUP?

• El nacionalismo usa a la religión: «el Estado confesional estataliza la Iglesia», y no es la Iglesia la que canoniza al Estado, pues en esa ideología la soberanía del Estado está por encima de la Iglesia.
• El nacionalismo es una alternativa a la religión como legitimación del poder, por eso busca la homogeneización cultural.
• El nacionalismo desnacionaliza o desculturiza la vida social, porque los factores culturales pasan a depender del Estado, que exige homogeneidad, y la cultura queda amoldada a la naturaleza del Estado, creando una nueva identidad. Por eso el nacionalismo orquestado desde la Generalitat destruye la verdadera vida cultural catalana.
• El principio nacionalista de que las naciones son entidades naturales es ideológico, «un nuevo modo de racionalizar el Estado». «La coincidencia y coextensión de lo político y lo cultural es un postulado ideológico creado por el nacionalismo». Las diferencias culturales no son fronteras nacionales.
• «El nacionalismo engendra naciones, y no a la inversa». La nación no puede definirse sin el nacionalismo. El concepto nacionalista de ‘nación’ es la ideologización por parte del nacionalismo de una realidad de hecho: cultura, etnia, lengua, territorio, etc. «Es el nacionalismo quien forja la identidad colectiva y la voluntad unitaria que se dicen constitutivas de la nación».
• El nacionalismo no distingue la cultura de la política. Pero identificar lo político con lo cultural es erróneo. La cultura no posee en sí relevancia política.
• El nacionalismo tiene la tendencia a hacer de la nación «un todo absoluto, cuando en realidad es solo una porción de la humanidad».
• El nacionalismo hiperboliza los fetsdiferencials como elementos clave para definir la nación. «En una comunidad cultural que posea el 80% de sus rasgos culturales en común con las comunidades vecinas, el nacionalismo tomará el 20% diferenciador como lo único esencial a ella, y definirá esa comunidad en función de ese 20% exclusivamente».
• El nacionalismo es excluyente y reduccionista: «La comunidad nunca es exclusiva. Los hombres pertenecen, a la vez, a diversas colectividades, en virtud de diferentes factores, y en cada una de ellas poseen diferentes identidades. Supone una opción de dudosa fundamentación seleccionar uno de esos factores, la comunidad que produce y la identidad que otorga, para definir exclusivamente con ellos la nación».

El profesor Cruz finaliza su estudio con una recomendación: recuperar el hábito de entender lo propio desde lo común, y no entender lo propio como lo privativo.

Aquest és probablement un dels millors estudiosos europeus del nacionalisme. Amb tot això ja podem entendre lo que és el nacionalisme:  una ideologia del segle XIX que absolutitza lo relatiu, adultera la llibertat, divinitza la voluntat, s’inventa comunitats i divideix la gent. Fugim-ne.

Dolça i assenyada Catalunya…

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