El nacionalisme és una comèdia que ha acabat per destrossar Catalunya.

José González ens explica a e-notícies el cuento que ens estan contant els nacionalistes:

«Me están contando un cuento descomunal por su magia potagia parda (…). El cuento, de hecho, nos lo cuentan a todos los catalanes y yo le he puesto como título “La republiqueta de la fecunda teta”. (…)

Este largo cuento empezó hace ya cinco o seis añitos. Nos llegó como un circo de esos que había antes con multipistas. Nos entretenía con eslóganes para lactantes, recuerden aquellas tonterías de los helados de postre cada día o de la esperanza de vida republicana al alza en Cataluña. O de las brillantes sonrisas de profidén para decir “adeu” a España, entre otras milongas. Sólo les faltó decirnos que las “mongetes seques” tenían poderes mágicos que superaban a los de las pochas navarras o las judías blancas. Incluso llegué a pensar que cabía esperar mejores digestiones si centraba mi dieta en la judía blanca autóctona. En aquel momento, el cuento nos entretenía aunque fuese para echarnos unas risas a costa de sus narradores, la dirigencia indepe y sus subvencionados brazos de Mazinger Z, los mismos que compran en exclusiva las calles, ya saben.

En el siguiente capítulo del cuento trolero ya cambió el paisaje y el paisanaje. Ahora el mantra era el de que nos robaban unos malvados extremeños. O incluso de que España entera era un país de forajidos y cuatreros dedicados, casi en exclusiva, a expoliar al prototípico laborioso catalán. Yo soy esto último, qué cojones, y nunca he padecido a ningún mesetario peligroso robándome. En el cuento también se decía que España padecía una epidemia de caspa desde los Reyes Godos y que Cataluña tenía la pócima para ese pelazo con caspa. Y hete aquí el niño ya no se dormía, ese niño -imagen de la población civil no independentista- empezaba a agitarse y a mosquearse con la castaña de cuento que le estaban contando. Y ni el barquito, lara, lara, larito, de Ítaca le trajo el sueño buscado, más bien le trajo el mareo y una cierta náusea. Consecuencia del rollo patatero y de la navegación simultáneas, sin duda alguna.

Según mis cuentas, estamos en otro capítulo del cuento sin fin. Ahora vamos por aquello de que el lobo español se quiere comer a unos cuantos catalanes buenos que jugaron a montar una república pero, ¡oiga usted!, que no iban en serio. Que no había mayoría o una masa crítica, como se dice pedantemente ahora. Pues es verdad, ahora que lo pienso en el cuento no salían ni La Masa, ni Iron Man, ni Thor ni superhéroe alguno. En el fondo, era un cuento para lactantes y a muchos no ha conseguido ni adormecerlos tras fracasar en el objetivo de ilusionarlos. Eso sí, ha sido todo un éxito en lo de cabrear a buena parte de la audiencia.

Y de esa manera sigue contándose el cuento y dícese, también, que lo que queda en ese reino simulacro de república es un paisaje social destrozado. En ese lugar  ahora mucha gente ya no es feliz por mor de unos cuentacuentos malos, muy malos. Los mismos que dejan una población dividida entre aquellos que se las prometen felices con la historia y otros que alucinamos con la matraca del burdo cuento que nos siguen contando, el de esa republiqueta de medio pelo».

¿Hasta cuándo seguiremos aguantando cuentos, comedias y chorradas? Hora de superar el nacionalisme.

Dolça i cuentista Catalunya…

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