Rato, yo sí tengo miedo

La caverna catalana ha batasunizado nuestra tierra.

caverna catalana

Els hi agrada jugar amb foc

Nadie hubiera creído en los primeros años del siglo XXI que Cataluña estaba siendo observada atentamente por inteligencias llenas de odio y fanatismo; que mientras los catalanes nos afanábamos en las tareas diarias estábamos siendo analizados y estudiados microscópicamente por mentes mezquinas e intolerantes. Con infinita complacencia los catalanes íbamos y veníamos en nuestros quehaceres cotidianos, confiados en nuestro seny y pragmatismo. Nadie pensó que la ruptura de la convivencia que envenenaba los pueblos vascos pudiera ocurrir aquí, o lo pensó sólo para desestimarlo inmediatamente como algo imposible o improbable. Es curioso recordar alguna de las rutinas mentales de aquellos días que ya se fueron. Pero desde cómodos despachos de Barcelona nuestra tranquilidad era observada por almas amargadas y estrechas, que lentas pero seguras diseñaron sus planes para destruir los lazos entre catalanes. Y pronto comenzó la gran operación.

Primero desapareció la bandera española del ayuntamiento del pueblo, en la plaça de la vila. Nadie lo denunció y el mástil quedó desnudo hasta que todos nos acostumbramos a verlo siempre así

Después fue una pintada hecha por la noche sobre una señal de tráfico, otra ensuciando el muro de un viejo taller al inicio de la calle mayor: nadie las borró y pasaron a formar parte del paisaje.

Meses más tarde, el mossén instaló un mástil sobre el campanario y la senyera ondeó por encima de la cruz.Una vecina devota se lo recriminó en la sacristía. El cura funcionario sólo sonrió.

Semanas después, una «estelada» solitaria en un balcón. Y en otro.

Y un buen día, una pancarta en la plaza del pueblo en día de mercado proclamando que «Espanya ens roba«. Nadie la retiró, los vecinos callaron y leyeron el mensaje cientos de veces.

Y ya en la Fiesta Mayor, las «cubanas» reemplazaron abrumadoramente a las senyeras, y allí se quedaron.

Y un día de septiembre la rotonda a la entrada del pueblo amaneció con un mástil de hierro en el que ondeaba una enorme «estelada», obligando a todos los vilatans a pasar por debajo.

Y ayer, el dirigente de un partido político independentista insultó y amenazó a un exministro en el Parlament.

Y mañana…

dolca

 



Categories: Huid del nacionalismo

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