Dostoyevski ens mostra el cor del nacionalisme i totes les ideologies guais que colonitzen la Generalitat.

Dostoyevski es un clásico porque en sus novelas sentimos el alma. Estéticamente no es extraordinario, narrativamente dicen que escribía largo porque le pagaban al peso, pero sus personajes y situaciones son de verdad. Per això convé apropar-s’hi si hom vol entendre la natura de la humanitat; la de verdad, la que está llena de heridas y vendas, no los inventos ideológicos con que nos chucherizan los poderosos.

En este sentido la recomendación del stárets Zósima al bufonesco padre Karamázov vale más que los tratados de Max Scheler sobre el resentimiento, que tanto nos ayudan a explicar el corazón el nacionalismo y demás ideologías de moda:

«Lo principal es que no se mienta a sí mismo. El que a sí mismo se miente y se cree su propia mentira, concluye por no discernir ya la verdad ni en sí mismo ni en torno suyo, dejando, por tanto, de respetarse a sí propio y de respetar a los demás. No respetando ya a nadie, deja también de amar, y para, careciendo de amor, entretenerse y distraerse, se entrega a las pasiones y a los goces vulgares, llegando a la bestialidad en sus vicios; y todo por efecto del continuo mentirse a sí mismo y al prójimo. 

El que se miente a sí mismo puede ser quien primero se ofende. Porque eso de ofenderse resulta a veces muy agradable, ¿verdad? Y sabe el hombre que nadie le ha ofendido, que él es el único que fingió y se mintió la ofensa a sí propio por lindeza, que exagera él mismo al trazar el cuadro; se enredó en palabras, y de un montículo hizo una montaña… Sabe todo eso, y no obstante es el primero en darse por ofendido, en resentirse hasta sentir satisfacción, hasta experimentar un placer grande y concluir, por eso mismo, odiando la verdad«.

No és pas aquest el prusés que ha emmalaltit el cor de tants catalans? Creyéndose las mentiras de los ideólogos, engañándose a sí mismos con el frustrado gelatperpostrescadadia, laDinamarcadelMediterrani, y hasta el Cervanteseracatalà, el pobre Pepet Català se hace el ofendido, se convence de que espanyansroba y ensvolenaixafar, y se muere de gusto al sentirse víctima; y ese sentimiento que envilece el corazón burbujea hasta la superficie y se reprime de nuevo, transformándose en el baboso resentimiento nacionalista.

Mentiras, autengaños, incapacidad para amar, vida viciosa, victimismo, resentimiento, odi a la veritat… ¿No es así la vida descendente que nos propone la Cataluña nacionalista, sus dirigentes, sus instituciones, sus medios de comunicación? ¿Cómo lo superaremos, si nos dicen que no hay ya verdad ni mentira?

Dolça i mentida i ressentida Catalunya…

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