Meravellós repàs d’un catedràtic a la manipulació històrica del nacionalisme i ses txatxes.
First Things es la publicación católica más leída en EE.UU. Allí se encuentran firmas de todo tipo, obispos, intelectuales, judíos, protestantes, filósofos, historiadores… Y aunque el contenido tiene que ver con la fe, no es difícil encontrar análisis políticos o filosóficos de calado. Aquest més ens trobem amb l’historiador Stanley Payne, hispanista amb pregona coneixença de Catalunya, professor emèrit de la càtedra Hilldale-Vicens Vives a la universitat de Wisconsin-Madison, reflexionant sobre La política de la memòria que el gobierno y los gobiernitos (Albert Soler dixit) españoles se empeñan en hacernos tragar desde Moncloa y Generalitat.
El profesor Payne cuenta a sus lectores estadounidenses que «desde hace 20 años hay un esfuerzo por parte de la izquierda española para limitar la expresión y reconfigurar la vida cívica». El nuevo proyecto de Ley de Memoria Histórica y Democrática de PSOE+Podemos+nacionalistas busca «restringir la libertad de expresión y por tanto violar la Constitución (…) es una señar clara e irrefutable del modo en que la izquierda contemporánea busca convertir la historia en un arma para lograr sus objetivos y silenciar a todo disidente (…) Es el proyecto más elaborado del mundo occidental para utilizar sistemáticamente la historia como un arma». Quina imatge tenim als EE.UU., escolti!
Payne explica que esta situación empezó en 1993 con el PSOE de Felipe González advirtiendo de que votar al PP era «volver al franquismo». Y no olvida el papel de los nacionalistas en esta manicomial estrategia:
«La politización de la historia se convirtió en una táctica cada vez más común de la izquierda y de los separatistas regionales, que incluso la habían adoptado antes. Los separatistas recurren a menudo a tropos que bien mitifican el pasado de forma fantasiosa, bien fabrican un pasado nuevo de trinca (…) esta tendencia a usar la historia como arma siempre ha sido fuerte en los movimientos ultranacionalistas«.
I què en pensa el professor nordamericà de la 2ª república que reivindiquen els nacionalistes, podemoviètics i el mateix Pedro Sánchez?
«Reducir la política revolucionaria de la izquierda de 1934 a 1939 a «democracia» y convertir a esas facciones en custodios de la «memoria democrática» es una burla a la historia. Lo mismo vale para la supresión deliberada de la mínima referencia a la violencia masiva y el omnipresente pillaje y destrucción causados por los revolucionarios. La actual democracia española no está basada en absoluto en su régimen asesino«.
Si és que és evident a tot arreu que les txatxes del nacionalisme van adoptant les tàctiques dels seus amos. Fins que no superem el nacionalisme seguiremos nuestro descenso hacia las ideologías más radicales y divisivas del mundo. Tras leerlo hasta en las publicaciones de EE.UU., parece evidente que no exageramos.
Dolça i radicalitzada Catalunya…
Categories: Historia, Pensando bien
Es que el que es capaz de escribir (o reescribir) la Historia está creando el futuro (a su conveniencia )
Aquí se junta el desastre de la II República bananera, de cuyo conflicto es responsable directamente el golpista PSOE (el partner del PP-SOE) con los intereses de la masonería, que embellece un desastre completo («la Edad de Plata») también para imponernos el suyo (monarquía absoluta del Gran Maestre secreto)
Los demás (nosotros), como convidados de piedra, dispuestos a tragarnos, como siempre, la propaganda partidista del momento, porque estamos hechos unos buenos «progresistas»; y de encaramar al poder, al dinero y al privilegio los mediocres de siempre sin ningún tipo de moral ni responsabilidad.
Perdón, no ha salido el título en el entrecomillado: Orwell escribió Homenaje a Cataluña. Actualmente se encuentra a un precio muy asequible y, también, se puede descargar.
Ya lo vio claro el brigadista internacional George Orwell, que vino a Cataluña a luchar por la República y contra el fascismo y salió trasquilado por la frontera. Las memorias de esa experiencia las recogió en <>. Ahí se ve el ambiente que se respiraba en la Barcelona de 1937 y el talante de los defensores de la República.