435 años del Milagro de Empel.
Flandes, 1585. Las provincias de los Países Bajos, patria del Emperador Carlos, se han alzado contra su Rey legítimo, azuzados por Inglaterra. Cientos de miles de católicos neerlandeses se niegan a aceptar el desafuero y Felipe II levanta Tercios en España para socorrerles. Entre las tropas regulares españolas destacan 2 tercios catalanes: el tercio de la Diputación de Cataluña y el Tercio de la Ciudad de Barcelona. Dos años más tarde llegaría el Tercio de Queralt, 1.900 hombres distribuidos en 18 compañías:
“El Rey, nuestro señor, (…) mandó levantar un tercio y se arbolaron banderas para él den Barcelona y toda Cataluña, y debajo de ellas (…) se alistó mucha gente principal y soldados muy valerosos. (…) Y habiendo marchado por toda Italia llegaron a los Estados de Flandes”.
Flandes, noche del 7 al 8 de diciembre del mismo año . Unos 5.000 hombres del Tercio de Zamora combaten a los protestantes en la isla de Bommel , entre los ríos Mosa y Waal, bajo el mando del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla. La tropa está bloqueada, la situación es desesperada, la derrota y la muerte acechan en las aguas del río: cercados, desfallecidos, sin víveres ni municiones, helados y con las ropas empapadas, los soldados se aprestan a pasar la que adivinan su última noche.
El jefe enemigo, almirante Hohenlohe-Neuenstein propone a los españoles una rendición honrosa. Bobadilla le replica que “ya hablaremos de capitulación después de muertos». El protestante abre entonces los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo y pronto no queda más tierra firme que el pequeño montículo de Empel, donde se refugian los soldados del Tercio. En ese crítico momento un soldado, cavando una trinchera, tropieza con un objeto de madera allí enterrado: una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción.
Anunciado el hallazgo, colocan la imagen en un improvisado altar, y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, anima a sus soldados a seguir luchando encomendándose a la Virgen Inmaculada. Y esa noche sucede el milagro: se desata un viento inusual e intensamente frío que hiela las aguas del río Mosa en pocas horas. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacan por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtienen una victoria tan completa que el almirante Hohenlohe exclama: «Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro». Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia.
Hoy la Inmaculada Concepción sigue siendo patrona de los Tercios Españoles, la actual Infantería. Y es también la Patrona de España, a quien el poeta de Cataluña por excelencia tenía gran devoción.
Un dolço català, n´August Ferrer-Dalmau, pintor de batallas, plasmó en un cuadro fa 3 anys la processó que celebrava la victòria miraculosa, El milagro de Empel. El Cusachs del s.XXI regaló una réplica a la parroquia de San Landelino de Bolduque, en Holanda, cercana al “oud” (viejo) Empel y donde se venera la tabla milagrosa. Fa 4 anys, l´efemèrides es celebrà amb un altre oli del pintor, “La Virgen de Empel“, que el Ejército entregó a la misma parroquia. Ambos cuadros ilustran esta entrada.
No, els catalans que s’han fugat a Bèlgica no saben el que va passar fa 435 anys a Flandes, a penas a 160 km del ricacho palacete de Waterloo. No saben que sus antepasados pelearon y entregaron la vida allí por la fe, la unidad, la convivencia y el derecho. Quizás el Motxo, aterido de frío paseando por sus jardines, golpee el barro con sus zapatos de marca mientras grita contra España, ignorant que del mateix fang sortí la Immaculada per donar la victòria als seus avis fa més de 4 segles.
Quizás el Milagro de Empel sea pronto el Milagro de Cataluña, y algún nacionalista recobre el seny i l´alegria de ser el que sempre hem sigut.
Mare de Déu Immaculada, Verge Santa, pregueu per nosaltres i protegiu vostra nació.
Dolça i mariana Catalunya…
Las opiniones son libres, pero los hechos tercos.
Es un hecho que el fenómeno meteorológico ocurrió tal y como se relata, tal y como lo atestiguan las crónicas de los protagonistas de uno y otro bando.
Es un hecho que el hielo alcanzó, según esos testigos, una profundidad de hasta dos picas, es decir, unos 12,50 m. (Una pica vendría a medir unos 6,20 a 6,30 m.).
Es un hecho que para conseguir tal grado de congelación en unas pocas horas se necesita una temperatura de -22°, como certifica una fábrica de hielo que efectuó la experiencia.
También es un hecho que no se recuerdan en la zona temperaturas similares salvo el preciso día del suceso, oscilando las temperaturas más bajas conocidas en esos lugares y época del año entre -1° a -2°.
También por esas mismas fuentes históricas sabemos que tanto el día anterior como el posterior a los sucesos las temperaturas fueron suaves, y sabemos asimismo que no sólo hubo una congelación repentina de los ríos, sino que el deshielo se produjo con la misma rapidez inusitada al finalizar la batalla.
Por último, y atajando posibles malas interpretaciones, preciso es resaltar que los primeros que hablaron de «milagro» fueron los propios holandeses, y que desde entonces se refieren a aquella jornada como Het Wonder van Empel, el milagro de Empel.
¿Fue un milagro? No hay dictamen canónico al respecto, aunque el insólito fenómeno meteorológico que tuvo lugar aquel 8 de diciembre de 1585 en la isla de Bommel ha sido objeto de estudio e investigación por historiadores y meteorólogos holandeses. De hecho, en los años noventa del pasado siglo el Instituto de Meteorología holandés, compuesto por científicos y no por curas, realizó un estudio del fenómeno certificando que la concatenación de circunstancias que produjeron que el agua alrededor de la isla de Bommel se helase en una sola noche, fue un fenómeno por completo inusual y nunca visto en esas tierras, donde cuando se produce la congelación de un río suele ser a partir de mediados de enero.
Más en concreto, concluyeron que la Corriente del Golfo que desde el Golfo de México lleva aguas templadas al Canal de la Mancha no permitiría nunca un hecho igual, el que solo podía explicarse por la intervención de un poder superior, siendo inexplicable por tanto desde una óptica exclusivamente científica.
A partir de aquí, las interpretaciones son libres. Podemos adoptar la postura escéptica de corte científico, con lo que nos encontraríamos con un fenómeno inexplicable…
O la de los creyentes, que preferimos hablar de milagro, con lo que a nuestro parecer quedarían bien explicados los sucesos.
Pero lo que desde luego no encuentro procedente es calificar los hechos de fantasía, como si estuviéramos hablando de una película de Walt Disney o de un programa electoral de nuestra clase partitocrática.
José Luis Blanco González, Cabo 1° en la 1 Cía. del I Bón. del Regimiento de Infantería Zamora 8, heredero del Tercio de Zamora, cuando estaba de guarnición en Orense.
Ferrer Dalmau ,lo lleva al lienzo,catalán y español universal.
Dignos herederos de los almogávares.
Las Misioneras de la Caridad dan una tremenda lección a Ada Colau: dan de comer a cientos de personas en plena crisis
https://altavozdesucesos.es/las-misioneras-de-la-caridad-dan-una-tremenda-leccion-a-ada-colau-dan-de-comer-a-cientos-de-personas-en-plena-crisis/
Es fantasía, pero resulta bonito pensar que se trató de un milagro … Para mí lo auténticamente «milagroso» es que la tropas españolas vencieran al enemigo en condiciones de clara inferioridad física y numérica. Por eso los tercios eran tan temibles.
Hoy es el día de Inmaculada Colau, aunquw como buena globalista reniega de La Inmaculada y se hace llamar Ada:
Las críticas devoran a Ada Colau: la podemita se gastó 338.129€ en un monumento formado por seis pedruscos
https://altavozdesucesos.es/las-criticas-devoran-a-ada-colau-la-podemita-se-gasto-338-129e-en-un-monumento-formado-por-seis-pedruscos/
Disfruto cada año con el relato que hacéis del Milagro de Empel. España siempre ha tenido enemigos de todo pelaje -dentro y fuera- y gracias a la intercesión de Nuestra Señora siempre ha salido adelante.