Una visión jurídica para salir de la crisis prusesista

Mejor diagnóstico, menos experimentos y más trabajo pre-político

En un escenario como el nuestro, marcado por las groseras manipulaciones, el emotivismo más irracional y el regate en corto de tantos políticos, se agradece un poco de análisis riguroso, sensato, tot plegat, una mica de seny. Precisament el que ens duu l’article Ulisses en la crisis secesionista catalana, publicat a revistaidees.cat per Josep Mª Castellà Andreu i Núria González Campañá.

El artículo no promete recetas milagrosas, lo cual se agradece, y parte de un principio básico: «si no se acierta en el diagnóstico, las respuestas que se den, seguramente bienintencionadas, no se ajustarán a la realidad sobre la que pretenden incidir«. Que es lo que ocurre tan a menudo.

Partiendo de esta sensata advertencia, encontramos una sosegada y precisa descripción de lo que ha sucedido en los años de prusés y, de paso, se desmonta la teoría de la reacción a la sentencia del Estatut. En síntesis, el nacionalismo quiso aprovechar la crisis económica y social que ha generado el ascenso de los populismos en todo Occidente para arrimar el ascua a su sardina:

«el proceso catalán comparte rasgos fundamentales con ellos [los populismos]: adopta posiciones antiinstitucionales desde la emoción, particularmente contra los órganos judiciales (el Tribunal Constitucional), hay protagonismo en la calle de organizaciones sociales independentistas (ANC, Omnium); provoca el surgimiento de liderazgos fuertes que lo impulsan (Mas), utilizando toda la estructura del poder de la Generalitat y los medios de comunicación a su servicio para movilizar a la ciudadanía; identifica un enemigo como culpable de la crisis (España); invoca la expresión directa de la voluntad popular frente a la democracia representativa (el referéndum) y, ante la imposibilidad jurídica de organizar un referéndum, reviste las elecciones al Parlament de carácter plebiscitario (en 2012 a favor o no de la consulta; en 2015, de la independencia). En definitiva, promueve una concepción de la democracia revolucionaria o decisional frente a la democracia constitucional, reduciendo la democracia a la expresión de la voluntad de la mayoría, a la vez que la desvincula del Estado de Derecho, contraponiendo voluntad popular y resoluciones judiciales«.

A continuación se analizan las propuestas que, desde el ámbito jurídico, se han hecho para salir de la crisi en la que estamos inmersos. Distintas reformas constitucionales federalizantes, bilateralismo (que supondría asumir una lógica confederal que a nadie se le escapa dónde nos llevaría), etc. Todas ellas con una debilidad de base: parten del diagnóstico equivocado.

«Si se considera que lo sucedido tiene que ver con déficits del autogobierno (competencial, financiero) y con el no reconocimiento de la posición singular de Cataluña en España y del derecho a decidir, las salidas a explorar tenderán a corregir esta deriva, en parte debida al mismo sistema constitucional, en parte decantada por el desarrollo del Estado autonómico. En este caso, las reformas constitucionales y la celebración de un referéndum (aunque no sea sobre la independencia) pasarán a primer plano«.

Pero el problema es que no es así, al contrario, cuantas más concesiones se hace al nacionalismo más herramientas tiene para profundizar en su labor de destrucción de España. Cuando falta lealtad constitucional, «este tipo de reformas en la forma de estado difícilmente puede satisfacer las aspiraciones soberanistas o confederales del nacionalismo catalán hoy mayoritario«. Otras experiencias análogas (Canadá, Escocia, el Véneto… ) nos confirman que el camino de una reforma constitucional en clave confederal no nos sacará del atolladero.

Como tampoco lo hará la incorporación de una cláusula de secesión, que ya sabemos que nunca actúa como elemento disuasivo, al contrario, es un disolvente factor desestabilizador y un permanente chantaje que destruye las naciones en las que se instala.

¿Qué hacer pues? Los autores proponen algo bastante menos vistoso pero mucho más realista: «Explorar las posibilidades que permite el sistema constitucional vigente«, pero no para hacer concesiones a los nacionalistas, sino para mejorar su funcionamiento real, proponiendo «una amplia agenda reformista que acentúe una actuación pública basada en principios como integración, subsidiariedad y lealtad entre las partes«.

Sin olvidar la tarea de «reconstrucción de la convivencia social (o “amistad política” de Pérez-Díaz) entre catalanes, y entre Cataluña y el resto de España. Para ello importa actualizar lo que une a la comunidad política, educar en el valor cívico –que no es solo mera aplicación de la ley – de la observancia de los principios de la democracia constitucional y pluralista, y en el respeto a la propia institucionalidad de la Generalitat«.

Tant de bó recuperem el seny i ens posem a treballar en aquest sentit. La nostra pobre Catalunya, enfonsada i dividida pel nacionalisme, ho necessita urgentment.

Dolça i assenyada Catalunya…



Categories: Catalunya de tots, Pensando bien, Resistiendo

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10 comentarios

  1. Las cosas comienzan así. Ninguna autoridad, ningún funcionario, ningún ciudadano… corrige de inmediato esta transgresión contra el principio de neutralidad de las Administraciones Públicas y pasará lo que pasará. Todo se irá a la m*. La convivencia empieza por el respeto a las leyes y a las merecidas condenas de los delincuentes.
    ¿Es TV3 una creación de Administración Pública? ¡Pues o neutralidad o cierre!
    ¡Ay! Que pasa lo mismo con TV1 y TV2.
    Ah, si? Bueno pues todo equilibrado.
    No, no. que lo que pasa es que están del mismo lado. Nacionalismo catalán y servilismo funcionarial.
    La glorificación es el cáncer de la democracia.

  2. Todo lo dicho es más de lo mismo. A los «padres de la Constitución de 1978», les alentó precisamente la «integración, subsidiaridad y lealtad de las partes», es decir la integración de los nacionalistas en el Estado. La reconstrucción de convivencia social, apoyándose en lo que une y educando valores cívicos, dentro de lo que se entiende por democracia constitucional y pluralista, es lo que se ha intentado sin éxito hacer en las «zonas nacionalistas por excelencia» sin resultados positivos, porque lo que pasa en estas zonas es que la SOLUCION ESTÁ EN MANOS DEL PROBLEMA.

  3. Muy buena entrada, así sí que aprendemos!

  4. RAPAPOLVO de MACARENA OLONA a la indepe Carvalho por su falta de educación y decoro en el Congreso.

  5. Mientras no se cierre TV3, se deje de regalar dinero(el dinero de todos) a los distintos medios periodísticos, se financien chiringuitos varios, se recupere la Enseñanza para el Estado y así poder evitar el adoctrinamiento (suficientemente demostrado que existe), se siga invirtiendo cantidades ingentes de dinero el las «embajaditas» (para colocar amiguetes, otro chiringuito más), no habrá solución. Además hay que recuperar también (no solo en Cataluña) la Sanidad, (y echar al Ministro Illa 53.000 y su botones Tetrabrik Simón 53.000) que ha quedado demostrado lo eficaces que han sido las 17 «sanidades» con el coronavirus, llamado por algunos «la peste roja». La justicia (que hay que despolitizar urgentemente, con la deriva totalitaria que está tomando con el doctor «cum fraude» 53.000). Y la Seguridad. Con todo esto ya empezaríamos a ver la luz al final del túnel.

  6. el planteamiento es genial.
    ahora hay q ver quien tiene talla politica para trabajar en esa direccion.
    viendo a los partidos actuales y a sus lideres, en MAD y en BCN, cuesta imaginar q este camino se pueda andar.

    aunque, viendo como nos engañan sin limite todos los dias del año, igual resulta q estan en la linea de solventar el problema del encaje CAT – ESP y no lo sabemos.

    a ver si llega la solucion antes de q se pudra todo, o de q acabemos a ostia limpia ente tanto taliban que han fabricado.

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