Dividir, separar, enfrentar… un camino que nunca acaba bien.
Cataluña no es Nueva Caledonia. Como tampoco es Quebec, Kosovo, Escocia o Crimea. Su historia, sus instituciones, sus leyes, su demografía… son propias y muy diferentes. Nueva Caledonia no forma parte sustancial de Francia, que existía antes de 1853, cuando ese territorio pasó a formar parte de Francia. Por el contrario, Cataluña es parte sustancial de España, que siempre ha contado con la aportación catalana, al tiempo que Cataluña siempre ha formado parte de España (con la excepción del brevísimo y desastroso periodo en el que pasamos a formar parte de Francia en tiempos de Pau Claris -que ens va manllevar el 20% del territori català- y que culminó con el entusiasmo hispánico de unos escarmentados catalanes).
Pero lo ocurrido en Nueva Caledonia nos da un mensaje muy claro: es siempre mejor estar unidos, colaborar, fortalecer lazos. Lo contrario, lo que promueve el nacionalismo lazi, separar, dividir, enfrentar, romper… siempre es una mala idea.
En esta ocasión Nueva Caledonia reafirmó ayer su voluntad de seguir siendo francesa, con la victoria del No a la secesión, que obtuvo el 53,26% de los votos en un referéndum que ha tenido el 85,64% de participación.
Pero este referéndum también nos enseña que este no es el camino. En realidad se trata del 2º referéndum, después del realizado hace 2 años. Entonces ganaron los partidarios de seguir siendo Francia con un 56,67% de los votos, tres puntos por encima de los conseguidos ahora, si bien es cierto que la participación ha sido ahora 4,63 puntos superior. Y todo ello en un contexto en el que los independentistas, envalentonados por los resultados de 2018, cuando el margen entre el «sí» y el «no» fue más pequeño de lo esperado, y controlando la presidencia de la asamblea legislativa del archipiélago, no han dudado en emplear todos los recursos públicos en favor del sí a la secesión (¿les suena de algo?). Tras esta 2ª derrota, en la que han recortado algo las distancias, ya proponen un tercer referéndum. Es la vieja historia de siempre: neverendum hasta que ganan los separatistas… y nunca más se vuelve a votar. La misma estafa que pretenden colarnos los nacionalistas en Cataluña.
Esta posibilidad está de hecho reconocida en el Acuerdo de Numea de 1998 si lo solicita un tercio de la asamblea legislativa. Una trampa más en los Acuerdos de Matignon, diseñados por Michel Rocard hace 32 años, y que ahora se ven como un desacierto que ha sumido Nueva Caledonia en un enfrentamiento y división sin fin que ya afecta gravemente a su prosperidad. Ojalá sirva de aviso para aprendices de brujo locales.
En definitiva, ¿qué nos enseña lo sucedido en Nueva Caledonia? Pues básicamente 2 cosas: que es mejor estar unido que separado y que los referéndums de secesión, por muy pactados que sean, lejos de solucionar el conflicto, dividen y destruyen las sociedades sobre las que se aplican.
Prenem-ne nota.
Dolça i polinèssica Catalunya…
Categories: En el Butifarrèndum
El independentismo catalán pierde 500.000 votos con respecto a las autonómicas de 2017. En total, la suma de los tres partidos separatistas que se presentaban al 28-A tienen el respaldo de 1.626.001 de votos y el 39,38% del electorado. Estos datos está lejos de los que consiguió el separatismo catalán en las elecciones autonómicas del 21-D, bajo la aplicación del 155: 2.079.340 de votos y el 47,5% del electorado. Es decir, el secesionismo catalán ha perdido 453.339 votos .
Lo de querer secesionarse en un país de primer nivel en pleno siglo XXI es muy retrógrado y de gente que teme o no sabe evolucionar, tanto que desean volver a cuando se iba a la guerra por un pedazo de tierra; y tan demencial y de gente violenta que nos quiere hacer tomar las armas para tener que defender algo que pretenden usurparnos a debido a su instinto animal.
Pero que no se equivoquen, que aunque no nos guste la violencia si se tiene que defender nuestra casa haremos lo necesario (esto va también para los neo-comunistas y demás).