Directius que fan servir ideològicament les empreses on hi treballen… provocant formidables crisis reputacionals.

El nacionalismo es una ideología del siglo XIX que consiste en someter todos los ámbitos de la vida personal y social al idolete lanació. Familia, aficiones, amistades, educación, literatura, arte, gastronomía, política, religión, deporte… y sí, también la empresa. Aunque sea de otro. És lo que fan uns quants directius fanàtics amb conseqüències nefastes per a milers de famílies que viuen gràcies a la feina de tots, però que un de sol ha decidit carregar-se. ¿Cómo lo hace? Poniendo la empresa y sus marcas al servicio de su nacionalismo particular.

Acabamos de ver el caso de Frigo / Unilever. Resulta que sus cartelas en Cataluña están excluyentemente en catalán. Algunas incluyen el inglés y el alemán, pero no el español. ¿Por qué? Porque algún directivo lazi decidió en 2009 eliminar silenciosamente el español de su comunicación. Els del seu equip van callar per no contradir el jefe, i el seu jefe va callar perquè segurament no es va assabentar, o también era lazi. ¿Fue Xavier M. el decisor? Quién sabe. Pero él es el responsable de mantener esta asquerosa discriminación… y de difundir mensajes supremacistas desde su cuenta de Twitter ya cerrada, en la que incluso se identificaba con su correo de empresa. La consecuencia ha sido un gigantesco boicot a Frigo y una caída reputacional que seguramente se estudiará en las escuelas de negocios. No sabem què passarà amb el sr. M.

Xavier M. llamando «manteros» a los españoles que decidieron vivir en la región de Cataluña

Un altre cas escandalós va ser el d’en Xavier Mitjavila i Moix, jefe en España de JDE, la comercial distribuidora de los cafés Marcilla, Saimaza y Soley, L’Or y Tassimo, el té Hornimans y los endulzantes Natreen. En marzo de 2018 el directivo difundió en su Facebook un churro amarillo con la frase «España es un estado fascista»; un inaudito insulto a sus consumidores. Antes había llamado a boicotear al Banco Sabadell por usar el español son sus clientes hispanohablantes, y su Twitter estaba lleno de mensajes de admiración hacia Otegui y llamadas a la DUI que se ha cargado Cataluña. En 2017 L’Or había puesto en su web a Cataluña como un país separado identificado con la cubana. Los insultos de Mitjavila salieron en toda la prensa nacional. La respuesta de Marcilla / L’Or / Hornimans a los improperios de su director fue atribuirlo a «opiniones personales». Mitjavila cerró sus cuentas de redes sociales y parece que a los 5 meses fue despedido silenciosamente. Ara no sabem què fa, però es dedica a omplir la web de notícies insignificants amb el seu nom per tal de netejar a internet el rastre del seu fanatisme.

No oblidem el cas de les cerveses Moritz, una empresa de Saragossa que ven aquesta marca a Barcelona. Albert Castellón Claramunt es otro fanático nacionalista incapaz de separar la gestión profesional de sus inquietudes políticas. Confonent les seves dèries amb la realitat, se dedicó a imponer a los consumidores su ideología particular. Moritz se batasunizó completamente ante la increíble pasividad y connivencia de sus propietarios, convirtiéndose en la cerveza catabatasuna: cartitas separatistas a los diputados europeos, insultos al Rey, campañas contra la Selección nacional de fútbol, campañas a favor de TV3… Moritz se convirtió en una franquicia de la ANC, i l’Albert Castellón va embogir del tot. Al final los propietarios prescindieron del directivo en 2016. La empresa seguía en pérdidas. Des de llavors es cerca la vida a la seva consultoria.

Recordem un darrer cas: el de n’Enric Batlle Alaball, director general de la cooperativa Arrossaires del Delta de l’Ebre, que comercializa los arroces Nomen. Batlle  se dedicó a difundir que les tietes d’ANC i Òmnium/mÒmium habían sido encarceladas tras un “juicio político”, y endosaba la llamada a “la movilización” que acabó quemando Barcelona en octubre de 2019. Batlle era també un difusor dels missatges d’Assange desprestigiant Espanya, i deia que la justícia era «inquisició». El fanatismo de este CEO es tal que tras el golpe de Estado avisó a Josep Rull que si la empresa madrileña ACS compra Abertis “juro no pasar nunca más por la AP7 aunque tarde el triple en hacer los desplazamientos”. Enric Batlle suprimió su cuenta de Twitter y sigue de director general en Nomen. Ells sabran.

Xavier Mitjavila i Moix, Enric Batlle Alaball, Albert Castellón Claramunt, Xavier M…. Este es el nivel de los irresponsables directivos lazis. ¿Cómo puede gestionar una empresa gente que se traga los cuentos nacionalistas y hace cosas tan imprudentes? ¿Qui serà el següent? No ho sabem, però ben segur que n’hi haurà. Aunque seguramente ahora las empresas prestan ya más atención al fichar a sus directivos… i los dolços sabemos lo que hay que hacer.

Dolça i maldirigida Catalunya…

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