El filòsof francès diu reflexiona sobre les conseqüències polítiques del coronavirus.

La pandemia del coronavirus puede cambiar muchas cosas a las que estábamos acostumbrados, y exige un análisis profundo de su significado. En España los intelectuales habituales  no se atreven a reflexionar sobre el tema, no vaya a ser que pierdan su alpiste. Así que ayer recogimos las interesantes opiniones de Comte-Sponville, un filósofo francés.

Avui citem el parer de Pierre Manent publicat a Le Figaro, un altre filòsof de l’hexàgon. Manent es discípulo de Raymond Aron, liberal i euroescèptic. Ens quedem amb aquestes interessants reflexions:

• Hacia el absolutismo: «Notamos el regreso de las características menos agradables de nuestro Estado. En nombre de una emergencia sanitaria, ha sido impuesto un estado de emergencia. En nombre de esta emergencia se han tomado las medidas más primitivas y brutales: confinamiento general bajo vigilancia policial. La velocidad, extensión e incluso el afán con que el aparato represivo se ha puesto en marcha contrasta dolorosamente con los retrasos, la falta de preparación y la indecisión de nuestras políticas sanitarias referidas a mascarillas, tests o tratamientos potenciales. Traspiés inocentes y benignos son castigados con multas desorbitadas. Nos prohíben dejar nuestras residencias sin salvoconductos, pero el restablecimiento de nuestras fronteras nacionales todavía se considera un pecado mortal. (…) La fragilidad de la salud humana constituye de algún modo una urgencia permanente y puede suministrar al Estado una excusa para un estado de emergencia permanente.
• El Estado totalitario: «Nos rendimos al Estado hace tiempo, dándole soberanía sobre nuestras vidas (…) La espontaneidad del discurso público se ha sometido a una especie de censura previa, que de hecho ha excluido el debate legítimo  sobre la mayoría de cuestiones importantes sobre de nuestra vida juntos, incluso sobre nuestra vida personal».
• La Unión Europea se hunde: «La Unión Europea está en su última fase. O se arrastrará en su forma actual, o se desmoronará. (…) Es el fin de la fantasía europea (…) Salvados del frustrante sueño de «todavía más Europa», ahora podemos redescubrir cierto afecto por lo que somos».
• La sociedad deshumanizada: «El estado se ha arrogado la autoridad, según las circunstancias, de prohibir prácticamente el último ritual al que todavía estamos apegados, que es el que acompaña a la muerte. A pesar de nuestra muy difundida tendencia de hacer invisible la muerte, esta medida ha provocado tristeza, consternación y desaprobación. Todos pueden ver que las ceremonias pueden ser reguladas pero conservando sus características esenciales, sin que los participantes corran más riesgos que los que corren cada día los transportistas o cajeros, y por supuesto los sanitarios. Este brutal borrado de la muerte es inseparable del borrado de la religión (…) en la larga lista de razones que autorizan a salir del domicilio no se han olvidado de las «necesidades de las mascotas», pero no dice nada de los que desean ir a un lugar de culto. (…) Hemos deslegitimado las instituciones que ordenan la transmisión de la vida, y ahora estamos quitando los ritos que acompañan a la muerte. Es hora de despertar«.

Els catalans sabem millor que cap espanyol d’aquestes tendències absolutistes, perquè portem 40 anys patint-lo sota el nacionalisme. Despertem.

Dolça i sotmesa Catalunya…

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