«Nunca había visto ni volveré a ver tanta emoción desbordada».

26 febrero de 1939. Les tropes nacionals entren a Barcelona. Ningú no fa resistència: en Companys ha fugit com un covard, abandonant els catalans que se l’havien cregut. Lo mismo que hizo Carles Puigdemont en octubre de 2017. I què fan els barcelonins? Ho recorda Joan Manuel Nadal Gaya, fill de Barcelona que després marxà a viure a Lleida y trabajó mucho por la capital de poniente, e incluso llegó a ser senador en los primeros años de la Transición. Nadal se pasó con 16 años al ejército de Franco y entró en Barcelona hace hoy 81 años exactos:

«Al poco tiempo empezábamos a entrar en Barcelona. En los suburbios nos miraban pasar hostiles, algunos curiosos o indiferentes; muchos estaban demasiado ajetreados con el saqueo de los depósitos de víveres que el ejército rojo había abandonado, ni se fijaban en nosotros. Unas mujeres al verme con la facha que llevaba, moreno y sucio con mi viejo abrigo ruso de color semiverdoso, dijeron entre sí: ‘Aquest deu ser un moro o un alemany’. Yo les contesté: ‘Sí, un moro del carrer de Còrsega’. (…) respondía en gran parte a la campaña de intoxicación que se había llevado a cabo entre la población civil, a la que se había convencido de que serían invadidos por salvajes africanos o por terribles mercenarios extranjeros. (…)

Entramos en seguida por la Gran Vía, en plena Barcelona. ¡Qué difícil olvidarlo! Las mujeres nos abrazaban, los hombres gritaban, lloraban, cantaban, salían de las casas jóvenes pálidos que llevaban meses, o quizá años, sin ver la luz del sol. Habían estado encerrados huyendo de las persecuciones unos, otros evitando su incorporación al ejército republicano. Se cantaba, se reía, se lloraba. Eran ya las tres de la tarde cuando llegamos al cruce de la Gran Vía con el Paseo de Gracia, por el que bajaban otros efectivos con tanques que se veían montados por muchachas, adornados con banderas, con ramos verdes. Había visto en Barcelona muchas manifestaciones públicas. El entierro de Maciá o el de Durruti, entre otros. Quizá había más gente en aquellos actos multitudinarios un tanto organizados, pero nunca había visto ni volveré a ver tanta emoción desbordada, tanta pasión. (…)

Volví a ver las escenas de convivencia entre la población civil y los soldados que estaban en aquel momento acampando en la plaza Cataluña, que ya estaban dando pan y alguna vitualla a quienes se acercaban. Encontré a un viejo señor que iba acompañado por sus dos hijas. Acababan de encontrarse después de salir todos de la cárcel y lloraban. Y hablé con mucha gente y me emocioné de nuevo viendo ahora subir una fila de camiones por el paseo de Gracia, llenos de civiles y militares mezclados«.

I és que, com recordava el general republicà Vicente Rojo i no recorden mai TV3 o RAC1000 Colines, «toda Cataluña deseaba ya a Franco», harta de nacionalismo, de Santcompanys, de terroristes de la FAI, de cubanes, de paseos nocturnos, de cadáveres en las cunetas, de misas clandestinas, de chekas, de divisió i de pobresa indescriptible.

Hoy hace 81 años. No lo olvidemos.

Dolça i enganyada Catalunya…

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