Conegui de 1ª mà l’atmòsfera tòxica de Tractòria.

El nacionalismo es una ideología deletérea que antepone el culto a lanació a cualquier dimensión personal y social de la vida humana. Qui ho viu a Barcelona pot escapar-se i trobar ambients lliures d’aquest gas ideològic; però als pobles de la Tractòria tevetresitzada fugir-ne és molt més difícil. Vea lo que nos cuenta una gerundense sobre la vida en su pueblo:

«Muchos de los que hemos nacido en esta región o llevamos aquí la mayor parte de nuestra vida, hemos descubierto, con gran dolor, que la Cataluña que creíamos conocer era ficticia; que los vecinos con los que siempre habíamos convivido, albergaban en sus mentes y en sus corazones una ideología de la que hemos tenido atisbos durante décadas pero que no hemos comprendido en toda su envergadura. Hasta ahora. (…)

La realidad se me presentó en toda su crudeza cuando en mi pequeño pueblo de la Gerona interior me presenté como “constitucionalista” (“fascistas” nos llaman algunos aquí) al contestar a una vecina que sutilmente me interrogó para saber si yo iba a votar en el referéndum ilegal. Cuando esa mujer oyó mi rotundo “no”, vi por primera vez esa mirada, la mirada del que ha dejado de considerarte como miembro de su comunidad. Esa mirada la he visto después muchas veces. Y si fueran solo miradas… Alguno de mis convecinos me ha dicho a la cara que no soy catalana y que “foti el camp d´aquí”; otros me han hecho notar muy claramente que en su comercio no soy bien recibida; alguna antigua amistad pasa a mi lado fingiendo no conocerme; algún vecino considera una excelente idea espatarrarse delante de mí mientras desayuno en la cafetería, o pasar a mi lado avasallando y obligándome a apartarme para no ser arrollada.

Oír cómo me llaman fascista, cuando no soy yo la que rompe la neutralidad de calles e instituciones, cuando tengo que caminar cada día por las calles de mi antes precioso pueblo, calles que parecen ahora un puro vertedero, atestadas como están de lazos y pintadas. Cada uno de esos lazos, cada una de esas pintadas está diciendo, sin palabras: “Catalunya es nostra i només nostra”. No poder quitar ningún lazo porque miembros de mi familia me han pedido que no lo haga para no tener problemas. Oír conversaciones en las que se expresa el deseo de que haya una ETA catalana, una ETA que mate más de lo que aquella mató… lo que sea para echar a los españoles de aquí. Oír cómo se insulta a Arrimadas, cómo se la llama “puta”, con un odio que hiela la sangre… Tener que salir de grupos de Whatsapp porque “ellos” pueden decir cualquier barbaridad, sin datos ni argumentos, pero una respuesta razonada les resulta ofensiva. Oír cómo te dicen, contra toda evidencia, que es el catalán el que está perseguido y que la gente que ha venido a vivir aquí tiene que abandonar su identidad porque esto es Cataluña y hay que integrarse. Maldita palabra “integración”, cuando deberían decir «asimilación» y «pensamiento único». Tener que cambiar la configuración de mis redes sociales para no recibir amenazas. Pero, claro, los fascistas somos nosotros…

Muchos independentistas no se comportan así, muchísimos de ellos son correctos y educados en el día a día. Pero, incluso los mejores de ellos, no ven ningún problema en no respetar los derechos lingüísticos de la comunidad castellanohablante, o consideran que violar los derechos políticos y de ciudadanía de 47 millones de conciudadanos es una magnífica idea, o se indignan si sus líderes son juzgados por sus graves acciones…

Esos que tanto dicen amar a Cataluña, son los que la están destruyendo. Conozco decenas casos de personas que están pensando en hacer las maletas en cuanto puedan porque ya no aguantan más; matrimonios rotos, hermanos que no se hablan, hijos que se alejan de sus padres. La ruptura es general y devastadora. 

Yo ya he desistido de convencer a los nacionalistas. Finalmente he entendido que eso es algo imposible, son impermeables al razonamiento. Para ellos España es el Mal, así: con mayúscula. Solo tengo una esperanza: que el resto de los españoles comprendan lo que es el nacionalismo. Quiero creer que España entenderá que ante el nacionalismo, la peor estrategia es ceder para contentar. El secesionismo aprovechará cada cesión pero jamás se rendirá; quizá se repliegue temporalmente, quizá cambie su estrategia pero solo tiene un objetivo final: romper nuestra Nación. Al precio que sea, aunque el precio sea corromper todo lo bueno que esta región ha tenido y todavía tiene.

Y aquí en Cataluña, amigo mío, creo que no podemos rendirnos. No podemos permitir que nos echen de nuestra tierra, donde hemos construido nuestras vidas, por nosotros, pero también  por los que se quedan. Cada persona que se va, es un triunfo del oscurantismo y del identitarismo, es una luz que se apaga, una bocanada menos de aire fresco. Yo no me rindo, y tú tampoco puedes rendirte. No estás sólo. Somos muchos, somos más, y hemos de luchar, pacíficamente, porque ésta vuelva a ser una tierra de libertad y de igualdad, una tierra de oportunidades. No sé para ti, pero para mi, la Constitución española es garantía de esa libertad y esa igualdad que ansío, y por eso el 6 de diciembre iré a la concentración de Gerona,  en la plaza de la Constitución, que la alcaldesa nacionalista ha querido cambiar por la triste fecha del 1-Oct. Los CDR ya han amenazado con reventar esta concentración. Ven tú también, amigo mío, y ayúdame a demostrarles que somos más, que en Gerona seguimos estando orgullosos de ser españoles, de nuestra Constitución, y sobre todo, demostrémonos a nosotros mismos que no estamos solos».

Allá nos vemos, dolços.

Dolça i trencada (pel nacionalisme) Catalunya…

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