Lecciones para Cataluña desde el Quebec

El separatismo ya es pasado en el Canadá

Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que los separatistas eran todos expertos en el Quebec. Organizaban congresos para analizar lo que ocurría en la parte francófona de Canadá y nos daban la murga con mil y un paralelismos, algunos bastante pillados por los pelos. Y de repente… silencio.

Quebec ya no interesa. Lo que pasa en Quebec no tiene importancia…

Lo que realmente ocurre es que lo que pasa en Quebec no coincide con el mantra prusesista, al contrario, lo desmiente, y claro, el nacionalismo prefiere ignorarlo y centrarse en modelos más próximos a sus planteamientos, como Kosovo o Transnistria.

Pero hay motivos para fijarse en Quebec, hay lecciones que podemos aprender. Josep Maria Castellà nos ofrece algunas en un interesante y documentado artículo en El Mundo:

“Lo más destacado de estas elecciones ha sido que el soberanista Partido Quebequés (PQ) ha quedado relegado a la cuarta posición (nueve escaños, 17% de los votos frente a los 30 diputados y el 25,4% de 2014), por debajo de Québec Solidaire, la extrema izquierda independentista (10 escaños, 16% de los votos). Son los peores resultados obtenidos por el PQ desde la primera elección a la que se presentó en 1970, liderado por René Levesque (siete escaños, 23% de los votos). El voto independentista suma el 33%, prácticamente igual que hace cuatro años, pero esta vez dividido en dos grupos.

¿A qué obedece esta caída del PQ y, más en general, del independentismo en Quebec, que en 1995 estuvo al borde de la victoria en el referéndum (49,4% frente al 50,6%)? Según las encuestas, el independentismo ha ido descendiendo hasta el 35% y el sentimiento de pertenencia cada vez es más compartido: en un sondeo de 2015, un 75% de los quebequeses se sentía orgulloso de formar parte de Canadá (entre los jóvenes, un 79%, un 13% más que hace 25 años). Se suele atribuir la pérdida de apoyo popular a los efectos disuasorios del Dictamen de la Corte Suprema sobre la secesión de Quebec de 1998 y a la subsiguiente Ley de la Claridad de 2000. Ésta última otorgaba a la Cámara de los Comunes la decisión acerca de si la pregunta formulada en un referéndum por las autoridades de Quebec es clara y, una vez celebrado, debe valorar si la mayoría favorable a la independencia resulta también clara (sin aclarar, no obstante, el quorum de votos que consideraría suficiente). De este modo, Ottawa imponía condiciones muy gravosas para iniciar la negociación sobre la independencia de una provincia. El Dictamen de 1998 había concluido que no cabe una secesión unilateral en la Constitución de Canadá y que Quebec no entra en los supuestos de autodeterminación reconocidos por el Derecho internacional.

Sin minusvalorar este factor, lo determinante parece ser el cambio generacional. La independencia ha sido la causa de una generación. Muchos de los ciudadanos que se movilizaron en el referéndum de 1995 están inmersos en una fatiga referendaria, ya que los costos de la división de la sociedad quebequesa han sido profundos. Pero, sobre todo, sus hijos valoran más otras identidades, primando la de género sobre la territorial, y los debates políticos son ahora la admisión de inmigrantes, el modelo intercultural o el mantenimiento de la sanidad pública de calidad. Canadá vuelve a presentarse como un proyecto simpático en el mundo, frente a su vecino del sur. El primer ministro Justin Trudeau quiere encarnar esta imagen.

Desde un punto de vista político, los quebequeses no ven peligrar los dos grandes objetivos por los que han luchado mucho tiempo: la posición del francés está garantizada por la Ley 101 o Carta de la Lengua Francesa de 1977, y los quebequeses francófonos son maîtres en su propia casa, frente al agravio que suponía el dominio económico de los anglófonos. Otras reivindicaciones han hallado cierto eco: en 2006 la Cámara de los Comunes aprobaba una resolución (no una ley ni una reforma constitucional) que proclamaba que los «quebequeses» son una nación, y en estos años el Tribunal Supremo ha ido reconociendo asimetrías concretas a favor de Quebec. En cambio, los Gobiernos federales, primero del conservador Harper y su federalismo de apertura, y ahora del liberal Trudeau con su federalismo de reconciliación, no han introducido cambios notables. El Gobierno liberal de Quebec presentó el año pasado el documento Quebequeses: nuestra forma de ser canadienses, que aboga por una mayor presencia de Quebec en el resto de la Federación y, en última instancia, por incluir en la Constitución lo que se ha ido obteniendo por vías legislativas y jurisprudenciales. Pero Trudeau cerró inmediatamente la puerta a la reforma constitucional. (…)

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha referido recientemente al «modelo Quebec». Éste consiste, a nuestro juicio, en varios factores: el paso del tiempo para sanar la división social ocasionada por el referéndum de 1995 y, a la vez, laadopción desde entonces por el Gobierno federal de una estrategia decidida para hacer frente al secesionismo; la garantía de aspiraciones de fondo de una gran mayoría de la sociedad quebequesa (esencialmente, la protección del francés), la preservación de las instituciones y el Estado de derecho en todo momento y, por último y fundamental, el logro de una mayoría social contraria a la independencia que ha provocado la alternancia política en las elecciones: el Partido Quebequés fue derrotado por los liberales en 2003 y sólo volvió al poder en 2012-14 con un Gobierno minoritario. Ahora la CAQ gana con un programa que descarta el referéndum y afirma su lealtad con el federalismo canadiense. Esto es lo que significa hacer política en Quebec.“

¿Para cuándo el modelo Quebec, el de verdad, aquí? ¿Para cuándo una política inteligente y decidida para superar el nacionalismo?

Dolça i abandonada Catalunya…



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10 comentarios

  1. Los independens se fijan en el caso de Eslovenia, que proclamó la independencia, la dejó en suspenso y al cabo de unos meses la obtuvo…..
    Pero se olvidan que que por medio hubo una guerra entre Serbia Y Croacia, y que ademas Alemania les venia en ganas de cargarse a Yugoslavia.

  2. De todas maneras este artículo pasa por alto lo más importante: la pérdida del liderazgo económico de Quebec frente a otras regiones de Canadá. El nacionalismo y las repetidas amenazas de escisión frenaron las inversiones y las trasladaron principalmente a Toronto, en detrimento de Montreal. Les ha llevado casi 20 años recuperar los niveles previos a los referendums… y sin haber conseguido independencia siquiera. Aquí vamos a ir por el mismo camino.

    Por otro lado, el artículo habla de la protección del francés en Quebec. Yo creo que no hace falta hablar de protección del catalán, ya que actualmente disfruta de la mayor expansión y protección que ha tenido en su historia.

  3. El español no tiene nada que envidiar al francés en su difusión, al contrario. Un problema del francés es que se trata, en muchos países de Africa, de una lengua compartida con otras lenguas. En el Magreb, ha de competir con la creciente arabización y la influencia del inglés. Creo que Rwanda ya ha abandonado el francés por el inglés. Eso no impide reconocer que el patrimonio cultural en lengua francesa es de lo más valioso.

  4. Mi hija tiene una amiga canadiense, de su edad. Estuvo allí el verano pasado y le llamó mucho la atención el afecto y la gran aceptación hacia su primer ministro que tenía todo el mundo con el que trató, empezando por los propios jóvenes. Aquí los chavales aunque no muestren interés en la política y la economía sufren un bombardeo constante de esa dinámica agresiva enfermiza de los partidos, el mensaje de un futuro incierto sin empleo ni vivienda (para mí la principal causa del fenómeno ni-ni), las guerras de másteres, la sobreinformación sobre corrupción u otros escándalos.

    La política y el periodismo españoles son como un gran plató de Sálvame o Salsa Rosa, y los jóvenes (¡incluso los niños!) se empapan de ello, aun en los casos en los que los padres no les transmitimos esa animadversión y desilusión para no arruinarles la ilusión de juventud, ni pongamos la tele casi nunca. Al menos no con mucha crudeza. Pero son cosas que se sienten en la atmósfera.

    Puede que Canadá y sus políticos hayan encontrado la clave para hacerse valorar y respetar, aparte de que la gente joven millenial tiene cierta alergia a la idea de fronteras, salvo los paletos catalanes y vascos sabinianos y pujolianos, un auténtico anacronismo sociópata en el siglo XXI

  5. en canda pasa lo inevitabel ni el frnaces ni el ingles son lenguas de convivencisa
    Hable vd en frances a un frnaces y jamas le habalra en otro idioma
    HAblele uvd aun ingles en ingles y..jams le habalra ennada distinto porque lo mas porbalblae es que no sepa otro idioma
    ¿Que ocurre en cataluña?
    Por el contrario el español es una lengua que siempre ha compartido espacio con otras
    que la han usado de Lingua Franca o como lengua comin
    precisamente por sus cinco claras y unicas vocales
    Incluso hace 30 años en el congreso del español celebrado en miami la India habia hecho un estudio fonologico en ese pais y resulto qu e la lengua que mas se adaptaba foneticamente a las lenguas de la india era el Español
    es decir podria perfectamente ser el idioma comun de la india
    Pero claro el poderio Anglo no lo permitio
    Volviendo a Canada
    la solucion salomonica seria introducir una tercera lengua de convivencia en las escuelas una lengua destinada a ser la comun y
    ¿porque no el español? es ams encillo para ellos que el ruso el chino o el arabe y en USA lo hablan 50 millones de Hispanos y mas al sur 500 millones mas
    Claro que lalengua del imperio los Anglos se opondrian ….

  6. Una #profesora del #colegio Charlie Rivel de Cubelles (Barcelona) impidiendo que los niños limpien su colegio de #lazosamarillos

    • Charlie Rivel fue un payaso del circo, que estuvo a punto de ser fusilado en el Madrid republicano, a finales de la guerra civil por hacer un gag.

      El tío salió a actuar con varios cubos de serrín, que iba esparciendo por toda la pista del circo delante del respetable, mientras gritaba: «serrín de Madrid, serrín de Madrid, se rinde Madrid» 😨😨😨

      Años después, contaba, que estando detenido por este gag él y el director del circo, los milicianos les amenazaban con fusilarlos, no, fusilarnos no, mejor ahorcarlos. A lo que Charlie Rivel le dijo a su compañero de infortunio: «ves, ya ni balas tienen» 😂😂😂😂😂

      Le echó huevos el tío. Y se salvó de chiripa en el caos tras el golpe de Estado contra la II República del P$OE a través del coronel socialista Segismundo Casado López.

      Lastima que haya una madrasa que insulte la memoria del gran Charlie Rivel, usando su nombre para estas podredumbres nacionalistas. De vivir Rivel, algún comentario ingenioso hubiera dedicado a los tiranos que allí adoctrinan a niños.

  7. El francés es una lengua viva y universal, y el Canadá es totalmente bilingüe. Casualmente los separatistas quebequenses suman el mismo apoyo popular que el separatismo catalufo: 1/3 de la sociedad. Una sociedad, la del Québec que ya va liberándose de la imbecilidad nacionalista. Será porque allí no tienen la TV3% ni los latisueldazos oficiales por defender; allí, la economía principal se ha ido a Toronto y sólo les queda la economía residual, que pese a todo, es muchísimo más boyante que la catalana. Y en Montreal no hay la criminalidad y escoria que se padece en Barcelona. ¿Qué apoyos les queda entonces a los Amos catalufos? Los que puedan comprar con nuestros impuestos.

    • Hombre, Canadá no es precisamente un país del que pueda decirse que sea ni medianamente bilingüe, pese a que -eso sí- es más que cierto que tiene dos lenguas oficiales (francés e inglés) y por más que, en consecuencia, el francés forme parte obligatoriamente de la educación pre-universitaria fuera de Quebec y, en contrapartida, el inglés se estudie en las escuelas de Quebec

      La constatable realidad es que, más allá de los rótulos oficiales y aquellos que tienen que ver con ciertos servicios públicos (los que uno encuentra en aeropuertos, p.ej.), en Canadá el bilingüismo se da en una muy magra medida. Y lo que uno puede comprobar si visita el país o vive en él, es que fuera de Quebec es muy poca la gente que llega a hablar y entender francés y que el bilingüismo, oficial por prescripción legal, apenas o raramente supera en la práctica lo descrito.

      Es más, fuera de Quebec irrita a una amplia mayoría el que por obligación legal se tenga que emplear el francés, además del inglés, en locuciones como aquellas con las que, por seguir con el mismo ejemplo, se anuncian los vuelos nacionales en los aeropuertos. Y así con todo. Es el resultado del movimiento separatista de Quebec, que llevó a que de él tuvieran que huir muchísimos angloparlantes en cuanto en tal territorio comenzaron las imposiciones lingüísticas de su gobierno provincial (Quebec es una provincia). Naturalmente, el personal de hoteles y demás de la muchísimo más mayoritaria parte no-francófona del país (cuando menos parte del mismo) es capaz de manejarse en francés con mayor o menor soltura, como en cualquier sitio normal.

      En cuanto a Quebec en sí, sorprende (o no, claro) el bajísimo nivel del inglés de demasiados de los funcionarios de su administración provincial, pese a que es una lengua que están legalmente obligados a conocer y hablar. La cosa es diferente, claro, entre los empleados del sector servicios, ya que el inglés es el idioma en el que espera poder manejarse cualquier turista, llegue del Canadá no-francófono o del extranjero.

      En cuanto al nivel de inglés de la población de Quebec, el mismo varía, dependiendo en gran medida de cuánta relación tenga uno con el resto del país. Y es que si alguien pretende hablar en francés fuera de Quebec y que le entiendan, puede llegar a tener las mismas posibilidades de conseguirlo que en Liverpool, lo cual encuentro más bien lógico. Con todo, el inglés de una no despreciable parte de la población de la provincia cae dentro de lo rudimentario, cuando no de lo penoso, especialmente en un país supuestamente bilingüe.

      Supongo que la mejor definición que cabe dar de Canadá es que se trata de un país oficial y artificialmente bilingüe, pero que en la práctica y en realidad apenas lo es. A la hora de la verdad, es algo que siempre ha sido así.

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