Otro murciano que compra la mercancía hispanófoba nacionalista.

N´Artur Pères Reveure´t és un murcianu libre y mordiente. Denuncia con acierto los desafueros que los políticos perpetran sobre los ciudadanos y lo desagradecida que es España con sus mejores. Sus novelas históricas de Alatriste reivindican nuestra historia apasionante y entretienen.

Pero el pobre Reverte es un pesimista. España no tiene arreglo y la culpa de todos sus males es de los curas y de la falta de una revolución a la francesa. Explica la imprescindible profesora Roca Barea en su libro “Imperiofobia y leyenda negra” que :

“Arturo Pérez Reverte (…) exterioriza un patriotismo de rompe y rasga que se aviene mal con su obediente repetición de los más manidos tópicos de la leyenda negra (…) una parte del éxito de Reverte, dentro y fuera, se debe a que recrea con vigor y convicción los tópicos hispanófobos”.

Lo malo es que Arturu es otra víctima del nacionalismo; se ha tragado su autoodio, su victimismo, su hispanofobia y sus trolas supremacistas:

«España en conjunto, sus políticos, su sociedad, han hecho dejación. No es que Cataluña sea malvada, es que no se ha sabido crear para los jóvenes un imaginario, una ilusión como allí [en Cataluña] y eso es admirable, aunque no estoy de acuerdo con el que defienden. Pero que un joven de 17 años se eche a la calle porque cree en algo es admirable. Tiene algo en lo que creer…desde hace muchos años en España no se ofrece a los jóvenes un discurso motivador, metas, referencias que los motiven.

«Ese hueco ha sido llenado por otros y en Cataluña sí se les ha dado un objetivo, una bandera, una meta, una memoria -ficticia o no-, pero se les ha dado unas motivaciones que les han hecho tener fe. El abandono que ha habido en España de la memoria, de la historia, ha dado lugar a que lo que ha ocurrido en Cataluña. Creo que esa guerra está perdida. En dos o tres generaciones, Cataluña será muy diferente, y no para bien, porque ellos tienen algo en qué creer.

España es un «Estado fallido porque no ha sido ni un país descentralizado o federal ni centralista o fuerte. Nos ha faltado una guillotina como en la Revolucion francesa, una purga histórica y social. En España, la iglesia, los privilegios medievales se han mantenido pese a los movimientos políticos y ahora pagamos el precio de no haber saneado el país. Tiene mala solucion; la palabra ‘España‘ y la bandera española suenan sospechosas»

A veure, Arturu, 6 cosetes per que hi pensis:

1-La culpa del separatismo no es de España, como tampoco la culpa del terrorismo etarra fue de España: es del nacionalismo, una ideología perversa basada en el odio, la mentira, el supremacismo, y el victimismo, que hundió a Europa en sangre, muerte y tristeza y que amenaza con volver a reventarla.

2-El «objetivo, la meta, la bandera» que ofrece el nacionalismo a los jóvenes (y a miles de viejos aburridos) es un objetivo falso, una meta que no existe y una bandera de enfrentamiento, odio y ruina. Los nazis hicieron lo mismo, atrayendo así a la juventud. No digas «ficticia o no», Arturo: es ficticia, es mentira y debes denunciarlo, no vale quedarte al margen y decir culpadespanya.

3-Es cierto que desde 1992 los políticos españoles, del Rey abajo, han sido incapaces de ofrecer un proyecto ilusionante integrador para España. Cumplido el objetivo de «Europa y modernización», los dirigentes de España se han olvidado de España. Los dolços hemos explicado muchas veces qué es España y qué debería hacer: liderar el Sur de Europa para enriquecer la UE con su fe y razón, rigor y creatividad, exigencia y pasión, trabajo y familia, cuerpo y alma. Y acompañar a Iberoamérica en su desarrollo y eclosión, construyendo una civilización que nos haga mejores, porque la economía no lo es todo y no sólo de pan viven los países, sino de la tensión espiritual que los lanza a decir una palabra lograda al mundo.

4-España no es un estado fallido, como repites tú y los nacionalistas. España es un país normal, con los mismos problemas que tienen los países de su entorno viejos y ricos: falta de ilusión, relativismo, corrección política, invierno demográfico e introspección. España es un país diverso que desea preservar esa riqueza como un tesoro evitando la amenaza de las taifas. España -como el Reino Unido y la mayoría de países- resistió la tentación revolucionaria y las bestialidades del Terror francés. El siglo XIX fue de guerras, levantamientos, despojos e ideologías; pero evitamos genocidios de clase o ideas, como sí pasó en la Vendée francesa. No aniquilamos nuestras culturas locales, como en Francia. Tuvimos nuestra revolución particular en el 36 -ojalá la hubiéramos evitado-, en buena parte azuzada por los mismos nacionalismos que ahora quieren repetirla. ¿La Iglesia, Arturu? Au va!

5-El nacionalismo es hijo de la Revolución Francesa que tanto te priva. Lo explicaba Dawson refiriéndose a la Fiesta de la Federación de 14 de julio de 1790: «un acto de consagración nacional a la nueva religión del patriotismo (…) la Asamblea nacional disuelve los monasterios y abole las órdenes religiosas; crea una Iglesia nacional que en la práctica es (…) plenamente dependiente del Estado (…) Lo que la Revolución exige es una nueva religión civil de espíritu totalitario, cuya tarea fundamental, por delante de cualquier otra, sea el servicio al Estado». ¿De verdad quieres esto para España, Arturo? Pues nosotros no.

6-No Arturu, esta guerra no está perdida. Al nacionalismo se le puede y se le debe ganar. Pero hay que hacer lo que nadie ha hecho -tú tampoco, Arturu- hasta ahora: deslegitimarlo, explicar sus mentiras, su fanatismo, su tristeza, ponerlo frente al espejo. Como dijo Tony Blair:

«Escocia es un gran reto. Pero nunca lo superaremos siendo más “escoceses” y más “de izquierdas”. Ganaremos cuando nos enfrentemos a la ideología nacionalista, que es una filosofía reaccionaria disfrazada de progresista; y cuando propongamos a los escoceses unas políticas que miren hacia delante, progresistas y no basadas en el mito de que los problemas de Escocia se resolverán con una relación diferente con Inglaterra, al igual que tampoco los problemas de Inglaterra se resolverán abandonando Europa”.

Espanya val la pena. Els nostres valors -generositat, afecte, espíritu emprendendor, cercanía, trabajo, familia, mejora, visión holística de la existencia, trascendencia- han conformat mig món y deben seguir mejorándolo. Decía el gran José Manuel Lara que «prefiero liderar España que destruirla«. Nosaltres també.

Au Arturu, prou pessimisme. Recuerda lo que te viste en tu amigo Miguel Gil Moreno de Mora, el joven abogado catalán que a los 25 años cogió su moto de trial, se plantó en los Balcanes y se hizo corresponsal de guerra. Desde entonces fue el primero en llegar y el último en marcharse. Miguel filmaba las guillotinas, terrores y revoluciones que tú, Arturo, añoras para España y has visto en tantos países; creía en Dios y se desvivía por los más débiles. «Era capaz de aliviar el hambre de una familia privándose de la ración diaria de comida que a él le daban en la base de los Cascos Azules, o de invertir toda una tarde en pasear en coche por las ruinas de Sarajevo a un niño con síndrome de Down. (…) A él le interesaban por encima de todo las personas». Quizás porque le educó una familia católica y estudió en un cole de curas, esos que tanto mal han hecho a España, oi Arturu? Una bala le mató en Sierra Leona un mes antes de los 33, la edad de los héroes.

Pérez Reverte y Miguel Gil 

Anda, Arturo. Deja de llorar y pedir purgas, sal de tu cómodo y escéptico rincón y arrima el hombro. Això no és França, ellos tienen sus problemas y nosotros los nuestros. Y nuestros tontútiles inconsútiles. Fes-te dolço, Arturo.

Dolça i enganyada Catalunya…

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