Emocionant homenatge als catalans.

El juez se lo ordenó y ellos cumplieron. Sabían que era una trampa, una provocación masiva, pero no dudaron. Se presentaron en los buticolegios, rodeados de radicales adiestrados cuyo único objetivo era provocar imágenes de violencia. Ancianos ideologizados y niños manipulados delante. Cientos de móviles grabando cada detalle. Sus compañeros mossos, consumando la traición. Un infierno.

I se´n van sortir amb nota. Recibieron insultos, gritos, escupitajos, patadas, golpes. Pero ellos, sin inmutarse, retiraban a los radicales, uno a uno, con prudencia, mesura y hasta educación. Sin miedo y a cara descubierta. Si un padre fanático llevaba a su hijo a hombros, un guardiacivil le recriminaba tranquilo y determinado su irresponsabilidad. Si un anciano volemvotar sufría un infarto, un policía nacional salvaba su vida con los primeros auxilios. Si un mozo traidor desprestigiaba a sus compañeros con un gesto trapero, la mirada severa de un guardiacivil bastaba para avergonzarle.

Si hubo porrazos fue sólo cuando el ataque se hacía insoportable. Si hubo firmeza fue sólo cuando las buenas palabras no bastaban y cuando el insulto y la agresión traspasaban todos los límites. Alguna en su afán de protagonismo sintió sus 5 dedos rotos e imaginó sus tetas magreadas. Nada hubo y la verdad resplandeció. Fue una operación impecable.

Al dia següent els catalans ens vam avergonyir com mai. Guardias y Policías eran acosados como perros en sus alojamientos y sus mandos, sin permitirles defenderse, les trasladaban a otros locales. El fanatismo, el odio y la violencia arremetían contra ellos, y ellos, otra vez en la primera línea, aguantaban con la cabeza alta y los dientes apretados.

Pero entonces todo cambió para siempre. Y miles de catalanes se acercaron espontáneamente a sus comisarías y cuarteles para gritarles «noestaisolos«,  y cientos les saludaban y animaban en la calle, en el aeropuerto y en la aduana. Saludos, guiños, pulgares hacia arriba, sonrisas, llamadas de teléfono, cartas, mensajes, complicidad, cariño.  «Gracias por estar aquí, no estáis solos, nunca lo habéis estado, los catalanes no somos así, os queremos, esta es vuestra casa, no nos abandonéis nunca».

Y miles de policías y guardiaciviles, mandos y agentes, vivieron en Cataluña lo que jamás habían vivido antes, y quienes habían aguantado lágrimas de rabia lloraban ahora de emoción y agradecimiento. Amor, gratitud, respeto, cariño. Mil anécdotas durante 29 días de octubre que un día alguien recogerá para la Historia.

Ahir 1,3 milions de catalans sortiren al carrer per segon cop en 20 dies per cridar ben fort que som espanyols com ho van ser els avis, que aquesta és la nostra terra, que el nacionalisme es pot superar i que de casa ningú no ens farà fora.

Y arriba, en el cielo, los Ángeles de la Guarda, azul y verde,  velaban por nosotros. Y sobrevolaron juntos, en formación, el Paseo de Gracia entre el agradecimiento de los presentes. «No, hoy no. Hoy nos toca a nosotros. Gracias por estos días. Gracias por vuestro apoyo. Este es nuestro homenaje. Estamos juntos. Jamás os abandonaremos. Pase lo que pase. Nunca lo hemos hecho, nunca lo haremos. Viva Cataluña. Visca Espanya«.

Gràcies Policía Nacional. Gràcies, Guàrdia Civil.

Dolça i agraïda Catalunya…

Categories: Huid del nacionalismo

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