Pensando bien: dónde estamos con el rollo del prusés

Para cualquiera que piense un poco, lo inmovilista es el prusés.

Es tal la acumulación de desplantes, astracanadas, amenazas y falsedades protagonizadas por los separatistas que es fácil que capten toda nuestra atención y nos distraigan del problema de fondo. ¿Por qué ha sucedido? ¿Cómo salimos de esta y superamos de una vez por todas el nacionalismo?

A estas cuestiones intenta dar una respuesta Juan Milián Querol en una serie de artículos publicados en Nueva Revista que ayudan a pensar a fondo en esta pesadilla llamada prusés, y en cómo podemos despertar de ella.

Tarea especialmente importante para el momento que vivimos, porque creemos que acierta el autor cuando señala que «tras 4 años de improductiva tensión sentimental, un debate más realista empieza a emerger en Cataluña. Los partidos nacionalistas aún se esfuerzan por hacernos creer que el único cambio posible y deseable es la independencia. No obstante, la elección real es otra. Hasta ellos mismos lo saben perfectamente. La elección es entre un status quo representado por los propios dirigentes nacionalistas y un reformismo basado en el diálogo y el respeto a las normas de convivencia».

Pero antes de superar el campo de juego marcado por los nacionalistas tenemos que entender cómo hemos llegado hasta aquí. Aunque podríamos remontarnos a los orígenes del nacionalismo, esa ideología nacida de la Revolución Francesa y que ha envenenado a miles de catalanes, Milián Querol identifica el inicio del prusés:

«Cuando la responsabilidad pedía altura de miras y compromiso político para evitar el rescate, salvar el Estado del bienestar y salir de la crisis económica, Artur Mas et alii quisieron hacer del sufrimiento social un negocio electoral, apostando por la retórica de la ruptura y la confrontación. Se echaron al monte del populismo identitario y traicionaron aquel catalanismo político que no pretendía romper España, sino liderarla y reformarla. Y fueron tan lejos que hoy la recuperación económica les pilla con el paso cambiado y sin autoridad moral para recuperar el tono.

Quizá la tentación les resultó demasiado grande. Sólo los mejores políticos se atan al mástil y no se dejan arrastrar por los cantos de sirena de la demagogia, aunque debemos reconocer que jugaron la carta populista con gran maestría, definiendo el marco del debate y logrando, así, una clara ventaja discursiva. El nuevo establishment independentista consiguió dibujar su objetivo como una especia de tierra prometida, donde subiría la esperanza de vida y los niños comerían helado cada día. Ambas promesas eran claramente contradictorias; pero eso no importaba, porque separados del resto de España no habría obstáculo para que cada uno pudiera realizar sus sueños más íntimos por muy desapegados de la realidad que estuvieran.

Además, la utopía tomaba fuerza al contrastarse con la situación económica de aquella España de 2012, al borde de la quiebra, ahogada por la ya olvidada prima de riesgo y con unas expectativas desesperanzadoras. Y por si no era suficiente, el independentismo supo apropiarse también de la idea de democracia inventándose el derecho a decidir. Era una falacia, incluso llegó a ser definido como una “tontería” por uno de sus más ilustres impulsores, pero era efectivo. ¿Quién puede estar, a priori, en contra de un concepto tan genérico como el derecho a decidir?

Las élites soberanistas lograron situar una espuria contraposición entre independentismo ilusionante y status quo declinante. Se pintó la posibilidad de una Cataluña convertida, de la noche a la mañana, en nuevo Estado miembro de una Unión Europea que la esperaba con los brazos abiertos. Una posibilidad que es puro voluntarismo  y no goza de ningún sustento legal, social o internacional. El impedimento legal es obvio a todos los niveles.

Por esta razón, los dirigentes independentistas juegan con el fuego schmittiano del clamor popular frente a la legalidad, pero la verdad es que esa supuesta voluntad de un pueblonunca se ha traducido en una victoria en las urnas. En ninguna de las elecciones generales o autonómicas el independentismo ha alcanzado la mitad de los votos catalanes. Tampoco en las pasadas autonómicas, cuando primero se inventaron un plebiscito y, después, se inventaron que lo habían ganado. Ni con el voto de tu vidael secesionismo obtuvo más del 50 % de los votos. Ante tales evidencias no es de extrañar que no tengan ningún aliado internacional. De hecho, fuera de España, solo aceptan fotografiarse con los actuales responsables de la acción exterior de la Generalitat aquellos políticos eurófobos que echarían a los catalanes de sus propios países. Políticos que han entendido muy bien que el relato del establishment independentista es totalmente equiparable al suyo en cuanto a populismo, pero ni representan a la mayoría de ningún país, ni son los socios adecuados para barnizar un proyecto de modernidad y democracia.

Siendo la independencia imposible en el contexto actual, el debate es, pues, otro. La elección está entre reformismo y status quo. Pero, en esta ocasión, el status quo ya no es esa España débil que iba a caer en manos de la troika. Ahora el inmovilismo en el debate catalán es lo que se denomina el procesismo. Un procesismoque lideran los mismos que han dominado la vida pública en Cataluña los últimos decenios. Un procesismoentendido como bucle de amenazas rupturistas que no llevan a ninguna parte más allá de dividir a los catalanes en lo emocional, aunque nos unan en el hartazgo. Algún día habrá que evaluar los costes, no de la independencia, sino del independentismo en el poder, porque en tiempos delicados nos está hurtando la posibilidad de realizar debates más importantes para nuestro futuro y, con su desprecio hacia el Estado de derecho y la democracia representativa, está abriendo la puerta a otros populismos.»

Con este panorama, lo deseable sería que los separatistas reconociesen su error, rectificasen y buscasen nuevos liderazgos para salvar los muebles. No es así. Escribe Juan Milián:

«A pesar de todo ello, algunos en la Generalitat, sobre todo los conversos, creen que la amenaza de un conflicto aún puede resultarles un buen negocio electoral. Y, así, siguen instalados en la estrategia de la provocación. Que en los actos de la Delegación del Gobierno español en Cataluña sean los responsables de la acción exterior los que representen a la Generalitat es un claro ejemplo. Será desesperada, mas no deja de ser ésta una estrategia torpe, porque sitúa a los partidos nacionalistas en la peor de las partes del nuevo debate, en el status quo y el bloqueo, en un momento de clara fatiga nacionalista.  Y, además, confirma aquella sospecha que no pocos intuíamos: que para muchos líderes del procés el conflicto es un modus vivendi, es un subirse al carro para atrapar un cargo o una subvención, pero no un proyecto patriótico para mejorar la situación social y económica de los catalanes.

Ellos sabrán. Obsesionados con vivir del cuento del choque de trenes, quizás acaben perdiendo el tren que realmente importa, el del diálogo. El nacionalismo se irá quedando cada vez más separado de los intereses reales de los catalanes, atrapado en la obcecación, hasta ser relevado democráticamente del poder. Huyo de cualquier determinismo, pero no puedo dejar de pensar en aquellas palabras de Vicens Vives que señalaban el tremendo error de los dirigentes catalanes que siempre gritaban ¡basta! cuando la coyuntura les era más desfavorable, cuando la razón menos les asistía. Si ahora pierden el tren del diálogo, pueden quedarse pasmados en el andén del pasado

Bien pensado, sr. Milián. Solo falta precisar que el «diálogo» no debe ser más entreguismo al nacionalismo, sino la forma de conocer la negativa verdad de la ideología que nos despeña; no debe ser más «tú apóyame en Madrid y haz lo que quieras en Barcelona», sino la renuncia al resentimiento, el victimismo y la vida descendente.

El «diálogo» que necesitamos es una conversación sobre cuándo y cómo superamos el nacionalismo.

Dolça i reflexiva Catalunya…



Categories: Dando el golpe, Huid del nacionalismo, Mejor juntos, Pensando bien

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15 comentarios

  1. La meta del separata:
    ser cabeza de ratón
    y que sea su región
    la metedura de pata
    mayor de la Creación
    imponiendo su locura
    al resto de población
    sin dejarle más opción
    que sufrir su dictadura
    con total resignación.

  2. La única solución que veo es que desaparezca la autonomía, y que a cambio se monten unos lobbies potentes por sectores que se dediquen a proteger a la industria catalana en España y en Europa.

    (con unas lógicas medidas de precaución: que no impidan que surja competencia en Cataluña, y que cualquiera que reúna los requisitos necesarios (sector, nivel de facturación, número de trabajadores…) tenga libre acceso)

    La democracia no es un bien ni un fin en sí mismo; sino que favorece el que los que componen la sociedad se administren mejor y así vivan mejor.

    No es ni para montar una revolución cuasibolchevique, ni para esquilmar a la población con el robo del 3%, ni para mantener a parte de la población parasitariamente a cambio de que vote progresista, ni para mantener políticos a nuestra cuenta, ni para aventuras secesionistas, que sabemos como empiezan, pero nunca como terminan.

    La democracia sirve para que todos vivamos mejor; y si no vivimos mejor es que no está cumpliendo su papel.

    Desde luego no es un engañabobos.

    La única manera comprobada que tenemos de vivir mejor es gracias al avance personal; si no podemos progresar por culpa de los políticos, hay que hacer algo.

    La democracia o el régimen que sea tiene que poner o favorecer los medios con los que podamos progresar; por cierto, algo que hasta hace muy poco era normal en este país.

  3. Pienso que están en la situación de huida hacia delante, los juicios les están acorralando, las decisiones se tienen que tomar precipitadas,por muy dictatoriales que sean y eso hace ,que parte de sus votantes, habrán los ojos
    Están buscando el choque ,confiando que,ante la actuación del gobierno y la justicia, salgan sus electores en masa,a defenderlos y liberarlos, sin importarles las consecuencias. Espero que se lleven un nuevo chasco!! Y aparezca el seny catalán!!

  4. Puede ser que el independentismo este perdiendo fuelle, puede que todo acabe pronto , pero en cualquier caso, es la justicia quien debería de actuar e investigar a todos aquellos que se han beneficiado de todo el «pruces», pues esta mas claro que el agua que muchos se han enriquecido a expensas de una peor calidad de vida de todos los demás catalanes y eso es algo que nunca debería permitirse, ya que sentaría un precedente para que en un futuro otros quieran volver a utilizar la misma formula para llenar sus propios bolsillos.
    Yo me crié en una Cataluña libre de nacionalismo y orgulloso estoy por ello y me apena ver como han destrozado una región rica y prospera, con las mejores infraestructuras de toda España que servían a todos por igual, sin que nadie se ofendiera por ver un cartel en castellano o en catalán y donde había una Cataluña que compartía costumbres y tradiciones con el resto del país sin que esto fuera un obstáculo, sino todo lo contrario.
    Solo pido justicia y que se devuelva al pueblo lo que es del pueblo y que no quede en las manos de aquellos que han hecho su agosto a costa del «nacionalismo».

  5. ÚLTIMA HORA
    The KOINE de la Bernarda Herald patrocinado por cerveza VELOCIRAPTOR la cerveza del Caspalibanato.
    LO QUE NOS TEMIAMOS
    Según informa el prestigiosisimo Instituto Nova Historia de su Excelencia Serenisima Doctor Víctor Krasty cucurul alias LSD MAN ( con 10 años fabrico su primera bomba atómica con 12 recibió su primer premio Nobel )
    La moneda en versión papel y metal es obra de los caspalibanes.
    El doctor Víctor Krasty cucurul sometió a la prueba del carbono 14 al palo de un churrero y dio esos resultados.
    ( nos sobran los motivos para pedir la indepe )

  6. Un artículo muy certero. Pero los únicos que pueden desalojar a s sanguijuelas odiadoras del poder son los votantes. Espero que las próximas elecciones utilicen su auténtico derecho a decidir.

  7. Millones de españoles hubiéramos preferido que estos mangutas independentistas fueran detenidos, juzgados y encarcelados por varios delitos gravísimos, pero según parece Rajoy está en la línea de dejarles hacer y que se topen con la justicia.
    La creencia de una independencia porque sí es tan descabellada que casi parece imposible desmontarla con argumentos racionales. La magia a corto tiempo vence a la razón.
    ¿Y qué pasará, ya lo estamos viendo, en la practica? Pues que los Mas, las Forcadell y todos los cantamañanas separatas irán cayendo en los juzgados cada vez con más frecuencia y cada vez más rápido.
    Ya les queda muy poco terreno para jugar y lo mismo que les pasa a los jugadores en la esquina del campo o se les va el balón fuera o se enredan con él.
    Conclusión: Las majaderías se caen por su propio peso.

    • Me encanta esta imagen del jugador que se enreda con su balón. Corresponde muy bien al mecanismo del «prusés». Por ejemplo, no es lo mismo redactar leyes de desconexión en comités digitados a debatirlas en el parlament. La primera manipulación es llamarlas leyes y no proyectos de ley, lo que son. Como se sabe, del dicho al hecho hay mucho trecho, en política y en la vida..

  8. Estamos en esa fase del prusés en el que la mitad de los forcos descuelga la estelada del balcón, y la otra mitad pone una segunda.

    • No podría describirse de mejor forma. Los subvencionados dan un paso atrás, haciendo mutis con discreción, haber si pueden seguir recibiendo mientras dejan de hacer ruido hasta el barco se termine por hundir. Y los que han puesto del 3, 5, y 10%, que no sólo siguen tocando la orquesta, sino que están quemando el buque para dar combustible al proceso. Esos «artistas», que les conoce toda la tripulación y pasaje, y no pueden librarse del hundimiento anónimo, son los que tienen que darlo todo para evitar lo inevitable.

    • como buen catalán (la pela es la pela) estoy por poner un negocio de compra a precio de saldo de esteladas descolgadas y reventa a redecoradores mononeurona de balcones, con un margen de beneficio de al menos el 3%, eso sí, y si puede ser del 10% o el 20%, mejor que mejor, que uno no vive de subvenciones

  9. La imagen hablaría incluso más si se añadieran las anteojeras o «aclucalls» al borrico, un apero que le impide gozar con el ancho mundo.

  10. Buenos días, dolços. Muy buen artículo. Creo que se complementa estupendamente con este otro que, bajo el título de «La martingala, publica hoy en El País el escritor Andrés Trapiello.

    http://elpais.com/elpais/2017/02/28/opinion/1488301162_643738.html

    Desde Madrid, bon cap fin de setmana.

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