Lo que Setefan Zweig vio en su viaje a la URSS.

En septiembre de 1928 Stefan Zweig viajó a la URSS para participar en los actos conmemorativos del centenario del nacimiento de León Tolstoi. Allí pasó 2 semanas, y lo que vio en la plaza Roja nos ayuda a entender lo que está pasando en la Cataluña nacionalista:

«Cuarenta pasos separan la antigua fe de la nueva creencia. Aquélla se cifra en una imagen de Nuestra Señora; ésta, en la tumba de Lenin. La antigua y ennegrecida imagen de la Virgen se halla -impasible, desde tiempo inmemorial- en una pequeña capilla situada bajo el ancho arco de la puerta que da a la plaza Roja. Una inmensa multitud de creyentes peregrinó antaño hasta aquí, para postrarse ante la Virgen, rogarle algún milagro y encender piadosamente unas velas. Hoy, sin embargo, junto al altar se han escrito estas palabras de advertencia: ‘La religión es el opio del pueblo’.

Pero el viejo santuario popular sigue intacto y todo el mundo puede acceder a él; y siempre hay, de hecho, unas pocas ancianas, arrodilladas o tendidas sobre las piedras, en oración -estas mujeres son las últimas en seguir confiando en la Virgen milagrosa.

La gente peregrina ahora, en masa, hacia el nuevo santuario: el mausoleo de Lenin. Campesinos, soldados, obreros, aldeanas con sus niños en brazos, marinos, pequeños comerciantes, gentes de todas las clases, venidas de todos los rincones del mundo ruso, están aquí, ante la tumba de Lenin, para volver a ver el cadáver de su caudillo, al que le han dado el brillo de la vida. Y estos cientos, miles de personas están aquí, llenas de paciencia, ante el sencillo y simétrico monumento, hecho de madera roja del Cáucaso, sobre el que únicamente ven cinco letras: LENIN. Se siente: es este el mismo pueblo (…), manifestándose con la misma piedad que cuando se postraba ante la imagen de la Virgen. Tan solo una mano enérgica desvió con sutileza a esas gentes desde lo religioso hacia lo social -la veneración del jefe sustituye a la de los santos. No hay en el fondo ninguna diferencia: la poderosa e inquebrantable fe de los rusos se desplazó, intacta, de un símbolo a otro, del Cristo a Lenin, del Dios del pueblo al mito del Pueblo-dios, único justo y omnipotente. (…)

Una vez más se advierte aquí el gran instinto del Gobierno para conducir a las masas, pues al proceder de esta manera, ha tocado el punto más arcaico del pueblo ruso. El Gobierno se ha percatado de que, puesto que el marxismo predicaba la lógica objetiva, desprovista de misticismo e indiferente al arte, era preciso convertirlo en mito e insuflarle fervor religioso. Y por eso, a los diez años de estar en el poder, los comunistas han convertido en leyenda a sus dirigentes políticos, en mártires a sus caídos y en religión su ideología. Y esa táctica psicológica en ningún sitio se hace más patente que aquí, en estos cuarenta o cincuenta pasos que, sin embargo, abren todo un universo espiritual: la capilla de la Virgen y la tumba de Lenin» (Stefan Zweig: Viaje a Rusia, p.28).

Zweig habla del socialismo comunista, una de las ideologías más letales del siglo XX. Así las describía él: «el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea”. La observación arriba citada del gran escritor es aplicable a todas la ideologías, especialmente al nacionalismo, que también diviniza lo colectivo, convirtiéndolo en Pueblo-dios, i funciona com una religió.

Dolça i idòlatra Catalunya…

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