Endeudados, desacreditados y poco fiables. Lo dice hasta La Vanguardia del Règim.
Antes de la fase separatista iniciada con el nuevo Estatuto que se inventaron los políticos i ningú no demanava (2003), la deuda de la Generalitat era de 10.918€ millones, un 7% del PIB y 1.626€ por catalán. En 2015 la deuda de la Generalitat es de 72.300€ millones, un 35% del PIB y 9.771€ por catalán. Es el resultado de una administración de mediocres, gasto descontrolado en competencias inasumibles, estructuresdestat, subvenciones a medios para «eixamplar la base social» del separatismo.
Desde la presidencia de Mas y la aparición del prusés, el crédito de Cataluña ha pasado según Moody’s de A1 a Ba2; según Fitch es BB-. El bono de Cataluña es ya como el de Albania o Nigeria: basura.
Como nadie se fía de la solvencia de la Generalitat, ésta tiene que ofrecer más intereses a quien compra su deuda. La Generalitat tiene que ofrecer 318 puntos básicos más que el bono español (la prima de riesgo) para que alguien pique. Pero los que todavía compran lo hacen porque Cataluña es España: «El inversor Mark Dowding, gestor de 60.000 millones de dólares del fondo BlueBay Asset Management LLP, ve la situación en Cataluña como una oportunidad de inversión, según explica a Bloomberg. De hecho, compró deuda catalana el miércoles y no descarta adquirir más en futuras ocasiones. ¿La razón? El Estado central, según cree, actuará de prestamista en última instancia«.
El nacionalisme s’està carregant la nostra economia i el prestigi que ens van guanyar els nostres avis amb tant d’esforç. Hora de superar el nacionalisme.
Dolça i enfonsada Catalunya…
Categories: Economía, Huid del nacionalismo
Claro, no les importa endeudarse porque al final lo pagaremos todos los españoles, que para eso les robamos.
Esto no es nada -siendo una barbaridad- cuando haya pasado el Puigdement i el Junqueras va a ser el asombro de Europa, sera una deuda a la griega o sea Catalunya destruida.
Com hem canviat els catalans, si comparem amb els avis, educats en l’estalvi, el seny i la bona administració. No s’havia d’estirar el braç més que la màniga o allargar el peu més que la sabata.