La Semana Triste.

 Decenas de inocentes muertos violentamente el 18 y 24 de marzo. ¿Por qué?

capitanía luto

Bandera a media asta en Capitanía de Barcelona

La Semana Triste. 171 personas inocentes han sido asesinadas en 7 días. 53 de ellos españoles. En Túnez los mataron terroristas islámicos, cazándolos como animales en el Museo del Bardo. En el vuelo de Germanwings Barcelona-Dusseldorf los mató un alemán deprimido estrellándolos contra los Alpes. En ambos casos los asesinos sabían que matarían y morirían. Como en Charlie Hebdo hace apenas 3 meses.

Las reacciones en Cataluña han sido sorprendentes. Por un lado el seny de la mayoría de la gente corriente: consternación, solidaridad y respeto. Por otro lado, la rauxa de algunos medios y algunos políticos: espectáculo, recreación en el sufrimiento, curiosidad y utilización de la tragedia como instrumento ideológico. Para algunos ha sido la ocasión de ganar más dinero; otros lo han utilizado para favorecer su ideología. Hablábamos con un familiar de una víctima del vuelo de Germanwings: «No leemos la prensa para no entristecernos más. Es un show horrible».

Podemos quedarnos en el «son unos fanáticos» y «era un desequilibrado». Pero el odio islámico y la desesperación del copiloto de Germanwings interpelan radicalmente a nuestra sociedad: ¿Por qué somos incapaces de dar una respuesta atractiva al islam? ¿Cómo puede la depresión de un joven, rico y educado alemán conducirle a provocar una matanza? ¿Qué hemos hecho mal para que alguien decida suicidarse, llevándose consigo a hombres, mujeres y niños, buscando provocar un dolor inmenso en tantos seres queridos?

Quizás nos dé una respuesta la llamativa reflexión que hizo el ensayista Philippe Muray tras el atentado del 11-S:

«Queridos yihadistas: cabalgando en vuestros elefantes de hierro y fuego habéis entrado con furia en nuestra tienda de porcelana. Pero es una tienda de porcelana cuyos propietarios, desde hace mucho tiempo, se propusieron hacer añicos todo lo que había allí atesorado. (…) Sois los primeros demoledores que atacan a los destructores; los primeros incendiarios que compiten con los pirómanos. (…) Y venceremos. Evidentemente. Porque nosotros somos los más muertos».

Muray no está solo. Desde Spengler se habla abiertamente de «la decadencia de Occidente». No es una decadencia económica, sino civilizatoria. El historiador Will Durant explicaba la causa profunda: «Una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que se autodestruye desde dentro». Y ¿cómo se autodestruyen las culturas? La respuesta de Christopher Dawson es particularmente provocativa: «la cultura que ha perdido sus raíces espirituales es una cultura moribunda, por muy próspera que parezca externamente». Dawson sostenía que la savia espiritual de Occidente había sido sustituida por falsas religiones o ideologías surgidas en los siglos XVIII-XIX, especialmente el democratismo, el socialismo y el nacionalismo, deslumbrantes pero incapaces de satisfacer los anhelos del hombre. Algo sucede cuando una civilización amojama su dimensión espiritual para ocuparse sólo del bienestar material adornado de ideologías.

bandera alpes germanwings

Dolor en los Alpes

¿Cómo nos afectan estas reflexiones? Muchos catalanes tenemos la sensación de que –en nombre de una Cataluña idolizada- nuestros dirigentes llevan décadas tratando de destruir nuestro patrimonio cultural, espiritual, social y económico. Han introducido la ideología en todos los ámbitos de la vida: deporte, educación, trabajo, economía, cultura, religión, folclore, ocio, historia. Han fomentado el resentimiento del espanyansroba, ensvolenresiduals, espanyansodia. Han esterilizado nuestra vida viva, nuestra convivencia, la antaño indomable libertad catalana, y nos han aherrojado a una ideología diseñada en los despachos.

A fuerza de querer construir algo que sólo existe en su magín, las ideologías están destruyendo nuestra vida interior y nuestra vida social. Más grave: en Cataluña nos han hecho creer que nuestra natural ansia de plenitud sólo se realiza formando parte de «la nació», cuya existencia objetiva nos venden como algo superior a nuestra existencia subjetiva y personal. Y claro, eso no es cierto. Por eso el nacionalismo ha desecado nuestra esperanza, ha apergaminado nuestro horizonte vital. La atmósfera nacionalista frustra nuestras aspiraciones más humanas.

Las ideologías (el yijadismo también lo es) falsifican el mundo, enfrían el amor y debilitan nuestra relación con la realidad. En los siglos XIX y XX casi destruyen Europa, y en el XXI van camino de intentarlo de nuevo a escala planetaria. La Semana Triste nos invita a cambiar ideología por realidad, ruptura por convivencia, violencia por paz, odio por amor, rauxa por seny.

Descansen en paz los muertos, tengan consuelo los familiares y reencontremos el seny todos los catalanes que ansiamos vivir una vida viva y auténtica, libre de ideologías. De ello depende -quizás- nuestro futuro.

bastoncillo



Categories: Huid del nacionalismo, Pensando bien

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5 comentarios

  1. Otra Diana dolços. Gracias.

  2. Por qué ?

    perquè ?
    Roguemos por ellos

    Preguem per ells

  3. Una realidad …que muchos sentimos..
    y nos rompe por dentro…

  4. Cuando Occidente rechazó el latín, el griego y el cristianismo, en su afán de crear una sociedad sin raices y «moderna», abrió la puerta que se enraizaran culturas ajenas, que tienen también consecuencias inesperadas.

    Cuando Occidente rechazó el espíritu emprendedor y el espíritu crítico en nombre de ideologías socialistas, abrió la puerta a la manipulación democrática, a aprender a ser dominado por ideologías y los que se sirven de ellas, y a depender de subvenciones

    A esto le añades la propaganda para que no tengas hijos -y si te quedas embarazada, abortes-, la importación masiva de extranjeros que no se integran -pagados y subvencionados con nuestros impuestos-, el apartar a los niños del control de los padres -para así manipularlos mejor-, el atontamiento con la televisión….

    «No pienses, consume, que ya sabemos los que tenemos que saber qué es lo que más te conviene a tí, pobre tonto»

    Yo no sé quien se autoarroga tal responsabilidad, que se me antoja gravísima, y que está poniendo en peligro nuestra sociedad -y nuestro futuro-

    Les voy a dar un hint: Zapatero (si, el de las zapateradas)

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