Un historiador catalán dice que Felipe V no creó «un estado completamente unificado»

Pues el nacionalismo nos ha contado una milonga.

albareda

Joaquim Albareda Salvadó es un especialista en la Guerra de Sucesión. Pasa por afín al nacionalismo, pero aquí hemos destacado su honradez intelectual al juzgar el episodio. De eso va su libro, La Guerra de Sucesión de España (1700-1714). Y en él encontramos algo que no hemos oído a nadie en TV3:

«Es cierto que, lejos de alumbrar un estado completamente unificado, como reza el tópico, la nueva España de Felipe V mantuvo los fueros, un estatus de derecho propio de las fieles Provincias Vascas y Navarra, restituyó los fueros alfonsinos del reino de Valencia y repuso el derecho civil en Aragón, aunque no para Valencia. En el caso de Cataluña conservó, asimismo, como ha recordado Jon Arrieta, ‘el orden normativo en la disposición de las fuentes y en los criterios de interpretación generales y específicos (…) unido a la pervivencia del derecho sustantivo civil y de gran parte del procesal’. (…) Pero, a fin de cuentas, a pesar de estas excepciones, podemos convenir con José María Iñurritegui que ‘había concluido el tiempo histórico en que los reinos ahora sometidos con la espada podían mediatizar con su patrimonio de fueros y libertades la suprema y absoluta potestad y soberanía real‘ «. (p.486).

Pues eso: ni Felipe V se lo cargó todo, ni lo hizo para fastidiar a los catalanes, aunque tenía un carácter vengativo bastante frecuente entre los vencedores de guerras enconadas. En España acababa la Edad Media y se esbozaba la Edad Moderna en su fase absolutista. El relato nacionalista vendría casi 2 siglos más tarde y tiene poco que ver con la Guerra de Sucesión.

bastoncillo



Categories: Historia, Huid del nacionalismo

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6 comentarios

  1. Les recomiendo la entrevista que le hizo Josep Cuní el 11-s de 2014. Él intenta hacer historia y no politica, pero es muy complicado, tanto por un lado (nacionalismo catalan), como por otro (nacionalismo espñol)
    http://www.8tv.cat/8aldia/videos/joaquim-albareda-el-moment-actual-ha-condicionat-lexplicacio-historica-del-1714/

  2. Hay una evolución en TODOS los países europeos que va desde la alta edad media, en que los estados feudales semisoberanos (los feudos) forman los reinos, el Rey es un primus inter pares al que se está sometido por pactos de vasallaje. Es una sociedad dividida en tres estamentos en la que los nobles, por razón de su dedicación militar, junto con los eclesiásticos son estamentos privilegiados que viven de los campesinos. No hay pues nación.

    Tras la Revolución Francesa, con el nacimiento del concepto de nación y la pérdida de los privilegios políticos y económicos de nobles, eclesiásticos, provincias y ciudades, llegamos a lo que tenemos hoy. En toda Europa.

    La España de Felipe V está más cerca de nosotros y del Estado que nace de la Revolución Francesa que del de la Edad Media.
    Se hace en torno a la figura del Rey, en cuanto opuesto a los nobles y otros grupos de intereses (el Pueblo, ni pincha ni corta). Se trata de crear un Estado con una administración racional y un mercado unificado (para eso mismo el Rey cada vez se eleva cada vez más sobre los nobles -el pueblo, que es mayoría, sigue sin pinchar ni cortar-).

    Los Fueros, privilegios y costumbres, que no son (solo) del Reino de Aragón o del Condado de Barcelona, sino locales y muy diversos, como también sucede en Castilla, Portugal, Francia…favorecen a los grupos privilegiados, no al pueblo.

    Las mismas leyes que establecen la estructura política de Cataluña tras la Ley de Nueva Planta y la posterior España liberal, son las que unifican Cataluña (de los diversos Estados feudales laicos y eclesiásticos), permiten la creación del mito «paises catalanes», ya que quita las fronteras políticas con estos estados independientes y soberanos; dan a Cataluña el mercado de Castilla y de sus Indias (junto con el de Valencia y las Baleares), que es el origen de la industria y de la riqueza de la Cataluña actual; unifican la moneda y las medidas -lo que favorece el comercio-, crean una estructura judicial moderna -quitándosela a los señores feudales-, y crean el ejercito moderno. La unificación legislativa favorece también el comercio y el mercado único.

    Hay que decir también que a esta racionalidad obligan dos cosas:

    1. Se trata de poder hacer frente a las agresiones militares de otros reinos, por lo que se tiende a imitar las medidas que funcionan.
    2. Hay una comparación constante con otros reinos, por lo que no solo se imitan las medidas económicas: se exigen por cuestiones de prestigio y por que son las que financian las constantes guerras.

    Los mitos nacionalistas surgen precisamente de la burguesía que nace de la Ley de Nueva Planta y de la España liberal, reinterpretando a su gusto la historia en función de sus intereses personales del momento. Naturalmente son completamente a-históricos y falsos. Por eso no resisten la mínima crítica científica.

    Para los que estén pensando en el mito de la democracia, ésta solo puede existir donde hay clases medias. Por eso vemos que falla constantemente en los países del tercer mundo o en vías de desarrollo.
    Las clases medias surgen de la industria y de los servicios, no de la agricultura.
    Esa es la razón de que en Cataluña nunca ha habido democracia. Ni siquiera durante la Segunda República.

  3. El concepto de unidad estatal hoy en día ya no depende de un referente histórico que lo sustente, la unidad nacional se impone y se evidencia por si misma, incluso nos uniforma a todos, nos guste o no. Esta unidad estatal está en la realidad cotidiana, da igual que estés en Galicia, Andalucía o Cataluña, incluso da igual que estés en Portugal, Italia, Francia o Bélgica, porque al fin consumimos identicos productos, frecuentamos semejantes centros comerciales, vemos las mismas películas y oímos la misma música, y participamos en la misma red de comunicaciones a nivel mundial: las redes sociales, el correo electrónico, WhatsApp, etc. Hoy en día nos unifica Ikea, Carrefour, Zara, El Corte Inglés, Coca Cola, McDonald’s, Apple, Samsung, Media Mark, Mastercard, Visa,…etc, etc, etc, etc. Y cada vez más nos unifican los productos chinos que consumimos y que están acabando con cualquier tipo de producción autóctona.
    Sin embargo los políticos nacionalistas imponen una realidad paralela en la que el folclore se considera seña de identidad, así nos hacen creer que ser catalanes es comer pà amb tomaquet aunque lo que más consumamos sean las hamburguesas de McDonald’s. Pero, sobre todo es el idioma el elemento diferenciador por excelencia, de ahí la importancia de la inmersión lingüística cueste lo que cueste. Nos encontramos entonces con esa otra realidad paralela que ocurre en esta Cataluña nacionalista en que la gente de la calle habla mayoritariamente en castellano entre ella, mientras todo está escrito en catalán. Esto es muy evidente en las grandes poblaciones catalanas, basta con escuchar a la gente en la calle y luego ver como ese misma lengua, la castellana, está erradicada del medio escrito, sólo lo mantienen algunos anuncios publicitarios que se dirigen a sus clientes y cada vez menos. En «Un pais normal» es muy anormal hablar en un idioma y que todo esté escrito en otro, signo evidente de la gran falsedad de este prucés.
    Los europeos y, en general, todos los occidentales, hoy en día estamos muy unificados y las diferencias entre diferentes nacionslidades son anecdócticas y se basan en la protección de algunas tradiciones para que no caigan en el olvido. Las diferencias identitarias de verdad en la actualidad se dan entre Oriente y Occidente, unos y otros ya no estamos tan unificados, ya no consumimos lo mismo y nuestro modo de vida tiene muchas más divergencias. La cultura occidental y la oriental están entrando en colisión, una grave amenaza terrorista planea sobre nuestro unificado estado occidental como ya se ha visto en los atentados de Nueva York, Londres, Madrid y recientemente en París, y mientras esto ocurre, los nacionalismos actúan como enfermedades oportunistas que aprovechan la debilidad del enfermo para ir a lo suyo, como si lo suyo no fuera lo de todos, el bien común, y siguen apelando a la Historia, real o inventada, que más da, como si en nuestra vida cotidiana fuera más importante las batallas de Jaume I el conqueridor que la responsabilidad política ante la sanidad, la educación, el empleo, etc, sin olvidar la importancia de la seguridad de la ciudadanía y la defensa de la estabilidad de la cultura occidental, la que nos unifica de verdad.

  4. Antes del ferrocarril o el telégrafo, el concepto de unidad estatal no podía ser el mismo de estos tiempos, es ridículo hablar de Estados unitarios cuando había que ir a caballo o en diligencia durante días para saber lo que ocurría en la otra punta, por eso eran muy autónomos, pero recuperar ese modelo territorial es una idiotez, por razones obvias.

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