El ruso que leen los Papas: «el nacionalismo pierde el alma de los pueblos»

La mejor crítica al nacionalismo la hizo un ruso de película.

Soloviev

Vladimiro Soloviev era hijo del rector de la Universidad de Moscú, una lumbrera que escribió la Historia de Rusia en 18 tomos inspirado por Karamzin. A los 7 años le encantaba imaginarse español, y se ponía su abrigo al hombro como un hidalgo. A los 13 se hizo deísta, después panteísta, ateo y materialista, nihilista a los 16 años. Lo había leído todo y nada le satisfacía. Abrazó el cristianismo a los 19 años.

Su tesis doctoral fue un acontecimiento. Fue profesor, viajero, orientalista. En Londres invitaba a sus amigos a champán en una bodega española de Oxford Street. Su aspecto desaliñado y su limpia bondad inspiraron al viejo Dostoyevski para elaborar su personaje de Aliosha Karamázov. Cuando el maestro murió, Soloviev fue el encargado de leer su elegía ante su tumba.

En 1900, con sólo 47 años, le llegó la muerte a Soloviev. Su amigo Trubetskoi dijo: «hoy hemos enterrado al más grande de los rusos»; había sido a la filosofía rusa lo que Pushkin a la poesía.

Juan Pablo II y Benedicto XVI lo citan en sus encíclicas y publicaciones, admirados de su apertura ecuménica. A nosotros nos interesa porque nadie se batió como él con los estrechos nacionalistas rusos. Vean lo que pensaba del nacionalismo:

«En nombre del patriotismo nos exigen poner ante todo el interés y la dimensión exclusivos del propio pueblo. ¡De tal patriotismo nos liberó la sangre de Cristo, derramada por los patriotas judíos en nombre de su interés nacional!: ‘Si le dejamos que siga así, todos creerán en Él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación (…) conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación’. Muerto por el patriotismo de un pueblo, Cristo resucitó para todos los pueblos y legó su enseñanza: «Id y enseñad a todas las gentes».

¿Entonces? ¿Acaso el cristianismo suprime la nacionalidad? No, la conserva. Suprime el nacionalismo, no la nacionalidad. (…) Nosotros distinguimos la nacionalidad del nacionalismo por sus frutos. Vemos los frutos de la nacionalidad inglesa en Shakespeare y Byron, en Berkley y Newton; los frutos del nacionalismo inglés son el expolio mundial, las gestas de Warren Hastings y Lord Seymour, la destrucción y el asesinato. Los frutos de la gran nacionalidad alemana son Lessing y Goethe, Kant y Schelling; el fruto del nacionalismo alemán es la germanización violenta de los vecinos desde los tiempos de los caballeros teutónicos hasta nuestros días (…)

La nacionalidad es una fuerza positiva (…) Las diferentes nacionalidades son los diferentes órganos de todo el cuerpo de la humanidad (…). En la aspiración a separarse y liberarse del todo, la fuerza positiva de la nacionalidad se transforma en el esfuerzo negativo del nacionalismo. Esta es una nacionalidad desviada de sus fuerzas vivas, afilada en su exclusividad y dirigida con este filo hacia todos los demás (…). El cristianismo, suprimiendo el nacionalismo, salva a los pueblos (…) Y aquí adquiere fuerza la palabra de Dios: sólo el que pierde su alma la salvará, y el que el que conserve su alma la perderá. Y el pueblo que desee infaliblemente conservar su alma en el cerrado y exclusivo nacionalismo, la perderá, y sólo aplicando toda la propia alma a los asuntos universales de Cristo, el pueblo la conservará. La abnegación personal, victoria sobre el egoísmo, no es la aniquilación de propio ego, de la propia personalidad, sino al contrario, es la elevación de este ego a un grado superior de ser. (…) El pueblo, renunciando al nacionalismo exclusivista, no sólo no pierde su vida autónoma, sino que sólo entonces recibe la verdadera misión de su vida (La cuestión nacional en Rusia, I, 1883).

Después de Soloviev toda la crítica al nacionalismo está hecha. No hay descripción más exacta de esta ideología: anticristiana, de frutos estériles, negativa, agresiva, egoísta, exclusivista, incapaz de nada grande. Justo lo contrario de lo que ha sido Cataluña y toda España cuando han dado al mundo una palabra universal. Así sucedió con los condados catalanes, unidos más tarde a la Corona de Aragón, juntada más tarde a Castilla en la refundación de España, la cual encontró su vocación precisamente en abandonar su exclusivismo y derramarse por todo el mundo en una misión universal.

Sabíamos que el nacionalismo esteriliza a Cataluña. Es significativo que tenga que venir un ruso a recordárnoslo.

bastoncillo



Categories: Huid del nacionalismo, Pensando bien

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10 comentarios

  1. Ud juega con ventaja: Soloviev era un intelectual de tomo y lomo, siempre en busca de la verdad, hasta que la encontró. En España, no tenemos esta suerte. Sobre todo después del amaestramiento de los intelectuales con el dinero de los políticos que vinieron tras la Transición.

  2. Está muy bien la información aportada.

    Me ha encantado, un hombre sensato.

  3. Os he mandado una Foto de lo que será la futura Catadisney o Caspalunya por si crees interesante publicar/Users/josevargasrincon/Desktop/IMG_6183.JPG

  4. Dudo que mucha gente hoy en día tenga la suficiente cultura como para entender las palabras de Soloviev. ¿Quien sabe hoy en día quienes fueros los zelotas o los saduceos o el dilema de Caifás? Sin esa información es difícil entender el sentido del pasaje.

    Es mucho más fácil introducir en la cabeza de gente bienintencionada pero profundamente inculta las mentiras sobre los hechos de 1714, la idea de España como «enemigo» de Cataluña, el «espanyaensroba» etc…

    ¡Pobre Cataluña!

  5. Totalamente de acuerdo tanto con Vladimir Soloviev como con la Filosofía de vuestro artículo,el Imperio Español fue la primera empresa global del mundo hecha bajo el Catolicismo.No sé si la Iglesia Católica catalana habrá tomado nota de Soloviev ya que en la práctica actua cómo una iglesia luterana con obediencia al poder temporal habido.

  6. Es curioso que sean ALGUNOS curas SEPARATISTAS los que mas destruyen su religión.Que ni siquiera sepan lo que significa la palabra CATÓLICO…

  7. I què fan el bisbe Novell i el mossèn Joan Costa i la resta mossenes nacionalistes, els sacerdots de l’Opus, … quan llegeixen aquests raonaments tan nets? Seguiran pensant que és millor donar suport públicament als enemics de l’Església Catòlica? Seguiran prefiirendo adorar a l’actual Baal nacionalista?

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