El izquierdista francés que se carga el nacionalismo.

Jean-Claude Kaufmann es poco aprovechable. Pero no estaría mal que lo leyeran Navarro o Comín.

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Los progresistas franceses hace tiempo que no aportan gran cosa al pensamiento. Lo último fue el Indignaos de Hessel, un panfleto que hundió la reputación de los intelectuales galos. Ahora Kaufmann, un sociólogo izquierdista, publica Identités, la bombe à retardement. Cree que el mundo actual se acaba, debido a la impagable deuda pública y la ruptura con el patrón oro. En este escenario, anuncia «revueltas gigantescas». El pobre Kaufmann no acaba de aclararse con lo de la «identidad», pero alguna de sus reflexiones puede aplicarse a nuestros paisanos nacionalistas.

Para este sociólogo, el nacionalista abandona su capacidad de pensamiento autónomo. La identificación colectiva suplanta la identidad individual. Además, las naciones modernas serían inventos de la imaginación y el bricolaje, que descubrirían en aspectos como la lengua una supuesta y exclusiva esencia natural. A Kaufmann le preocupa la multiplicación de «explosiones pasionales de individuos que se mueren por inventar comunidades ilusorias (…) cerradas sobre ellas mismas, unidades secesionistas opuestas a un enemigo que hace de chivo expiatorio«. El punto de partida suele ser «una exasperación que para expresarse necesita delimitar el espacio de un combate contra un objetivo definido, y proponer signos de unión que canalicen la emoción: un eslógan, una música, un diseño, un color, una bandera, etc». Esta «simbolización reductora» y la explicación del propio fracaso por culpa de otro son necesarios para cubrir el «déficit de estima de sí mismo».

Por si alguno se ha perdido, Kaufmann le recuerda lo esencial: «la humillación es un elemento clave del fundamentalismo nacionalista». Como ven, están todos los ingredientes del nacionalismo que padecemos en Cataluña: victimismo, «agressió de l’Estatut», espanyansroba, emotividad, invención e la historia, aislamiento, chivo expiatorio, crispación constante, cubana, resentimiento, fracaso económico catalán, etc.

Lo demás que dice Kaufmann no vale la pena. Pero alguien podría enviarle el libro a Navarro, a Comín o a Ernest Maragall. Están tan necesitados que no les hará daño.

bastoncillo



Categories: Huid del nacionalismo, Pensando bien

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7 comentarios

  1. Hoy mismo los partidos nacionalistas se han vuelto a retratar en el Congreso de los Diputados impidiendo una declaración de elogio a Adolfo Suárez tras su fallecimiento. Ni en algo tan sencillo pueden consensuar. Los de ERC han dicho que porque ellos no estaban legalizados todavía en 1977 (bueno, muchos no pudimos votar hasta años después porque éramos menores, vaya argumento pueril el de estos nacionalistas). Los de Amaiur alegan que ni Suárez ni el Rey permitieron ejercer al pueblo vasco su derecho a decidir, pero hoy sí lo han ejercido vetando esta propuesta. El BNG tampoco ha estado de acuerdo, los nacionalistas gallegos cada vez ven la senda más ancha. Y yo me pregunto qué hace esta gente que no acepta la Constitución, que no acepta la soberanía del pueblo español, que no acepta la democracia de este país (también han dicho que Suárez y «Juan Carlos Borbón» continuaron y legitimaron el régimen franquista), qué hacen ocupando escaños en un lugar en cuyas reglas de funcionamiento no creen, un lugar que desprecian y que nunca aceptarán porque es contrario a sus pretensiones, donde se dedican más a poner palos a las ruedas, que a empujar el carro. Ellos son nacionalistas y van a lo suyo, y lo suyo nunca será el bien común. Me pregunto si tiene sentido que estos partidos tan sectarios formen parte de un foro público en el que se supone está representada la totalidad de la ciudadanía del estado y donde se trabaja bajo el principio de igualdad? Ya que ellos no me parece que respeten mucho los valores democráticos (los mismos que les permiten ocupar un lugar en esa Cámara), tampoco yo los respetaré para con ellos y me gustaría ser totalmente intolerante y apelar al «derecho a decidir» para poder votar que se ilegalicen los partidos nacionalistas por antidemocraticos y que sean considerados simplemente sectas, que es lo que más encaja en su perfil. No sé si es por inocencia, por comodidad o por cobardía, pero cuando dejamos que los manipuladores, egoístas y abusones se cuelen en nuestras vidas como si fueran gente normal, estamos perdidos.
    Si alguno de éstos va a decirme que soy poco demócrata, etc., ya le digo: CONTRA EL NACIONALISMO, TOLERANCIA CERO.

    • Estos partidos nacionalistas también se benefician significativamente del sistema de «café para todos» electoral que hace muchos años que arrastramos en este país, con lo que se producen paradojas como que un partido nacionalista minoritario autonómico pueda tener más representación que otro partido minoritario a nivel estatal.
      En un país con un sistema electoral proporcionado y normal sería impensable que cualquiera de éstos partidos tuviera alguna representación.
      Sin hablar de los pingües beneficios económicos que comporta el ser diputado en el Congreso (algunas fuentes citan sueldos, por lo bajo, de 72.000 € anuales) y todas las prebendas relacionadas en forma de dietas, seguros, pago por asistencia a comisiones, etc.
      Por último la impunidad con la que dichos representantes de éstos partidos actúan en dicho hemiciclo con parafernalias varias, exhibición de esteladas, etc, o declaraciones como la del Sr. Ridao, en la triste legislatura zapateril anterior, pregonando a los cuatro vientos su no españolidad.
      En éste último caso a pesar de dichas declaraciones de principios nunca oí lo que parecía la lógica renúncia al sueldo de su escaño, ya que si no se sentía español en un Congreso español, parecía lógico que renunciara al salario de dicho Congreso del pais opresor. Pero la pela es la pela!

    • Efectivamente, Chorch, Ud da en el clavo, esas son las respuestas a mis preguntas.
      Vergüenza les debería de dar a estos nacionalistas chupócteros ocupar ni un solo escaño, ni meterse una sola moneda en sus bolsillos proviniente del estado opresor. Pero no sólo carecen de sensatez, sino también de honestidad.

  2. Decía Sabina, cantautor izquierdista culto e inteligente que «No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió», que no es ni más ni menos que lo que Juaristi llama «bucle melancólico», y así sucede, los nacionalistas crean mitos y falsifican la historia y hacen que la gente añore pasados imperiales, naciones independientes, guerras perdidas, persecuciones idiomáticas, genocidios, y otras paparruchas que nunca existieron, van a las emociones, no a la razón, crean sensación de opresión, se inventan agravios, y son especialistas en manipular los sentimientos viscerales, y en ofuscar los pensamientos racionales, no olvidemos que una mentira compartida por un grupo pasa a ser una verdad para ese grupo.

    El combate tiene que ser contra la mentira, contra la falsificación del pasado, contra los agravios inventados…

  3. Ya lo han venido comentado hace tiempo Juaristi y mucho otros, la eterna ensoñación de los nazionalistas, su búsqueda del paraíso inmaterial perdido, los hitos históricos falseados oportunamente y convertidos en mitos, el enemigo exterior siempre presente y a quien echar las culpas, etc, etc.
    La cita de las «explosiones pasionales» es muy oportuna ya que apela a las vísceras, al «sentiment», al tocar la fibra y por tanto la huida (fugida) de la racionalidad, típica de todos estos movimientos.
    Al igual que los nacionalsocialistas alemanes de los años 30, que fabricaron el mito del Reich milenario, la propugnación del arianismo y la limpieza de sangre, la conexión con los mitos wagnerianos y las leyendas tradicionales germánicas, la parafernalia de las enseñas con esvásticas y el alfabeto rúnico, desfiles propagandísticos (con antorchas incluidas si es el caso, terrible analogía), etc, etc.
    Esperemos que no sea demasiado tarde…

  4. «La identificación colectiva suplanta la identidad individual y esta descubriría en aspectos como la lengua una supuesta y exclusiva esencia natural» «explosiones pasionales de individuos que se mueren por inventar comunidades ilusorias (…) cerradas sobre ellas mismas, unidades secesionistas opuestas a un enemigo que hace de chivo expiatorio“.

    La verdad es que todas las ideologías totalitarias -y el nacionalismo del sXXI sigue siéndolo, no nos engañemos- se basan en la mistificación de la realidad, en la unificación de pensamiento, en la manipulación de sus ciudadanos y en el odio quasi metafísico como motores telúricos de su propia existencia… Ello sólo puede ser combatido mediante la pedagogía libre de ciudadano a ciudadano y la voluntad global de una sociedad de erradicar todo aquello que suponga un cáncer para el sentimiento democrático que todos debemos compartir.

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